«¡No es tolerancia lo que estoy pidiendo, es respeto! Esta fue una declaración de un hijo de inmigrantes en Alemania quién entrevistamos cuando nosotros comenzamos nuestros esfuerzos de investigación en el campo del respeto. Él identificó una diferencia fundamental entre los conceptos de tolerancia y respeto. A medida que avanzaba nuestra conversación, llegamos a pensar que, de hecho, con demasiada frecuencia las personas usan el respeto, la aceptación y la tolerancia indistintamente, a veces siendo tolerantes cuando el respeto hubiera sido lo más adecuado (cf. UNESCO, 1995) y a veces hablan de respeto cuando en realidad solo expresan tolerancia o aceptación» (Niels van Quaquebeke, Daniel C. Henrich & Tilman Eckloff, 2007:185).
La historia de la humanidad ha estado plagada de fracturas sociales que han determinado grandes quiebres entre comunidades humanas y hechos de barbarie indescriptible y de humillación constante, nos referimos pues a la diversidad de cismas religiosos, las luchas entre ideologías políticas y ético sociales, así como la multiplicidad de reivindicaciones étnicas de pueblos varios. Si bien las sociedades modernas se han caracterizado por un paulatino proceso de pacificación social de la mano de la homogenización estructural en un ideario de tolerancia que le debe mucho a la teoría liberal de la tolerancia (Locke, 1689), lo cierto es que, esta forma de conceptualización de la tolerancia solo ha determinado una forma de paliativo a las contradicciones sociales, o lo que es lo mismo, se ha configurado no como la idea de entender o comprender al otro, sino de soportarlo, de aguantarlo.
Por lo general, tendemos a definir la categoría de tolerancia en términos de respeto, sin embargo, en la práctica social, vemos que son conceptos bien diferenciados. Mientras que una forma de expresión de la tolerancia puede entenderse como la idea de soportar al otro y su sistema de creencias (lo suficiente como para generar un contexto de menor proclividad al conflicto), la categoría de respeto parece manifestarse como la más demandada en la cotidianeidad de nuestras relaciones intersubjetivas, pudiéndola definir como el efectivo acto de comprensión y entendimiento de una persona respecto de otra (que genera un contexto de paz social más efectivo).
Es gracias a esta distinción por lo cual ahora se entiende mejor el axioma popular de «te entiendo pero no lo comparto», lo que es lo mismo que una forma de ser respetuosamente intolerante (p.e unos pueden comprender y sentir empatía por algunas personas que están a favor del aborto y aun así no apoyarlo) en la línea de otro adagio popular que es una frase muy atribuida a Aristóteles pero que en realidad es una tergiversación de un párrafo de su Ética nicomáquea: «Una mente educada es capaz de entender un pensamiento, sin aceptarlo». Así como puede darse el fenómeno contrario de ser irrespetuosamente tolerante (p.e unos pueden sentir manifiesto desagrado por una persona homosexual, pero nunca atentar contra ella). Esta es en si la dinámica entre las categorías de tolerancia y respeto.
Sin perjuicio de estas disquisiciones, nosotros al igual que Eva Brann (2018) y muchos otros, consideramos que el respeto es una idea superior que la tolerancia, ya que el respeto se trata de ser "visto y considerado adecuadamente", lo cual es corroborado por investigadores de la justicia que alegan que "sentirse respetado" es un ingrediente central de las percepciones de equidad de las personas (Lind & Tyler, 1988; Tyler, Degoey, & Smith, 1996; Tyler & Lind, 1992). Así tenemos que:
«El respeto es una alternativa a la tolerancia y la mejor…El respeto es mejor que la tolerancia por el anverso y el complemento de su severidad: no solo "soporta" a los demás, ni simplemente se abstiene de juzgarlos. Los toma en serio, porque el respeto implica la consideración, incluso la receptividad apreciativa. La tolerancia permite, incluso encuentra, cómodas miradas oblicuas, ojos desviados; el respeto mira a los demás a la cara, escucha sus palabras» (Brann, 2018).
Fuente: LIRA, Israel. «Columna de Opinión No. 187 del 05.10.2020». Diario La Verdad. Lima, Perú.
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