En el ínterin de la crítica a la economía clásica y en los inicios de la respuesta marginalista al socialismo marxista, surgió una nueva corriente en el pensamiento económico-político, entre 1840 y 1917, que muy por el contrario de seguir los pasos de Adam Smith, denuncio a este tipo de pensamiento como muy abstracto y ajeno a la naturaleza de cada pueblo, he ahí el énfasis que ponía esta escuela al análisis histórico. Alemania no es Inglaterra, decían, por lo que las políticas de laissez-faire no iban con el ethos alemán del nacionalismo, el patriotismo, el militarismo, el paternalismo, la devoción al deber y al trabajo arduo y la masiva intervención del gobierno (Brue, Grant, 2013:206), características que describen muy bien al Socialismo de Estado de Bismarck (Der Staatssozialismus paukt sich durch, 1881). Es dentro de este marco que surge la escuela histórica alemana de economía.
La Escuela Histórica Alemana creía fuertemente en la necesidad del Estado como institución que denotaba una asociación superior guiada por un espíritu de comunidad de fines hacia el bien común, que mientras en los clásicos se gráfica como un lastre, y en el socialismo marxista primigenio como institución de dominación burguesa (visión que variaría con Stalin, Mao Tse Tung y Kim Il Sung, que también profundizarían en la correcta comprensión del nacionalismo, diferenciando el nacionalismo burgués, reaccionario, perteneciente a la primera crítica del socialismo marxista primigenio, del nacionalismo popular, revolucionario), en los historicistas alemanes es factor fundamental del bienestar general. Al respecto:
«La doctrina de Adam Smith en lo que concierne al comercio internacional no es sino una continuación de la de los fisiócratas. Lo mismo que estos últimos, ignora al nacionalismo; excluye casi totalmente a la política y el gobierno; supone la existencia de una paz perpetua y de una asociación universal; deprecia las ventajas de la industria nacional de manufactura, así como los medios de adquirirla; exige un libre comercio absoluto» (List, 1856:420).
Friedrich List (1856), el precursor de esta escuela pondría en tela de juicio las posturas de Adam Smith, reconociendo el carácter hipócrita de su tan llamada armonía de intereses, ya que es un hecho fáctico que los intereses privados no siempre están encaminados al bien común. En la misma línea, Wilhelm Roscher (1854) desde una perspectiva realista, reconoce que «los hombres distan tanto de ser demonios como de ser ángeles. Conocemos a pocos que sólo se dejan guiar por motivos ideales, pero también a pocos que sólo escuchan la voz del egoísmo y no les importa nada que no sea de ellos mismos», es decir que, el tan pretendido egoísmo como única actitud ético-moral universal que los economistas clásicos pretendieron dar a la humanidad es un sofisma pleno, cuando el carácter de lo humano siempre se ha caracterizado por la dinamicidad entre el egoísmo y el altruismo.
Así como existen hombres egoístas, también los hay caritativos, y aquí es donde se reafirma la importancia del Estado ante tales dicotomías propias de la naturaleza humana que a veces se nos presentan como obstáculo al desarrollo (producto de la conflictividad entre egoísmo y altruismo), así Werner Sombart refrendaba la defensa del Estado brindada por Ferdinand Lasalle, precisando que:
«...la idea de Estado es una unidad de individuos en un todo moral, una unidad que incrementa millones de veces el poder de todos los individuos que están incluidos dentro de esta unión (…) El propósito del Estado es, por consiguiente, llevar al ser humano a un desarrollo positivo y a un desarrollo progresivo; en otras palabras, llevar la determinación humana, es decir, la cultura de la cual es capaz la raza humana, hasta que cobre vida» (1937:160).
Interesante es de mencionar que Sombart, antes del advenimiento del nacionalsocialismo en Alemania –que ciertamente se vería influenciado por esta escuela–, se proclamaba como un ferviente marxista, tan es así que hasta se ganó el favor de Engels por su temprana interpretación del Capital de Marx (Harris, 1942:807). Sin perjuicio de su giro al nacionalismo (precisando, como se mencionó hace un momento, que el socialismo marxista primigenio no integra al nacionalismo en sus consideraciones sino de una forma crítica, recordando la obra de Marx y Engels, los nacionalismos contra el proletariado, que era reforzado a su vez por la posterior visión trotskista de un internacionalismo hostil a las nacionalidades), no por ello significó esto su alejamiento de una visión reformista, y es que la diferencia entre los economistas clásicos y la escuela histórica alemana, se sustentaba en la primacía que se le daba a la locomoción de los sistemas económicos.
Los historicistas se veían como dinámicos, un rechazo absoluto al espíritu estático de los liberales clásicos, por ello hacían énfasis en las reformas sociales como vehículo de bienestar y al análisis de cada realidad particular, y que los sistemas económicos también son otra expresión particular del Volkgeist o espíritu nacional, en tanto que no puede haber un orden social universal (allgemeingültige Ordnung) para todas las naciones, ya que cada cual tiene sus propias particularidades:
«No hay peor ilusión que la de los antiguos economistas ingleses de que hay cierto número de instituciones legales y económicas simples y naturales que siempre han sido como son y que siempre seguirán siendo así; que todo el progreso de la civilización y la riqueza es simplemente individual o técnico; que simplemente es una cuestión de creciente producción o consumo que se puede lograr y se logrará sobre la base de las mismas instituciones legales. Esta fe en la estabilidad de las instituciones económicas fue el resultado de la ingenua confianza, demasiado imaginativa, de los antiguos economistas en la omnipotencia del individuo y de la vida individual. De manera que el socialismo tal vez ha sobreestimado la importancia de las instituciones sociales. Los economistas históricos y la moderna filosofía de la ley les han asignado su debida posición al mostrarnos que las grandes épocas del progreso económico se relacionan sobre todo con la reforma de las instituciones sociales» (Schmoller, 1894:22-37).
Referencias bibliográficas
LIST, Friedrich. (1856). «National System of Political Economy». Filadelfia: Lippincott.
ROSCHER, Wilhelm. (1878). «Idea of Justice in Political Economy». TOMO I & II,. Nueva York, Holt.
SOMBART, Werner. (1937). «A New Social Philosophy». Princeton University Press.
HARRIS L., Abram. (1942). «Sombart and German (National) Socialism». Journal of Political Economy. Vol. 50, No. 6.
BRUE, Stanley, GRANT, Randy. (2013). «Historia del Pensamiento Económico». 8va Edición.
Fuente: LIRA, Israel. «Columna de Opinión No. 93 del 24.06.2019». Diario La Verdad.
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