Son tres los objetivos básicos de todo auténtico nacionalismo (político, económico y socio-cultural), que son el marco de referencia mediata que nos ayudan a distinguir entre una propuesta nacionalista o una mera pareidolia anti-nacional, y a nuestra consideración, los siguientes:
1. SOBERANÍA POLÍTICA: Que la nación peruana alcance el grado de potencia emergente y de actor relevante geopolíticamente en el concurso de naciones, con la libre determinación en la dirección de sus destinos y sin ninguna injerencia por parte de potencias extranjeras tanto en su política interna como externa.
2. INDEPENDENCIA ECONÓMICA:Que la nación peruana alcance la plena industrialización y modernización que le permita a su vez mantener un total equilibrio entre el gasto y el ingreso público, financiando así todo proyecto gubernamental con las arcas del Estado Nacional, relegando de forma paulatina los mecanismos de endeudamiento internacional al ser lesivos en el mediano y largo plazo a los intereses nacionales.
En esa misma línea, estos dos objetivos pueden ser integrados y encontrar su plena justificación de la siguiente forma:
«La soberanía nacional siempre será ficticia si no viene acompañada de una efectiva y real soberanía económica. Esto no es sinónimo de autarquía, sino de independencia. No se trata de dejar de comerciar ni de aislarnos del mundo, sino de poder tomar las medidas económicas y monetarias que, sin necesidad de perjudicar a los países más desfavorecidos, mejor convengan a nuestra nación. Este tipo de medidas en el sistema capitalista siempre suponen perjuicio para otros, pero entiendo que en un sistema económico sindicalista no sería así, ya que la explotación que no permitiremos aquí tampoco la vamos a practicar de cara al exterior. Otra cosa es que no permitir nuestra explotación económica pueda perjudicar a los explotadores… Recuperar nuestra soberanía económica y monetaria resulta, pues, un deber ineludible para nosotros» (Garrido, 2005:10).
3. JUSTICIA SOCIAL: Que en la nación peruana exista tanto una justa distribución de la riqueza como una justa distribución de bienes culturales.
Es de precisar que nada tiene que ver este concepto (el de justicia social) con expropiaciones o confiscaciones como de forma muy ignorante se lo maneja en ciertos sectores liberal libertarios, sino con la búsqueda en el plano económico de la igualdad de oportunidades para el despliegue de los propios talentos, basándose en la solidaridad con el resto de los ciudadanos. La justicia social es un ideal o valor social que caracteriza la convivencia humana y guía la creación de lazos sociales.
Como tal el término fue acuñado por la Doctrina Social de la Iglesia, particularmente en la obra del jesuita italiano Luigi Taparelli publicada en 1843 e intitulada Saggio teoretico di dritto naturale, appoggiato sul fatto (Ensayo teórico del derecho natural apoyado en los hechos), en donde aparece por vez primera dicho concepto, entendido como «igualar de hecho a todos los hombres en lo tocante a los derechos de humanidad...».
Finalmente, las dos aristas de la justicia social son las siguientes:
(a) Justa distribución de la riqueza, la garantía de que todos los miembros de la sociedad deben participar en el bienestar así como en la creación, multiplicación y conservación de la riqueza.
(b) Justa distribución de bienes culturales, la garantía de que todos los miembros de la sociedad deben tener condiciones de acceso a la educación, el arte y la cultura sin los cuales no puede haber ningún tipo de desarrollo.
Por todo lo expuesto, nuestro más sincero deseo en estas fiestas patrias, es la construcción de una alternativa que vele por la soberanía política de nuestro Estado, la independencia económica de nuestra nación y la justicia social para todos los peruanos.
¡Viva el Perú! ¡Arriba el Perú!
Fuente: LIRA, Israel. «Columna de Opinión No. 175 del 29.07.2020». Diario La Verdad. Lima, Perú.
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