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Foto del escritorIsrael Lira

Filosofía de la Música



Hablar sobre qué es la música tiene el mismo nivel de dificultad y sutilezas teoréticas que cuando hablamos sobre qué es el arte. Cuando se trata de cuestiones tan cercanas a la experiencia cognitiva humana y tan cargadas de emotividad y significaciones culturales diversas, se podría llegar, como de hecho se llega en la experiencia vulgar, a la afirmación de que conceptos de música hay como oyentes, compositores e intérpretes existen. Es decir que, la subjetividad termina por imponerse a todo intento de objetivación de la experiencia musical, sin embargo, consideramos que adoptar tal postura es abandonarnos al facilismo de la indefinición, y la historia de las artes y las ciencias, no se han caracterizado por la plétora de indefiniciones sino por el contrario, por la delimitación de conceptos para así mejor comprender los alcances entre ramas del conocimiento humano y sus respectivas áreas de desarrollo que han contribuido a su perfectibilidad especializada. En efecto, que la subjetividad de la experiencia musical goce de una variada multiplicidad, no quiere decir que por ello no podamos encontrar ciertas ideas mínimas comunes a toda praxis musical y por ende su componente objetivo y en ello su aspecto óntico. Esto es precisamente la labor y esencia de la filosofía de la música y a la vez su objeto de estudio, como constante reflexión sobre la naturaleza de la música en tanto experiencia cognitiva humana expresada en un abanico de vivencias culturales. Al respecto:


«…la filosofía de la música interroga a la música acerca de su naturaleza esencial, en este aspecto es totalmente autónoma, pero refleja sistemáticamente objetivos y situaciones históricamente determinadas en la mayor parte de los casos o bien probablemente determinados por la musicología sistemática» Ulrich Michaels (1985: s.d.).

Sobre este último concepto, a diferencia de la filosofía que es especulativa, la musicología (o ciencia de la música) es el estudio científico de la música desde sus fundamentos fisicomatemáticos y sociohistóricos.


Dentro de las muchas preguntas que la filosofía de la música busca responder, se encuentran las dos más básicas: ¿Qué es la música? Y ¿Cuál es la función social de la música?


Varias son las respuestas a tales interrogantes, en lo que respecta a la primera, Julían Marrades Millet (2012) en una revisión de los problemas metodológicos relativos a la investigación en filosofía de la música, señala las contribuciones de Vitor Guerrero, John W. Lango y Andrea Schiavio al debate sobre el tópico, que van desde la música definida como arte sonoro, hasta la música como sonidos que son plausibles de estructurarse como tales. A ello se aúnan otras posturas desde la ontología de la música, como las de Sthepen Davies, Jonathan Neufeld y Alessandro Bertinetto, en donde la música se nos presenta como la ejecución por parte de intérpretes distintos al compositor de una partitura, es decir, de una obra musical. Por otro lado, esta una conceptualización a partir de la estética musical, y ello de las propiedades inherentes a la música, Jerrold Levinson en ese sentido nos habla de que la propiedad estética de la música es la belleza musical, expresión algo tautológica y autorreferente, pero de una sencillez que se sostiene.


Dentro de este mismo marco tenemos a Óscar Andrés Cortés (2007) que, efectuando un ejercicio análogo de revisión, pero dentro del marco de la historia de la filosofía de la música, señala el aporte de Herman Grabner que define a la música como fundamentalmente ritmo, porque todas las demás propiedades musicales están basadas en este último, y entendiendo al ritmo, a su vez, como la sucesión regular y ordenada de sonidos, que sería la condición necesaria de todo fenómeno musical. Por otro lado, Jaime Pahissa (1945) define a la música como principalmente la conjunción de melodía (resultado de la interacción entre la altura de los sonidos y el ritmo.) y armonía (combinación de sonidos de manera simultánea que forman acordes, entendiendo al acorde como dos o más notas que suenan juntas), porque el ritmo estaría presente en ámbitos extramusicales (bajo otra definición de ritmo como cualquier movimiento regular y recurrente, así podemos tener la idea de ritmo también en las artes visuales, la naturaleza y hasta en la arquitectura).


Cortés (2007) opta por una visión integral al afirmar que, si bien no puede haber melodía y armonía sin ritmo, la música tampoco es puro ritmo. Partiendo de estas afirmaciones y a manera de síntesis entre los enfoques de Grabner y Cortés, diremos que la música es energía sonora, una sola energía cinética continua (2007:62). Conformada por ritmo, melodía y armonía, y que es dotada, a su vez, de un significado trascendental por el oyente, compositor o por el intérprete dentro de un marco cultural determinado o determinable. Siendo esto a su vez, su estructura óntica.


Queda por ver el cuestionamiento sobre la función social de la música, y en torno a ello, y del cotejo de la obra del mencionado Cortés, se complementa la visión de Jame Garrison quien tiene un ensayo intitulado El valor social de la música ritual en el pensamiento clásico chino, y en donde reconocemos de los planteamientos de estas obras, al menos tres funciones sociales de la música: (i) Una función de sociabilidad, (ii) una función sacra y (iii) una función de transmisión generacional del conocimiento.


Una función de sociabilidad, porque la música no solo es producto social sino es herramienta para la cercanía intersubjetiva que desde tiempos inmemoriales reúne a la humanidad en derredor de un ethos comunitario, cuya experiencia más remota se remonta al carácter ritualístico de la música tribal.


Una función sacra, ya que la ritualidad, lo mágico y lo religioso, parecen difuminarse en lo musical, en los canticos, las danzas, etc. En ese sentido:


«Así, la música fue música antes de ser música. Pero fue música muy distinta de lo que hoy tenemos por música deparadora de un goce estético. Fue plegaria, acción de gracia, encantación, ensalmo, magia, narración escandida, liturgia, poesía, poesía-danza, psicodrama (antes de cobrar por decadencia de sus funciones más bien que por adquisición de nuevas dignidades) una categoría artística» (Carpentier, 2004:11).

Finalmente, una función de transmisión generacional del conocimiento, en el sentido que:


«la comunicación de la enseñanza musical debió ser parte de la tradición oral debido a la falta de escritura para conservar la cultura heredada. Fue así como la música adquirió una de sus funciones primarias y de mayor relevancia en la humanidad: la transmisión de conocimiento, la sucesión de los códigos morales y valores, los relatos míticos acerca del mundo y la historia de la comunidad mediante canciones y danzas. Dicha transmisión proporciona igualmente un refuerzo en la continuidad de las normas sociales y la integración de los individuos en el grupo social, sus valores y creencias religiosas. Desde esta perspectiva exterior, la música consiste en ser un agente de comunicación, cuya propiedad esencial consiste en conservar y extender la cultura» (Cortés, 2007: 60).

Fuente: LIRA, Israel. «Columna de Opinión No. 228 del 09.07.2021». Diario La Verdad. Lima, Perú.



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