Muchos teóricos han tratado el tema de la propiedad privada, y casi siempre se han divido en dos posturas principalmente, en defensa irrestricta de esta o en favor de su abolición. En el primer grupo se encuentran liberales y un sector de conservadores filoliberales quienes la abordan desde una visión idealista (subjetiva), como un derecho de carácter absoluto e irrenunciable (Varnagy, 2000:56-57). Sin embargo, esta visión liberal históricamente generó muchos problemas, en tanto era también previsible que, con la creación del dinero, se generaría la acumulación ilimitada de propiedad privada (Locke, II:36) sin que obre trabajo de por medio, génesis de las desigualdades que determinó el surgimiento del socialismo como principal antítesis.
Para el socialismo marxista, de visión materialista (dialéctica e histórica), la propiedad (privada burguesa) en si es una institución moderna que merece ser abolida en tanto:
«…expresión última y la más acabada de ese régimen de producción y apropiación de lo producido que reposa sobre el antagonismo de dos clases, sobre la explotación de unos hombres por otros» (Marx, Engels,1975: 50-55).
Por su parte el socialismo libertario o anarquismo, hacía lo propio declarando abiertamente y sin tapujos que la propiedad era en esencia un robo (Proudhon, 1975:29) y que en si no era otra cosa que el derecho de aubana o albinaje que el propietario se atribuye sobre una cosa, entendido a este último como una especie de tributo inherente a la propiedad que puede manifestarse en forma de arriendo, alquiler, renta, interés (Proudhon, 1975:135-136).
Por otro lado, tenemos al fascismo que también tuvo en sus consideraciones a la propiedad desde el idealismo (objetivo) actualista, negando la visión que tenían tanto el liberalismo como el socialismo de esta, pero al final de cuentas defendiéndola de igual forma:
«Nada de socialismo, porque el Régimen respeta y hace respetar la propiedad privada (…) pero tampoco nada de liberalismo indiferente» (Mussolini, 1934).
En torno a estas profundizaciones se aunó una cuarta corriente de pensamiento que lejos de una visión de estricta defensa o abolición, abogó por un enfoque crítico-realista, en ello, el sindicalismo nacional, que equívocamente se tiende a reducirlo a una forma de fascismo, nada más alejado de la realidad como veremos, y que se deriva del pensamiento del abogado y político español José Antonio Primo de Rivera (1903-1936).
La historia fue injusta con la figura de José Antonio, fundador de la Falange Española, por los hechos que le sucedieron a su muerte, reduciendo su pensamiento a un simple capítulo del fascismo y el derechismo. Sin embargo, y de la revisión de sus obras completas, se tiene que aun en pleno auge de los fascismos, no dudó en marcar distancia, y establecer las diferencias consustanciales entre su propuesta nacional y sindical, y lo que en una visión muy adelantada a su época significaba el rechazar tanto posturas de izquierdas como de derechas: «la derecha es la aspiración a mantener una organización económica, aunque sea injusta, y la izquierda es, en el fondo, el deseo de subvertir una organización económica, aunque al subvertirla se arrastren muchas cosas buenas» (Primo de Rivera, 1933:163); e inclusive al mismo fascismo que se enarbolaba en aquel entonces como una pretendida “tercera posición” entre el liberalismo y el marxismo: «En el mundo prevalece el fascismo, y esto… más nos perjudica que nos favorece, porque el fascismo tiene una serie de accidentes (...) que no queremos para nada asumir» (Primo de Rivera, 1934:301).
La idea sobre propiedad que tenía José Antonio rescataba muchos aspectos del criticismo inicial elaborado por Marx, pero era más afín con la crítica soreliana del sindicalismo revolucionario: «Por eso tuvo que nacer, y fue justo su nacimiento (nosotros no recatamos ninguna verdad), el socialismo. Los obreros tuvieron que defenderse contra aquel sistema (el capitalista liberal), que sólo les daba promesas de derechos, pero no se cuidaba de proporcionarles una vida justa» (Primo de Rivera, 1970:457). A ello le siguió una crítica tanto al liberalismo, al marxismo como al mismo fascismo y por ende de sus concepciones de propiedad.
Las ideas principales de José Antonio a este respecto podrían resumirse en la propiedad como proyección y la diferencia entre propiedad privada y capitalismo (y por ende, de la propiedad capitalista).
Para José Antonio, la propiedad se configura como una proyección directa del hombre sobre sus cosas, es decir, como un atributo elemental humano, hasta aquí no hay diferencia con la visión defensiva, sin embargo, continúa, el capitalismo ha ido sustituyendo esta propiedad del hombre por la propiedad del capital, como instrumento técnico de dominación económica, en este último sentido se aproxima a la visión socialista (ya que Marx también realiza la distinción entre la propiedad personal o personalmente adquirida –producto del esfuerzo y el trabajo humano y que es la base de toda libertad– y la propiedad privada burguesa o propiedad capitalista –producto de la explotación del hombre por el hombre–) y se diferencia de la fascista (ya que siguiendo a Mussolini si bien en el fascismo se le otorga una función social a la propiedad privada, no se hacen mayores distinciones dentro de la misma como si lo hace el marxismo). Para finalmente darle su sentido propio, que tiene sus matices con las anteriores:
«Cuando se habla del capitalismo no se hace alusión a la propiedad privada; estas dos cosas no sólo son distintas, sino que casi se podría decir que son contrapuestas. Precisamente uno de los efectos del capitalismo fue el aniquilar casi por entero la propiedad privada en sus formas tradicionales» (Primo de Rivera, 1970:657).
Por formas tradicionales de la propiedad José Antonio entiende a la mencionada relación directa del hombre con sus cosas (propiedad artesana, del pequeño productor, del pequeño comerciante) y que a medida que el capitalismo se va perfeccionando, se hace más impersonal y termina en abstracción, génesis de todos los problemas relacionados al capitalismo (la aglomeración ilimitada del capital, la proletarización y la desocupación).
Por estas razones para José Antonio, la propiedad privada, nada tiene que ver con la propiedad capitalista: «El trabajo es una función humana, cómo es un atributo humano la propiedad. Pero la propiedad no es el capital: el capital es un instrumento económico, y como instrumento, debe ponerse al servicio de la totalidad económica, no del bienestar personal de nadie» (Primo de Rivera, 1970:754). Por lo expuesto, la propiedad capitalista es exactamente lo contrario a la propiedad privada, en tanto usa el capital no como un instrumento al servicio de la producción, sino como un instrumento técnico de dominación económica que alcanza la categoría de factor fundamental de la producción, y con unos supuestos derechos propios que le elevan incluso por encima del trabajo (Garrido, 2005:3).
Referencias bibliográficas
VÁRNAGY, Tomás. (2000).«El pensamiento político de John Locke y el surgimiento del liberalismo». En: La Filosofía Política moderna de Hobbes a Marx. CLACSO, Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales.
LOCKE, John. (1991). «Dos ensayos sobre el gobierno civil». Editorial Espasa.
MARX, Karl & ENGELS, Friedich. (1975). «Manifiesto del Partido Comunista». Ediciones en Lenguas Extranjeras, Pekín. República Popular China.
PROUDHON, Pierre-Joseph. (1975). «¿Que es la Propiedad?». Ediciones Orbis.
MUSSOLINI, Benito. (1934). «Scritti e Discorsi di Benito Mussolini, Edizione Definitiva». Ulrico Hoepli Editore, Milano.
PRIMO DE RIVERA, José Antonio. (1970). «Obras Completas». Edición Cronológica, Recopilación de Agustin del Rio Cisneros. Delegación Nacional de la Sección Femenina del Movimiento.
GARRIDO, Jorge. (2005). «El Nacionalsindicalismo como alternativa al capitalismo».Texto de la conferencia pronunciada por Jorge Garrido San Román el 7 de mayo en la sede de Falange Española de las JONS de Valladolid.
Fuente: LIRA, Israel. «Columna de Opinión No. 78 del 22.11.2018». Diario La Verdad.
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