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Impacto económico y político de la Guerra entre Irán e Israel

  • Foto del escritor: Israel Lira
    Israel Lira
  • 23 jun
  • 4 Min. de lectura
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Ante la indignación de las potencias occidentales por la guerra no declarada entre la República Islámica de Irán y el Estado de Israel, no han sido pocos los sectores políticos peruanos que han cerrado filas en derredor de la nación judía, emulando el gesto del ídolo de la derecha latinoamericana Javier Milei quién calificó la Operación León Naciente, nombre clave del ataque israelí que pretendía menguar las capacidades nucleares de Irán, como una defensa legítima de Israel y a la par de reafirmar su solidaridad con dicho Estado. Sin embargo, también hay opiniones disidentes que condenan a Israel y sus políticas bélicas, cierto es que la izquierda tradicionalmente se ha irrogado ese papel, pero ahora con su ingente descrédito, al menos en Latinoamérica, ya cada vez mengua ese monopolio, y el rechazo a la guerra y al genocidio palestino se han vuelto cuestión de humanidad y sentido común del ciudadano de a pie, en la opinión pública tanto de Perú como de América Latina. Nuestro país a través de la Cancillería no ha emitido a la fecha algún pronunciamiento oficial, más se tienen registros sobre apoyos a ciudadanos peruanos en ambos países en lo que atañe a su evacuación.

 

En lo que respecta a la guerra en sí, en lo político, Israel simplemente está sufriendo los impactos de sus propias políticas belicistas en Oriente Próximo, o lo que es lo mismo, está cosechando lo que ha sembrado, está pagando los platos rotos de su propio accionar genocida contra el pueblo Palestino y de su actitud belicosa con otros pueblos cercanos a sus fronteras, y de sus propias políticas de inteligencia, como el apoyo de Israel a Hamas en los momentos iniciales de su fundación para socavar facciones palestinas que no eran de su agrado.

 

Ante la incapacidad de la Operación León Naciente de ir más allá de sus propias capacidades militares, la intervención de Estados Unidos ha sido beneficiosa para Israel al prácticamente inutilizar los complejos de la industria nuclear de Irán (Fordow, Natanz y Isfahán.), porque Irán no tiene armas nucleares, que estaba en camino a producirlas eso ya nunca lo sabremos, en cambio Israel sí y es el único país que las tiene en Oriente Próximo. Y también hay que dejarlo constar, la Operación León Naciente fue un ataque preventivo de Israel a Irán, es decir, que Israel es el real agresor en este conflicto, como también lo fue en el conflicto del año pasado con Irán, las razones de esto son el expansionismo israelí que surge con la misma creación del Estado de Israel luego de la guerra árabe-israelí de 1948. El objetivo geopolítico del Estado de Israel, es la obliteración de Palestina y la creación del Gran Israel en su lugar, retornando al dominio territorial de tiempo del Rey David, como supremo objetivo del sionismo, que es el ultranacionalismo judío.

 

Dejando de lado el impacto político del conflicto, pasemos al económico, que es siempre el más apremiante a la hora de los conflictos, y el tema recurrente de las escaladas bélicas en Oriente siempre choca con una mercancía esencial a nivel global: el Petróleo.

 

Como se sabe Irán conjuntamente con Omán desde 1975 a través de un acuerdo, controlan el estrecho de Ormuz, que en términos sencillos es la puerta de entrada a los países del Golfo Pérsico, la conexión entre estos y el resto del mundo. Si Irán cierra ese estrecho temporalmente, adiós al transporte de petróleo [cerca de 20 millones de barriles que pasan por allí y que no podrán exportarse], y también de gas natural licuado, y hola crisis energética mundial de la mano con el encarecimiento del petróleo y sus derivados a nivel mundial. Esta es la razón geoeconómica por la cuál a las potencias no les interesa un conflicto de larga duración en dicha región.   

 

En Latinoamérica, y el Perú en estricto, el impacto directo sería el alza de los costos del mismo petróleo y derivados, lo cual incluye a la gasolina. Ahora, el Perú también es un país productor de Petróleo, entonces: ¿Por qué nos afectan siempre estas circunstancias si somos productores? La respuesta es obvia y reside en el hecho que nuestra producción nacional de crudo es exigua y no alcanza para cubrir la ingente demanda nacional. Por citar algunos datos, si bien en 2024 nuestra producción alcanzó los 40, 631 barriles diarios, que es nuestro mejor nivel desde prepandemia, sin embargo, nuestra demanda nacional asciende a 250,000 barriles diarios.  

 

Lo anterior reafirma que somos un país que no contamos con autosostenibilidad petrolera y menos con seguridad energética, y dependemos también de la importación. Solo en 2024 (así es, en ese mismo año que tuvimos nuestra máxima producción de barriles), el Perú importo US$ 4,558 millones en petróleo y derivados.  Esto es una llamada de atención a la inversión privada y al Estado, para efectos de modernizar nuestra industria petrolera y dejar de ser dependientes y afectos a los vaivenes de los conflictos globales y sentar las bases de una mayor independencia económica y estabilidad energética.


Fuente: Fuente: LIRA, Israel. «Columna de Opinión No. 264 del 23.06.2025». Diario La Verdad. Lima, Perú.

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