Celebrando 200 años de nuestra independencia como nación, y como ya acostumbramos para estas fechas, es infranqueable evaluar los retos y posibilidades que como pueblo enfrentamos para la mejor dirección de nuestros destinos nacionales. Luego de un proceso electoral ciertamente espinoso y sumamente polarizado, que ha dejado a muchos insatisfechos, es deber del nuevo gobierno auto percibirse como uno de concertación nacional, llamar a la unidad democrática y a la solidaridad cívica, para con ello llevar la confianza a propios y extraños que tan necesaria se hace en nuestra patria en estos momentos de euforia histórica para muchos, ya que es la primera vez que, oficialmente, tenemos un gobierno de izquierda democrática en nuestra historia republicana (puesto que Velasco gobernó a través de una Junta Militar). Euforia que puede convertirse en total desazón, por muchas causas ampliamente conocidas que son parte de los antecedentes negativos y de la propia imagen que la izquierda en Latinoamérica se ha hecho de si misma. Puesto que la praxis nos refrenda en todo momento el siguiente axioma:
«Nuestra derecha latinoamericana –salvo excepciones como Nayib Bukele en El Salvador– solo sabe administrar (mantiene el status quo), pero no planifica y a duras penas innova; y la percepción por lo general es que nuestra izquierda latinoamericana –salvo excepciones como Evo Morales y Luis Arce en Bolivia–, ni sabe administrar, ni sabe planificar y aún menos innovar».
Veremos pues, en el curso de los acontecimientos políticos, si el llamado Presidente del Bicentenario, Pedro Castillo, puede cambiar estas ideas preconcebidas (producto del egregor generado por las precarias experiencias de la izquierda venezolana y cubana) para llegar a estar a la altura de tal título. Solo el tiempo refrendará o rechazará rotundamente tal rotulado en la persona del nuevo presidente. Mucha de la población que votó por él, tiene expectativas muy altas por ello, lo que hace de este bicentenario, particular en sumo grado.
Vistas las generales contextuales, pasamos a una breve revisión del estado situacional del Perú en su bicentenario, con nuestros comentarios sobre algunos enfoques que han sido brindados por especialistas. En esta oportunidad solo nos centraremos en el aspecto económico. Al respecto, el profesor de la Facultad de Economía y Finanzas de la Universidad del Pacífico, Carlos Parodí (Gestión, 22.07.2021), ha señalado que uno de los principales y más urgentes temas a resolver, para asegurar una reactivación económica sostenible, es la elevación del empleo, en ello, mantener los equilibrios macroeconómicos como la estabilidad monetaria y el manejo responsable de las finanzas públicas, esto último implicaría, a nuestro parecer, una política de gasto público eficiente. Asimismo, recomienda crear un ambiente adecuado para el crecimiento de la inversión, tanto privada como pública, poniendo especial atención en las MYPES.
En torno al gasto público, es algo que ya hemos señalado en diversidad de oportunidades, y a manera de recordatorio, agregaremos que, una de las principales falencias de los gobiernos peruanos, esta en, precisamente, una deficiente ejecución del gasto público, con una ejecución menor al 25% del presupuesto de inversión, a lo que se añaden obras sin utilidad social y aumento del gasto por periodos pre-electorales solo con fines proselitistas. Por ello es necesaria una reforma de las políticas de gasto público para garantizar la modernización del Estado respecto de infraestructura pública estratégica.
Por otro lado, cabe señalar que, en torno a la estabilidad monetaria, Parodi recomienda que esto se de a través de un banco central independiente, técnico y despolitizado, sin embargo, consideramos que esta es una visión un poco ingenua y liberal de las cosas, ya que el cargo de Presidente del Banco Central de Reserva es uno de los más politizados, siempre lo ha sido y lo seguirá siendo. Sin embargo, actualmente, la experiencia y labor eficiente del Presidente del BCR (quien es designado por el Poder Ejecutivo y refrendado por el Congreso de la República conforme a la propia Ley Orgánica del BCR), Julio Velarde, ha podido mantenerse a pesar del paso de los gobiernos (desde el 2006 hasta la fecha, es decir, un quindenio), pero se prevé que este sea tal vez su último periodo como Presidente del Directorio de dicha institución estatal, eso aún esta por verse, y que se estima se sabrá para el próximo reporte de inflación en setiembre.
A lo expuesto, se aúna otro desafío bajo la visión de Carlos Parodi, que es una necesaria e imperativa reforma tributaria ligada de forma inequívoca a un proceso de aceleramiento de la formalización de la economía peruana. En esa línea, Parodi señala que, ningún país puede progresar si solo 1 de cada 2 empresas y 7 de cada 10 trabajadores son informales, y de que Perú tiene una de las menores presiones tributarias de América Latina, y que por ello se deben de revisar las exoneraciones para lograr que todos los que deben pagar impuestos, lo hagan, dado que esto es imprescindible para que el gobierno tenga más recursos para invertir en sectores sociales, y que esto a su vez debe unirse a la impostergable mejora de la calidad del gasto público, bajo la idea de «mejor y no más Estado es el desafío».
En torno a esta visión, con los matices del caso (ya que aumentar el Estado para nosotros no es ningún tabú si es que también sirve a la eficiencia), la refrendamos por completo, y agregamos que la informalidad, contrario sensu al pensamiento hernandosotista que en lugar de aclarar, enturbia, y que nos dice que «el gran problema del Perú no es la informalidad, sino una formalidad que bloquea tanto a los formales como informales» (tvperu.gob.pe, 15.06.2020), consideramos que es en la informalidad donde hay una evasión tributaria pura, por lo que el sistema formal obvio es que siempre ha de ser contrario a toda informalidad y debe de serlo, sino nunca habrían incentivos para dejar la informalidad, si es que los beneficios de estar en la formalidad son iguales o menores a no estarlo.
Una buena recaudación tributaria de la mano de una ejecución eficiente del gasto público es lo más apremiante para el Perú del Bicentenario, ya que así se puede viabilizar el tan ansiado proceso de modernización del Estado Peruano en sus áreas estratégicas. Y ¿Por qué es necesario modernizar el Estado? Por la simple razón de que no puede haber un contexto de igualdad de oportunidades (concepto central de la Economía Social de Mercado), en un marco de abierta desigualdad de acceso a servicios mínimos de calidad para el desarrollo humano (educación, salud y justicia). Los servicios públicos, al contrario de la postura de infantiloides libertarios, existen precisamente no para la nivelación hacía abajo o igualitarismo, sino al contrario, para la equidad hacía arriba.
Fuente: LIRA, Israel. «Columna de Opinión No. 231 del 26.07.2021». Diario La Verdad. Lima, Perú.
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