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Pensamiento Político en G.W.Leibniz

  • Foto del escritor: Israel Lira
    Israel Lira
  • 4 oct 2021
  • 3 Min. de lectura

Actualizado: 28 may


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En primer lugar, hay que precisar que la filosofía política leibniziana no es una filosofía política liberal, en tanto que su preocupación no es la distribución del poder (Rodero, 2015: 5), sino que por el contrario su centro de reflexión orbita en torno a aquellas razones que dependen del saber y el poder del gobernante, en ello, la perfección, la felicidad o la utilidad de los gobernados (Hermann, 1958:37). Por ello, el interés de Leibniz (siendo él polímata, filósofo, matemático, , lógico, teólogo, jurista, bibliotecario y político alemán del Siglo XVII) se concentra, bajo la lectura mencionada, en (i) la reforma de la educación y (ii) la fundación de sociedades científicas.


Para la ejecución plena de estos objetivos, Leibniz era consciente que se necesita un poder absoluto, o casi absoluto por parte del gobernante, por ello manifestará que esta característica del poder político no es per se ni buena ni mala, es decir que, la naturaleza benigna o perjudicial de la concentración del poder político, es contingente. Si sirve al bienestar social y el desarrollo, será positiva, en cambio si sirve para la decadencia social y el abuso de los gobernados, será negativa. Y esto se entiende en el propio contexto político histórico de Leibniz caracterizado por regímenes absolutistas como el de Luis XIV en Francia, el Rey Sol, quien llegó a convertirse en el arquetipo de gobernante de su época, protector de las artes y las ciencias, con la fundación en 1635 de la Academia Francesa.


Ahora esto, como nos señala Rodero (2015), no implica que Leibniz tenga una conceptualización del poder ilimitado, sino que los márgenes de la acción política al final tienen como único restrictivo las exigencias morales que la misma acción política requiere del gobernante, y mientras esta acción política, cumpla su objetivo primordial, en ello, el perfeccionamiento del gobernado, será en sumo una acción política correcta y conforme a la moral, por lo que autoridad política y exigencias morales son cuestiones inseparables («...cuanto más buena voluntad tengan los espíritus, y más inclinados se sienten a contribuir a la gloria de Dios, –lo que es lo mismo a– la felicidad común, más participarán ellos mismos en esta felicidad, de lo contrario, serán indudablemente castigados...» –Leibniz, 2011: 571). Al respecto:


«Los principios éticos, sin coartar al gobernante en absoluto, le provocan una mayor actividad e iniciativa. Esta faceta de la moral es previa a esa otra conforme la cual nos impide hacer determinadas cosas. La moral proporciona al ser humana no solamente una pautas de acción, sino además una razones para actuar» (Rondero, 2015: 6).

Por otro lado, Leibniz le otorgó una importancia fundamental al tema del respeto, y esta es en sí una apreciación personal, ya que lo que Leibniz entendía por tolerancia, bajo la revisión de sus ideas, a nosotros se nos muestra como respeto, en tanto bajo hermenéutica contemporánea, la tolerancia se nos presenta como aquel valor liberal que solo aguanta al otro, le deja su espacio existencial por indiferencia funcional, no busca el intercambio de ideas para el perfeccionamiento, en cambio lo que Leibniz buscaba en realidad era un contexto de comprensión y entendimiento mutuo entre las religiones de su época, que habían desgarrado particularmente a Alemania, en las guerras de religión:


«…no cabe pensar que el auténtico parecer de G.W. Leibniz fuera otro o que esta cuestión le preocupaba escasamente. Su cuestión con respecto a las diversas religiones responde a su metafísica, más específicamente a la creencia de que existe una multiplicidad de perspectivas de una misma verdad, que se hallan manifestadas, aunque de modo confuso, en cada una de ellas» (Rodero, 2015: 7).

Finalmente, a diferencia de Rodero (2015) para el cual Leibniz solo hace filosofía y muy escasamente teoría política (Ver: La meditación sobre la noción común de justicia), se nos opone el enfoque de Carvajal Villaplana (2012) que considera equivoca tal aseveración, y nos reafirma el hecho que el pensamiento leibniziano contribuyó a la idea de la empatía sociopolítica, es decir, ponerse en el lugar del otro (1992, L.III.Cap.27), así como a la idea del buen gobierno y el control ético del poder. Máxime, nos dice Carvajal, si muchas de sus ideas logaron influir en su época, lo que hace de Leibniz no un simple filósofo, sino también un teórico, en tanto puso en práctica su pensamiento político en su propia realidad concreta al estar cerca de los que detentaban el poder político de su época.


Fuente: LIRA, Israel. «Columna de Opinión No. 244 del 04.10.2021». Diario La Verdad. Lima, Perú.

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