«…estamos viviendo en una economía del conocimiento en donde el trabajo mental vale cada vez más y el trabajo manual y las materias primas cada vez menos… el 97% de los dos dólares que pagas por una taza de café en Estados Unidos va al que hizo la ingeniería genética del café, el procesamiento, el branding, el marketing, la distribución, todos productos de la economía del conocimiento… sólo el 3% va al productor que acopio el café lo puso en una bolsa y lo mando al puerto… entonces la pregunta es… ¿de qué lado de la ecuación queremos estar? ¿Del 97% o del 3%? Latinoamérica está en el lado del 3%... vivimos todos de materias primas, exportamos materias primas...
…no quiero decir con eso que los países dejen de producir materias primas… obviamente si como país tienes una ventaja competitiva con ello es deber explotarla al máximo...
…yo voy mucho a China, Japón y Corea del Sur, porque me fascina como han sacado gente de la pobreza, independientemente de su color político, los de derecha, izquierda y centro, todos estos países han sacado millones de gentes de la pobreza… mientras los latinoamericanos estamos obsesionados por el pasado y guiados por la ideología, los asiáticos están obsesionados por el futuro y guiados por el pragmatismo…
(…) [aquí el presentador señala a Oppenheimer que China en sus libros dice una cosa mientras que en su retórica aplican otra]
…la gente que todavía habla de derechas e izquierdas vive en el siglo pasado, hoy no hay más derechas e izquierdas, hay países que reciben capitales, que atraen capitales y hay países que ahuyentan capitales…los países que captan capitales son aquellos que reducen la pobreza…
¿Qué tiene de izquierda China? Es el capitalismo sin derecho de huelga, es un capitalismo extremo, es el país más capitalista del mundo» (Canal América, 15.08.2017).
Nos hemos tomado el trabajo de transcribir este extracto de una entrevista que fuera realizada al reconocido periodista y politólogo argentino residente en Miami, Andrés Oppenheimer, que diera para la televisión argentina con motivo de la publicación de uno de sus libros intitulado «¡Crear o morir! La esperanza de Latinoamérica y las cinco claves de la innovación», publicado en 2014, en donde a través de diversas ejemplificaciones, transmite al lector la idea de que solo la innovación constante es motor de desarrollo de los pueblos y que las potencias que son tales, lo son, precisamente, porque están innovando constantemente.
En esta oportunidad no es el libro en particular el que venimos a comentar, sino la entrevista sobre el libro, ya que es en estas oportunidades que en directo se puede cotejar las reflexiones e ideas del autor que motivaron la investigación.
Sobre los dos primeros párrafos de la entrevista no tenemos nada más que refrendar, ya que, en otras oportunidades, al tratar el tema del necesario proceso de industrialización peruano, se ha dejado en claro que, somos una economía primario exportadora concentrada en materias primas, es decir, no generamos valor agregado a lo que producimos. Seguimos exportando las mismas materias primas que hace 50 años (Plan Nacional de Diversificación Productiva, 2014:14), y el objetivo principal que los gobiernos deberían tener, de aquí a quince años, es sentar las bases de una economía basada en el conocimiento. Sin perjuicio de que la ejemplificación antes citada de Oppenheimer al respecto fue clara, agregaremos que esto, una economía basada en el conocimiento no es otra cosa que un sistema productivo que genera valor agregado a lo que produce gracias a los conocimientos especializados con los que se cuenta y que provienen de la inversión en I+d+i (investigación, desarrollo e innovación tecnológica). Solo para que el lector se de una idea, refrescando en cierta forma datos que ya hemos brindado también en otras oportunidades. El Perú solo gasta el 0.08% del Producto Bruto Interno en investigación y desarrollo, mientras que Japón destina 66.3% a desarrollo tecnológico y 20.8 % a investigación aplicada.
Terminadas las ideas concordantes, pasamos a las críticas. Consideramos que A. Oppenheimer no es de aquellas personas que cae en sesgos cognitivos y/o análogos, sin embargo, son manifiestas ciertas imprecisiones en el resto de sus declaraciones. También es de mencionar que Andrés no es un filósofo y menos un teórico político, por lo que tampoco tendría porque saber ciertos aspectos técnicos vinculados a la dinámica de las ideologías en el mundo contemporáneo. Al respecto, pasamos a comentar algunas de sus declaraciones:
1. Que la filosofía asiática del desarrollo social y económico está centrada únicamente en el futuro: «…los asiáticos están obsesionados por el futuro y guiados por el pragmatismo» (A.Oppenheimer, 15.08.2017). Aunque así pareciese al ojo externo, es una visión lisiada, incompleta. El mundo asiático (China, Vietnam, Laos, Japón, Corea del Sur, Singapur) es una síntesis entre la tradición y la modernidad, entre el conservadurismo y el desarrollo, entre una sociedad ancestral y el futurismo. En ese sentido, por ejemplo:
«A pesar de la dificultad de otorgar valores absolutos a las interpretaciones de Nación, se debe rescatar el carácter místico, mitológico y lleno de simbolismos y aún de superstición que presenta la Nación China, el Dragón Celeste, la Tradición, el Imperio del Medio, el entorno mágico que enmarca el nacimiento de Confucio, el poder centralizado en los diferentes emperadores, en Sun Yat Sen, Mao o Deng Xiaoping, hacen que la interpretación del carácter nacionalista chino, responda a un escenario conservador respetuoso de los ritos y las costumbres, los ancestros y los ídolos, cercano a la concepción perennialista en donde la nación China ha existido y existirá siempre» (H.Rojas, 2007: 192).
Todo ello se puede resumir en la frase: «Un ojo en el pasado y otro en el futuro».
2. Que el problema de los países de Latinoamérica es el excesivo ideologismo y el culto al pasado: «mientras los latinoamericanos estamos obsesionados por el pasado y guiados por la ideología, los asiáticos están obsesionados por el futuro y guiados por el pragmatismo…» (A.Oppenheimer, 15.08.2017). Ya precisada la imprecisión sobre la unilateralidad futurista de los asiáticos (un fuerte culto al pasado lo tenemos en Japón en la imagen del Emperador y no por ello se habla que esto afecte a su idea de desarrollo), la mencionada cita básicamente puede ser entendida también como el afirmar que, los países asiáticos son potencias porque son pragmáticos y no ideologizados, esto también es otra visión incompleta del panorama, ya que el pragmatismo (corriente de pensamiento fundada por el norteamericano Charles Sanders Peirce en el Siglo XIX) es una filosofía que derivó en el surgimiento de muchas ideologías, llamadas por ello ideologías pragmáticas y cuya máxima es la siguiente:
«Considera los efectos prácticos de los objetos de tu concepción. Luego, tu concepción de esos efectos es la totalidad de tu concepción del objeto» (Peirce, 1878: 293).
En ese sentido, la tendencia a poner el pragmatismo por sobre la ideología es falaz, porque el pragmatismo también se expresa en forma de ideología (en tanto esta última implica una serie de principios y declaraciones de objetivos). Y el llamado capitalismo con valores asiáticos o confuciano de Corea del Sur y Singapur y el socialismo de mercado de China, Vietnam y Laos, son ideologías sociopolíticas y económicas en todo su sentido, es decir, las naciones asiáticas muy por el contrario de una desideologización, han establecido procesos de renovación ideológica, porque son conscientes que la praxis es la que determina la construcción de principios y objetivos, es decir, de la ideología de gobierno.
La ideología asiática es pragmática, esa es la diferencia (pero tienen una ideología que direcciona su política estatal ¿Como no podrían tenerla en un contexto geopolítico como el presente, de potencias que velan por sus propios intereses y en donde se necesitan unos principios directores para el total despliegue de las fuerzas productivas de la nación?).
Entonces, el tema no es una desideologización de Latinoamérica, que generaría un vacío o ausencia de marco de referencia para las políticas de Estado, que haría, como de hecho ocasiona ya actualmente, que muchos gobiernos de Latinoamérica sean funcionales a los intereses de las demás potencias por la ausencia de máximos principios directores de gobierno. Sino que el hecho esta en reemplazar una ideología ineficiente, dogmática o sumisa a intereses foráneos (ideología como conciencia falsa de la realidad), por una ideología pragmática, científica y eficiente, que sirva al interés nacional (ideología como conciencia verdadera de la realidad).
3. Que China es una nación ultra capitalista y que su teoría dice A mientras que en la praxis hacen B: «[aquí el presentador señala a Oppenheimer que China en sus libros dice una cosa mientras que en su retórica aplican otra]… ¿Qué tiene de izquierda China? Es el capitalismo sin derecho de huelga, es un capitalismo extremo, es el país más capitalista del mundo» (A.Oppenheimer, 15.08.2017).
Bueno, como decíamos al inicio, Andrés no es un filósofo y menos un teórico político, y menos un economista así que tampoco tendría porque saber las cuestiones técnicas vinculadas a la economía china que son el elemento disruptivo entre lo que generalmente se piensa y lo que realmente es, y es que la teoría del socialismo de mercado desde Den Xiaoping hasta Xi Jinping, ha hecho eso que el presentador en su ignorancia desconoce, es decir, actualizar la teoría con la praxis, y todo lo que los chinos han realizado en materia económica en los últimos 30 años, esta en los libros y trabajos de ese periodo hasta nuestros días. Al respecto, y solo como un ejemplo de ello:
«No existe una contradicción fundamental entre el socialismo y una economía de mercado. El problema es cómo desarrollar las fuerzas productivas de manera más efectiva. Solíamos tener una economía planificada, pero nuestra experiencia a lo largo de los años ha demostrado que tener una economía totalmente planificada obstaculiza el desarrollo de las fuerzas productivas hasta cierto punto. Si combinamos una economía planificada con una economía de mercado, estaremos en una mejor posición para liberar las fuerzas productivas y acelerar el crecimiento económico» (Deng Xiaoping, textos escogidos, V.III: 99).
Finalmente, solo basta efectuar un estado del arte de los trabajos más recientes en lo que respecta al análisis del sistema de economía china (haciendo énfasis en los del economista especializado en economía china Elias Jabbour) para desmitificar que China sea un avance hacia el capitalismo, o para los que les gusta usar un término más técnico, un capitalismo de Estado, y precisarla como una economía de mercado no-capitalista o economía mixta producto de una síntesis entre la economía monetaria, el keynesianismo y la planificación soviética:
«…el crecimiento sostenido del sector estatal en la economía china muestra que el modelo chino es muy diferente del capitalismo de estado, más aún del capitalismo liberal. En nuestra opinión, el sistema socialista de mercado de China se puede interpretar como clasificado como una "Nueva Formación Socioeconómica" (NSEF). El atributo más importante de la NSEF es la complejidad, ya que está marcada por la coexistencia de diferentes modos de producción. El socialismo de mercado de China se encuentra todavía en su etapa embrionaria y se rige por una combinación en constante evolución de diferentes modos y relaciones de producción. En este marco, se pueden identificar algunas leyes básicas de movimiento de la economía de mercado socialista de China» (Jabbour, 2021).
Fuente: LIRA, Israel. «Columna de Opinión No. 225 del 28.06.2021». Diario La Verdad. Lima, Perú.
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