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Fundamentos de lo «Alto» en el Espectro Político

  • Foto del escritor: Israel Lira
    Israel Lira
  • 30 abr 2018
  • 15 Min. de lectura

Actualizado: 21 abr 2024


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Una de las preguntas neurálgicas que muchos interesados en el surgimiento del Crisolismo[1] dentro de la órbita de la Cuarta Teoría Política[2], han efectuado, es aquella relativa a la posición de esta teoría dentro del espectro político tradicional lineal o la llamada díada Izquierda-Derecha ¿Es el crisolismo de Izquierda? ¿Es el crisolismo de Derecha? o ¿Es acaso de Centro? Pues bien, la respuesta es muy sencilla, y a la vez que traerá consigo la formulación de posibles categorías para denominar un nuevo fenómeno en la política como lo es la cuarta teoría, no posición, para con ello evitar pensar que puede haber una quinta o sexta posición[3].


La primera respuesta que siempre dábamos ante tal interrogante, es que el crisolismo como teoría política peruana contemporánea, busca alejarse de las viejas categorías de izquierdas[4] y derechas[5], en tanto considera a las ideologías políticas a ellas vinculadas como caducas al contexto actual, así como portadoras de unos valores ajenos a las exigencias ontológicas del hombre, haciendo especifica alusión al Liberalismo, y aunándonos a la crítica efectuada a este último por Alain De Benoist (2002) [6]. Sin embargo, nos dimos cuenta que ello no era suficiente, y que era necesaria la creación de una categoría novísima, para la comprensión cabal de la postura crisolista dentro de un espectro político de acción.


El crisolismo concuerda con muchos aspectos tanto de la izquierda como de la derecha política, pero rechaza tanto sus equívocos, como sus versiones extremistas, a su vez que considera que el centro no es una posición en sí misma, sino que comparte la opinión de Maurice Duverger (1957), en tanto lo concibe como un punto geométrico, en donde confluyen las posiciones moderadas, es decir que, el centro, según sea el caso, es una posición moderada de derecha (centro-derecha) o de izquierda (centro-izquierda), aunque muchos hablan de la construcción de una tercera vía o social liberalismo o liberalismo social (centro-centro) que sería la ideología del centrismo, pero ello solo en el plano teorético.


Sin perjuicio de lo mencionado, hay un aspecto esencial del centrismo, que nos sirve para la profundización de una nueva categoría dentro del espectro político, y esta es la tendencia a la armonía y la objetividad:


«…se es centrista porque se considera que las dos posiciones que se oponen entre sí presentan elementos positivos tan fuertes que justifican una síntesis o una mediación, o porque se considera que ambos contendientes están equivocados, en cuyo caso el camino correcto consiste en situarse en el centro, es decir, por encima de las partes» (Bobbio, 1982, p.209).

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Como se puede apreciar en la gráfica, lo «Alto»[7] se encuentra en un eje vertical, por encima de la linea horizontal del espectro político, como manifestación de un ideal humano de superación y evolución.


El crisolismo ciertamente tiene ese espíritu, por lo que guarda relación con el centrismo en ese aspecto, pero está indudablemente en contra de este, en tanto que en la práctica su base [la del centrismo] 1. es la diada izquierda-derecha que se busca superar, y 2. una tendencia a no tener una postura claramente definida, por ello, el crisolismo que, no solo es una teoría política sino que también se expresa en su forma de ideología científico-política, refrenda la frase de la Cuarta Teoría Política de Dugin (2013), «más allá de la izquierda y la derecha, pero contra el centro».


Siendo así que surge la categoría en la que se encuentra el crisolismo, lo «Alto» (y en la que se encuentran todas las teorías e ideologías disidentes de izquierda o de derecha que no se identifican con sus formas clásicas sino que representan formas mixtas y que por ello pueden alcanzar más puntos de convergencia), no en el sentido atribuido por Pierre Ostiguy (1997) o Gianlucca Iannone (2010), sino entendido como «por encima de la izquierda y la derecha, pero que parte del único aspecto positivo y rescatable del centro», en referencia a esa tendencia de síntesis[8], destinada a la mejora y la perfectibilidad[9].


Conforme a todo lo expuesto, lo Alto se configura así como la expresión por excelencia de la postura popular en políticaya que el pueblo como tal no se identifica de pleno con ideologías de izquierda o derecha, el pueblo es pueblo y mira a los partidos desde el acantilado político, desde una visión panorámica, por encima de lo que se le presenta en el tablero político, generando adhesiones firmes y duraderas cuando se cumple con las expectativas populares y rechazos firmes y sancionadores cuando es traicionado. Pero también adhesiones momentáneas que duran la emoción de campaña y rechazos temporales que se convierten en nuevas adhesiones. Ese es el pueblo en toda su sencillez y complejidad. El pueblo no aboga por posturas determinadas en el espectro político, sino que brega más por ideales e ideas fuerza de libertad, orden, justicia y valores morales, que en tanto ideales son trasversales a las posturas políticas y que las trascienden y son superiores a estas. El pueblo apoyará la opción política que mejor sepa representar estos ideales metapolíticos. Nuestro espíritu de diálogo interpolítico y de superación patriótica va acorde con la construcción de esta nueva postura en la teoría y la práctica política nacional. Si como peruanos no podemos crear posturas nuevas acorde a nuestro contexto peruano particular ¿Qué clase de patriotas seremos para la nueva era? La nueva era del renacimiento nacional no será de mera repetición sino de creación heroica y si se quiere de repetición creativa. Por ello es que los actores del Alto son los –(i) ciudadanos de a pie, (ii) los decepcionados de los espectros políticos tradicionales y (iii) los de Izquierda o Derecha (iii)– que han tomado conciencia que hay ideales superiores que trascienden a sus posturas políticas, generando mediaciones que deben de primar a la hora de los debates y del establecimiento y ejecución de las políticas de Estado.


Como colofón a la presente, y a manera de síntesis, el altismo, puede resumirse en la premisa de: «Ideas de Izquierda con valores de Derecha» (Diego Fusaro citado por Rene Uffizi [10]) ¿Y cuales son las ideas de izquierda y los valores de derecha? (aunque la premisa también puede tomarse a la inversa) Se preguntara el lector. Sin pretender ser limitativos, una lista de categorías puede ser como sigue:


§ Valores de derecha: arraigo, patria, honor, lealtad, trascendencia, familia, eticidad.
§ Ideas de derecha: orden institucional, economía de mercado, libertad económica.
§ Ideas de izquierda: emancipación, derechos sociales, igual libertad material y formal, dignidad del trabajo, socialismo democrático en la producción y en la distribución.
§ Valores de izquierda: unidad de clase, empatía colectiva, justicia social.

Notas


[1] Neologismo creado para efectos de designar a esta nueva teoría política de la contemporaneidad peruana, que hace alusión al Perú como un crisol de varios pueblos, ideas y tradiciones, que con lo mejor de sus particularidades enriquecen y contribuyen a la construcción de la peruanidad.


[2] «solo hay una solución: rechazar las teorías políticas clásicas, tanto las derrotadas como las triunfantes, demostrar imaginación,comprender las realidades del nuevo mundo global, descifrar correctamente los desafíos del mundo postmoderno y crear algo nuevo, más allá de las batallas políticas de los siglos XIX y XX. Este enfoque es una invitación a desarrollar una Cuarta Teoría Política más allá del comunismo, del fascismo y del liberalismo» (Dugin,2013, p.24). A lo que nosotros aunamos, desde nuestro particular contexto peruano, la premisa de más allá del indigenismo y el hispanismo.


[3] La posición no es ni una teoría (sistema lógico deductivo conformado por hipótesis comprobadas) ni una ideología (conjunto de principios y declaraciones de objetivos derivados muchas veces de cuerpos teóricos),sino una zona táctico-estratégica donde toma postura el individuo o la colectividad . Por ende, en un conflicto entre empresarios y trabajadores,solo puede haber una postura posible, en favor de los trabajadores.


[4] En torno al socialismo marxista clásico, nos adscribimos a la tesis de Therborn y Bunge. Al respecto y como sigue: «El triángulo del marxismo clásico –el de la política, la ciencia social y la filosofía– se ha roto y es poco probable que vuelva a su condición original» (Therborn, 2008, p. 194-196). Por otro lado, «Marx y Engels intentaron elaborar una ideología científica, a la que llamaron socialismo científico. Pero solo llegaron a mitad de camino porque conservaron la dialéctica y gran parte del globalismo (holismo) que heredaron de Hegel, y porque se aislaron de la ´ciencia burguesa´ de su tiempo. Para peor, casi todos sus discípulos contribuyeron a momificar ese embrión de ideología científica. Al obrar de esta manera dogmática frustraron el intento de fusionar una ideología con la ciencia» (Bunge, 1985, p.132-133). De igual forma (con los matices del caso) compartimos las opiniones de Henry (1976), Sartre (1960), Gustavo Bueno (1972), Lukács (1970) y Kolakowski (1976). Sin perjuicio de ello, nada nos inhibe de rescatar del análisis marxista sus aspectos objetivos, de la misma forma que, p.e realiza el materialismo filosófico de G.Bueno.


[5] En torno al Fascismo, que en la teoría intentó enarbolarse como aquella propuesta que superara el comunismo y el liberalismo, la izquierda y la derecha liberal y conservadora, pero que en la praxis terminó por reafirmase como una derecha no-liberal, nos aunamos a la crítica efectuada por José Alsina Calves (2014) que profundizando a Dugin menciona lo siguiente:


«La tercera teoría política que aparece en la modernidad es el fascismo. Pero aquí vale la pena detenernos y hacer unas precisiones a la tesis de Dugin. Recordemos que este definía a una teoría política por su sujeto: para el liberalismo el sujeto político es el individuo y para el marxismo es la clase social. En su intento de definición genérica del fascismo Dugin tiene que reconocer una dualidad de sujetos políticos: la raza en el nacional-socialismo alemán y el Estado en el fascismo italiano. Esta reconocida dualidad de sujetos políticos hace sospechar que estamos ante dos fenómenos distintos.En realidad cuando hablamos del fenómeno fascista nos estamos refiriendo a una realidad plural, con una evidente pluralidad de sujetos. Algunas manifestaciones del fascismo (como la Guardia de Hierro Rumana o la Falange Española) estuvieron absolutamente impregnadas de espíritu religioso-católico, mientras que otras fueron absolutamente laicas y seculares. Algunos regímenes calificados de “fascistas”, como el de Franco en España, el de Oliveira Salazar en Portugal o el de Dollfus en Austria fueron en realidad dictaduras impregnadas de espíritu contrarrevolucionario,ideología por cierto a la que Dugin nunca se refiere, quizás porque no la considera propia de la modernidad, sino vestigio del antiguo régimen.


Algunos estudiosos del fenómeno fascista, como Sternhell, han intentado buscar un denominador común de todas estas tendencias,y han situado en Francia el origen de la ideología fascista, como una síntesis del monarquismo católico de Charles Maurras y sus seguidores y el sindicalismo revolucionario de Sorel. Pero esta síntesis sigue dejando fuera al nacional-socialismo alemán, centrado en la doctrina de la raza.Para Dugin el fenómeno fascista forma parte de la modernidad. Su principal batería de argumentos se centra, con razón, en el nacional-socialismo alemán. Estamos totalmente de acuerdo en que el racismo, que caracteriza a esta ideología, es un fenómeno esencialmente moderno. A nuestro entender el racismo tiene dos raíces ideológicas, ambas esencialmente modernas: la teoría calvinista de la predestinación, y una interpretación del darwinismo, de la mano de Spencer y de Haeckel (el darwinismo social) que nunca fue admitida por el propio Darwin. Para determinadas sectas protestantes cuando un ser humano viene al mundo ya está predeterminado por Dios si va a salvarse o a condenarse. Las buenas obras y el éxito profesional y en los negocios no son méritos, sino señales de que uno pertenece a los “elegidos”. Max Weber ya señaló en su momento la influencia de esta ideología en el capitalismo naciente. Pasar de la categoría de “individuos” elegidos a la de “pueblos” elegidos es fácil. El mismo fenómeno se da en el judaísmo con su teoría de “pueblo elegido por Dios”. Es significativo que en los pueblos de tradición católica raramente se han dado manifestaciones de racismo (que no hay que confundir con la xenofobia).La otra gran fuente ideológica del racismo es el darwinismo social,desarrollado por el filósofo ingles Herbert Spencer y el biólogo y filósofo alemán Ernst Haeckel. El darwinismo social (que nunca fue aceptado por Darwin) traslada los conceptos biológicos de selección natural y supervivencia del más apto a la vida social. La lucha de todos contra todos tuvo en un principio carácter de enfrentamiento físico, trasladándose después al terreno económico.


Los más “aptos” sobreviven y se apropian de todo. Cualquier intento por parte del Estado o de la sociedad de apoyar a los “débiles”, a los derrotados por la lucha social, va en contra del progreso y solo hace que cultivar vicio y pereza.Cuando el darwinismo social se traslada de los individuos a los pueblos aparece el racismo. Obsérvese que los mitos racistas están impregnados de mitos modernos ¿Por qué cree el racista que la raza blanca (léase alemana, inglesa etc.) es superior? Pues porque ha avanzado mucho más en el camino de la modernización, frente a otros pueblos “atrasados”, porque ha desarrollado la técnica, la industria, el capitalismo. Porque han destruido sus propias tradiciones y olvidado sus raíces, decimos nosotros. Aquí la “superioridad” de la civilización occidental. El racismo vinculado al darwinismo social y a la teoría calvinista dela predestinación son los nexos de unión entre liberalismo y nacional-socialismo, que confieren a esta ideología una indudable patina de modernidad, dando así la razón a Dugin. La cuestión es más problemática cuando nos referimos a otras formas de fascismo.En el fascismo italiano hay una mezcla algo confusa de elementos modernos y “tradicionales”. El culto a las máquinas y a la velocidad,procedentes del “futurismo”, así como el nacionalismo, que algunos autores relacionan con el jacobinismo de la Revolución Francesa,serían elementos modernos. Pero el culto al mito del Imperio,opuesto a la idea moderna de Estado-nación sería un elemento tradicional presente en el fascismo.En otros movimientos fascistas, como Falange Española o la Guardia de Hierro Rumana el elemento tradicional se hace presente en forma de una importante visión religioso-católica que impregna completamente estas ideologías.Hay finalmente un conjunto confuso de corrientes, que Dugin llama de la “tercera vía” que, aunque relacionadas con el fascismo, refuerzan de forma notable su rechazo global a la modernidad. Aquí estaría el nacional-bolchevismo, el socialismo de Strasser, o ciertos autores de la revolución conservadora. Al margen de estas matizaciones Dugin sostiene que tanto el fascismo como el comunismo se enfrentaron al liberalismo no por ir en contra de la modernidad, sino por presentar un programa de modernidad alternativa. El fascismo fue derrotado en el plano militar (con la colaboración comunista) y se convirtió en la “bestia negra” de la modernidad, en una auténtica encarnación diabólica del mal. El comunismo fue derrotado en el plano económico, y, tras el hundimiento de la URSS se convirtió en una antigualla que ni la misma izquierda se atreve a reivindicar.Comunismo y fascismo fueron, pues, dos ideologías que participaron de la modernidad, pero fueron derrotadas por el liberalismo, porque este representa, mejor que nadie, los ideales dela modernidad.Cuando el liberalismo se encuentra sin oponentes comienza una nueva era. La era de la globalización, de la muerte de la política, dela conversión del liberalismo en neoliberalismo: hemos entrado en la posmodernidad» (p.7-10).


Sin perjuicio de lo mencionado, el crisolismo como proyecto de cuarta teoría política peruana, implica per se enarbolarse como una teoría crítica de las teorías políticas (liberalismo, comunismo, fascismo) e identitarias (hispanismo, indigenismo) de la modernidad peruana. En aras de rescatar sus éxitos y rechazar sus errores históricos, para concebir una necesaria superación ante un escenario político, cultural y geopolítico distinto a los contextos que determinaron el surgimiento de estas y que las inhiben por ello de reflejar la contemporaneidad y de responder a esta de forma óptima en la solución de problemas y en la explicación y correcto entendimiento de fenómenos tales como la globalización, la geopolítica y la formación y el afianzamiento de identidades nacionales.


[6] BENOIST, Alain (2002). «Critique de l’idéologie libérale»,Lausanne, Suisse: L’Age d’Homme. Al respecto:


«Pero el liberalismo no es sólo eso. Históricamente, consiste sobre todo,como ha observado Thierry Maulnier, en una “reivindicación de la libertad para las nuevas formas de poder que nacen frente al Estado y para quienes las manejan” [La Societé nationale et la lutte des classes, en Les cahiers de combat , 1937]. En otros términos, el liberalismo es la doctrina por la que la función económica se emancipó de la tutela de lo político y justificó esa emancipación.Frente al Estado, el liberalismo se manifiesta en una doble forma. De una parte, hace de él una crítica violenta, glosa su “ineficacia” y denuncia los “peligros del poder”. De otra, y en una segunda etapa, se esfuerza por hacerla bascular hacia la esfera económica, a fin de despolitizarlo e invertir la antigua jerarquía de las funciones. A medida que va desarrollándose, la casta económica atrae a sí la sustancia del Estado, subordinando poco a poco la decisión política a los imperativos económicos. (…).De hecho, una de las principales características de la economía liberal es su indiferencia y su irresponsabilidad frente a las herencias culturales, las identidades colectivas, los patrimonios y los intereses nacionales. La venta al extranjero de las riquezas artísticas nacionales, la interpretación de la “utilidad” en términos de rentabilidad comercial a corto plazo, la dispersión de las poblaciones y la organización sistemática de las migraciones, la cesión a sociedades “multinacionales” de la propiedad o la gestión de sectores enteros de la economía y la tecnología nacionales, la libre difusión de modos culturales exóticos,la sumisión de los media a maneras de concebir y de hablar ligados al desarrollo de las superpotencias políticas o ideológicas del momento, etc, son características de las sociedades occidentales actuales que constituyen la derivación lógica de la aplicación de los principales postulados de la doctrina liberal. El arraigo, que exige cierta continuidad cultural y una relativa estabilidad en las condiciones de vida, no puede menos que chocar con el leitmotiv del nomadismo permisivo resumido en el principio liberal laisser faire,laisser passer. Tales son las bases del “error liberal”».



[7] Consideramos que la dicotomía izquierda-derecha (en Latinoamérica este proceso aun no inicia ni por asomo, ya que aquí no existe derecha iliberal) aún está en proceso de superarse, no es algo finiquitado, sin embargo, los acontecimientos de la política internacional contemporánea, reflejan que este proceso ha iniciado, en tanto cada vez mayor son los casos en los que una izquierda nacionalista tiene más en común con la derecha no-liberal, al momento de una protesta popular, teniendo como puntos de contacto el patriotismo y la pertenencia a la pequeña burguesía con conciencia proletaria, haciendo especial énfasis en el fenómeno de los Chalecos Amarillos en Francia. Siendo que se avizora una nueva dicotomía que enfrentará dos categorías, patriotismo y globalismo.


[8] ¿La Cuarta Teoría Política (y en ello, el Crisolismo como doctrina peruana inspirada en esta), es un ejercicio de hipocresía ideológica? ¿Un eclecticismo?Respuesta: «Todas las teorías políticas en su génesis son culpables del pecado del eclecticismo: Marx, por ejemplo, se basó en la economía política de Adam Smith (teoría del valor-trabajo), el materialismo de Ludwig Feuerbach y la dialéctica de Georg WF. Hegel, un idealista (en términos filosóficos). Los fascistas se basaban en el socialista Sorel, el pensamiento marxista y el sindicalismo, etc.» ― vía Nova Resistencia de Brasil.


[9] Nuestra tesis es similar a la sostenida por el político británico Sir Oswald Mosley: «También puede parecer una paradoja reclamar ser del centro cuando mis programas políticos pueden parecer a veces estar a la izquierda de la izquierda y otra veces a la derecha de la derecha. Es un centro incómodo, porque es en esencia dinámico y no estático, pero el punto de equilibrio, en esa fluida y progresiva política, es indudablemente el centro. Para salir airosamente de la continua crisis de nuestro tiempo, es necesario formar un centro con lo mejor de la nación, procedente de izquierda y derecha,decidido a la acción política por la supervivencia y la grandeza del país. La aparente paradoja se produce porque el programa estaba pensado entonces para llamar a la acción a toda la nación. Mi arriesgada combinación de «socialismo» e «idea de imperio» en las elecciones de 1918, fue la primera y cruda expresión de esta síntesis política, y esto ha continuado hasta el presente, no ya en términos de síntesis, sino también de nuevas creaciones en los más amplios campos y con visión de futuro. (...) Mi posición empezaba a adoptar ya alguna forma con la teoría política de que no puede haber orden ni estabilidad sin progreso, ni progreso sin orden y estabilidad. Una síntesis de la izquierda y la derecha era una necesidad práctica de la vida política» (Mosley,1973:68).


[10] «Ideas de Izquierda y Valores de Derecha: ¿Como producir esa fusión?»


René Uffizi a partir de la lectura del marxólogo italiano Diego Fusaro, se cuestiona sobre como llegar a la síntesis y refiere que hay un problema técnico respecto al tratamiento de la propiedad. Sin embargo, consideramos que es un pseudoproblema ya harto resuelto por la tipología establecida por José Antonio Primo de Rivera, con su distinción entre Propiedad personal (la extensión del hombre sobre sus cosas) y Propiedad capitalista (el capital como instrumento de dominación económica), lo que para Marx sería Propiedad privada per se (la que se obtiene producto del trabajo) y Propiedad privada burguesa (la explotación del hombre por el hombre). Esta claro que si se busca un socialismo democrático en la producción y en la distribución, el choque no es contra la propiedad personal y nunca podrá serlo, sino contra la propiedad capitalista, punto en común entre el marxismo y el nacional-sindicalismo, entre la izquierda y la derecha no-liberal, siendo esto último un ejemplo concreto que la síntesis no es solo posible sino imperativa.


Asimismo, bajo la visión José antoniana, la propiedad personal incluye a los empresarios (el empresario no siempre es capitalista sino a veces un trabajador más, como en el caso de la S.A.C), por otro lado, la propiedad capitalista, es decir, el capital acumulado de la gran empresa (S.A.A.) al que corresponde la categoría de capitalista en sentido estricto, se le impele a que cumpla su función social, es decir, no atente contra los derechos de los trabajadores, a lo que agregaríamos que no atente contra el medio ambiente, ahí tenemos varios mecanismos para hacer que el capital acumulado, no vaya en contra del interés nacional y vele por su función social (multas cuya cuantía este en función a la gravedad de afectación a los derechos del consumidor, a lo que se aúna p.ej. lo que en EEUU se llaman las sentencias paradigmáticas en donde por disposición legal se establecen dispositivos pro consumidor ante una afectación de derechos por parte de grandes empresas p.ej. caso Macdonalds, empresas de seguros, farmacéuticas, etc; y ya en el peor de los casos la figura de la expropiación para afectaciones muy graves como p.ej. los casos de deudas impagables como la expropiación de RUMASA en España, y más recientes con la empresa PEMEX en México). Por otro lado, una economía de mercado no es ajena a la planificación, se cuentan con varios ejemplos, p.ej. China en donde los criterios del mercado no se basan en el consumidor sino en los planes quinquenales del gobierno; Corea del Sur, con su experiencia de Chaeboles, grandes conglomerados de empresas fundadas por iniciativa estatal, la más grande actualmente es Samsung; Japón con su famoso MITI (Ministerio de planeación, control y fomento técnicos e industriales), etc, etc, etc.

Referencias bibliográficas


BENOIST, Alain (2002). «Critique de l’idéologie libérale», Lausanne, Suisse: L’Age d’Homme.


DUVERGER, Maurice. (1957). «Los Partidos Políticos». Fondo de Cultura Económica.


BOBBIO, Norberto. (1982). «Diccionario de Política». Siglo XXI de España Editores.


DUGIN, Alexander. (2013). «La Cuarta Teoría Política». Ediciones Nueva República.


OSTIGUY, Pierre. (1997). «Peronismo y antiperonismo: Bases socioculturales de la identidad política en la Argentina». En: Revista de Ciencias Sociales, Universidad Nacional de Quilmes, Septiembre, pp. 133-215. Gianlucca Iannone


IANNONE, Gianlucca. (2010). «Entrevista». En: Fuori dal Cerchio, de Nicola Antolini.


Fuente: LIRA, Israel. «Columna de Opinión No. 33 del 30.04.2018». Diario La Verdad

 
 
 

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