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Foto del escritorIsrael Lira

La Función Social de la Utopía



Dina Picotti (2016), tomando como referencia a Ricoeur (1984), reafirma el hecho que el imaginario social se manifiesta, es decir, se expresa a través de dos funciones esenciales concretas, una de estas es la ideología y la otra la utopía. Asimismo, se nos comenta que estas dos categorías se han desenvuelto a su vez con una diversidad de matices, que por lo general desarrollan una variedad de otras significaciones que dependiendo del enfoque han servido para reivindicar o denostar, construir o destruir, legitimar o distorsionar, etc. Es decir que, el enfoque en el que han sido cultivadas ha sido determinante para que estas narrativas sociales hayan tenido un resultado positivo o negativo en la historia humana, pero que del hecho que no podemos rehuir es lo concerniente a que, sin perjuicio de estas consecuencias benignas o perniciosas, estas producciones sociales son las que han determinado de forma tajante, un antes y un después, un elemento disruptivo en el desarrollo social, y de que por ello han sido cruciales en nuestra forma de ubicarnos en la historia, a lo que nosotros agregaríamos de interpretar y comprender nuestro lugar en la historia.


Sobre la ideología ya hemos hablado en diversidad de oportunidades largo y tendido (principalmente, ver Teoría Pura de la Ideología, N0. 124, 29.11.2019), y para entendernos al respecto solo diremos que hay dos formas de manifestación de esta en el terreno gnoseológico: la ideología como conciencia falsa, y la ideología como conciencia verdadera. Esta última trata de aportar fielmente a mejorar la realidad que viene a representar y que por ello siendo (la ideología) un sistema de juicios de valor y declaraciones de objetivos (Bunge, 2013), utilizará diversidad de herramientas metodológicas para la mejor estructuración de ese sistema. Mientras que la ideología como conciencia falsa, tiende a deformar la realidad para adecuarla a sus principios, siendo este el sentido peyorativo de ideología que todos conocemos. Bien, era necesario revisar brevemente la conceptualización de ideología dado que la utopía se nos muestra en su relación con la ideología de manera contrapuesta, en el siguiente sentido:


«…la función de la “utopía” es la de proyectar la imaginación fuera de lo real, en un afuera que es también un ninguna parte y ningún tiempo (ucronía). Su función se muestra de este modo complementaria a la de la ideología: si esta preserva y conserva la realidad, la utopía la cuestiona. Es un ejercicio de la imaginación para pensar otro modo de ser social, que la historia de las utopías ha reivindicado en todos los ámbitos de la vida en sociedad: otros modos de existencia familiar, de economía, política, religión, etc., produciendo también proyectos opuestos entre sí porque el orden tiene muchos contrarios. La utopía constituye entonces la réplica más radical a la función integradora de la ideología. Si la función central de esta es la legitimación de la autoridad, la utopía cuestiona una manera de ejercer el poder; pretender ser una escatología realizada de lo que el cristianismo ubica al final de la historia» (Picotti, 2016: 40).

Sin perjuicio de lo mencionado, hay algunas precisiones que hacer a la precitada referencia de Picotti, en el sentido que, si bien una de las facetas de la ideología (p.ej. ideologías sociopolíticas como el liberalismo, el socialismo marxista y el fascismo) es, como en efecto lo es, la producción y legitimación de relaciones de poder, también es la ideología la que sirve para cuestionar un poder establecido. Si la ideología, bajo este sentido, también cuestiona un orden de cosas y también significa imaginar otros modos de ser social ¿Qué la diferencia de la utopía? ¿Dónde termina la ideología y donde comienza la utopía? Al respecto, consideramos que cuando lo ideológico sobrepasa sus límites, es decir, los límites de lo real, de lo factible, de lo posible, podemos tener dos posibles escenarios: (i) entramos al terreno de la ideología como conciencia falsa; o (ii) nos adentramos al espacio de lo utópico.


Lo utópico ha estado presente en la humanidad desde que se tiene registro de obras escritas, particularmente con La República, cuyo Sócrates platónico sirvió de base para la obra Utopía de Tomás Moro (1516), a la cual se le atribuye la acuñación del neologismo.


Si en la ideología tenemos visiones realistas del cambio social, en la utopía se expresa la panacea ultra romántica de la máxima realización humana. Y es que la palabra misma utopía, «… se refiere a un aspecto fundamental de la esencia humana, el ámbito de la creación imaginativa, que siempre trasciende a la realidad y le permite orientarse a, proyectar y alcanzar otras posibilidades, en tanto abierto por su espíritu a todo lo que es, como ya afirmaba Aristóteles» (Picotti, 2016: 38).


Nuestra América para nada ha sido ajena a las utopías, sino que al contrario son las utopías las que han guiado siempre los procesos históricos emancipatorios y de liberación nacional, p. ej. el ideal de la Patria Grande, «…e1 principio de la unidad del Continente es uno de los leitmotiv del discurso utópico latinoamericano» (Aínsa, F. 2010).


Pero, así como hay utopías sociopolíticas (la Paz Mundial entre las naciones para los pacifistas o el Imperio Universal para los autoritaristas), económicas (la abolición de las clases sociales para los socialistas marxistas o el libre mercado para los liberales y libertarios) y religiosas (el reinado social de cristo para los católicos o la unificación del cristianismo mundial para los milenaristas), también las hay científicas, siendo una de estas últimas (la conquista del espacio) la que dio un gran impulso a la era de la exploración del Cosmos.


Visto todo lo expuesto, consideramos que la función social de la utopía queda claramente esbozada. La utopía sirve para establecer una dirección ideal como narrativa imaginativa susceptible de corporeizarse en un tiempo indeterminado o como diría Fernando Birri (1986):


«Ella está en el horizonte. Me acerco dos pasos, ella se aleja dos pasos. Camino diez pasos y el horizonte se corre diez pasos más para allá. Por mucho que camine, nunca la alcanzaré ¿Para qué sirve la Utopía? Para eso sirve: para caminar».

Fuente: LIRA, Israel. «Columna de Opinión No. 236 del 30.08.2021». Diario La Verdad. Lima, Perú.



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