¿Qué es la virtud? ¿Cuáles son las principales virtudes humanas? ¿En qué consiste cada una de las virtudes? ¿Existen virtudes universales o cada sociedad y cultura tienen su propia escala de ellas? ¿Qué entendemos por Vicio o Vicios? Estas son las preguntas neurálgicas que realiza una rama de la Filosofía Moral llamada Teoría de la Virtud y que por mucho tiempo ha sido materia de diversas disquisiciones filosóficas, desde Grecia hasta nuestros días, y que a la fecha sigue siendo parte del debate entre filósofos morales como rama que 1) puede complementar a las teorías de la acción correcta; o desde una postura más radical, 2) superarlas por completo.
Por teorías de la acción correcta, entendemos al egoísmo ético, al utilitarismo, al kantismo, y al contractualismo. En donde a diferencia de la teoría de la virtud, lo central no eran las virtudes sino la idea de corrección y obligación. Así tenemos por ejemplo, y siguiendo la obra de Rachels, lo siguiente:
§ «Cada persona debe hacer aquello que mejor promueva sus propios intereses (el egoísmo ético).
§ Debemos hacer aquello que promueva la mayor felicidad para el mayor número de personas (el utilitarismo).
§ Nuestro deber es obedecer las reglas que pudiéramos consistentemente desear que fueran universales; esto es, reglas que quisiéramos que la gente siguiera en toda circunstancia (la teoría de Kant).
§ Lo correcto es seguir las reglas que gente racional que actúa por interés personal puede estar de acuerdo en establecer para su mutuo beneficio (la teoría del contrato social)» (2017:275).
Y así estas teorías son las que de acuerdo al precitado académico, han dominado la filosofía moderna a partir del siglo XVII, y que frente a ellas se presenta una imperativa necesidad de regresar a la teoría de la virtud bajo el enfoque aristotélico, y en el sentido que la filosofía moral moderna se encontraría en una clara bancarrota por haber dejado de la lado el estudio de la virtud o haberle dado una menor importancia, siendo esta la idea propuesta por Elizabeth Anscombe en 1958 y en un artículo intitulado «Filosofía Moral Moderna».
Visto lo anterior comenzaremos por tratar que entendemos por virtud. Para lo cual, y efectuando una lectura cruzada entre Aristóteles, Pincoffs y Rachels, diremos como este último, que la virtud, es un rasgo de carácter manifestado en una acción habitual, que es bueno que una persona tenga. Así entendida, las virtudes son varias, como p.e la benevolencia, la equidad, la paciencia, la civilidad, la simpatía, la prudencia, la compasión, la generosidad, la razonabilidad, la escrupulosidad, la sinceridad, la autodisciplina, la cooperatividad, la laboriosidad, la independencia, el valor, la justicia, el tacto, la cortesía, la lealtad, la amabilidad, la confiabilidad, la moderación, entre muchas otras.
De todas estas virtudes y por motivos de espacio, definiremos –es decir, en que consiste cada una y de forma muy breve– cuatro en particular, en ello, el (i) el valor, (ii) la generosidad, (iii) la sinceridad y (iv) la lealtad.
El Valor: «Según Aristóteles, las virtudes son términos medios situados entre extremos: una virtud es el término medio con respecto a dos vicios: uno es el exceso y el otro es la deficiencia. El valor es el término medio entre los extremos de la cobardía y la temeridad: es cobarde huir de cualquier peligro; no obstante, es temerario arriesgar demasiado» (Rachels, 2017:278). El valor por ello es la cualidad que permite al hombre acometer grandes empresas y enfrentar graves peligros.
La Generosidad: «Aristóteles dice que, como el valor, tambien es un término medio entre extremos: se encuentra en algún lugar entre la avaricia y el despilfarro. La persona tacaña da muy poco; la persona despilfarradora da demasiado» (Rachels, 2017:280). La generosidad de acuerdo a ello es la disposición a gastar los recursos propios para asistir a otros, pero de una forma que sea congruente con nuestras propias posibilidades.
La Sinceridad: Es la ausencia de fingimiento y la cualidad que permite al hombre procurar siempre decir la verdad en diversidad de circunstancias.
La Lealtad: Es la ausencia de traición y la cualidad que permite al hombre procurar siempre ser fiel a sus ideales, amigos o familia en diversidad de circunstancias.
Finalmente, y en función a lo expuesto, queda claro que la idea contraria a la virtud es la del vicio (entendiendo a este último como defecto o exceso), siendo que queda por definir si existen virtudes universales, para lo cual consideramos que la respuesta es afirmativa, en tanto que, sin perjuicio de los matices y las claras diferencias culturales (que darán base a una mayor valoración de una virtudes respecto de otras), hay un mínimo de virtudes que son necesarias para la misma existencia social y que tienen un valor análogo en diversas latitudes, al respecto:
§ «Todos necesitamos valor, porque nadie (ni siquiera el erudito) está tan seguro que el peligro no se presente en ocasiones.
§ En toda sociedad habrá que administrar propiedades y habrá que tomar decisiones acerca de qué le toca a cada quien, y en toda sociedad habrá algunas personas que estarán peor que otras; de modo que la generosidad siempre se va a apreciar.
§ La sinceridadal hablar es siempre una virtud, porque ninguna sociedad puede existir sin comunicación entre sus miembros.
§ Todos necesitamos amigos, y para tener amigos se debe ser amigo; de modo que todos necesitamos lealtad» (Rachels, 2017:290).
Como colofón diremos que la importancia de este tema reside en que, en nuestra propia esfera nacional se ha relegado tanto en teoría como en praxis, el estudio y el ejercicio de la virtud. En lo social, en lo político y en lo económico, y nos atreveríamos a fundamentar que la génesis y la causa de todos nuestros problemas, tienen su raíz en uno de índole virtuológico. De nada nos sirve analizar cuestiones cíclicas en nuestra política nacional (golpes de Estado, dictaduras, disolución de parlamentos, falta de institucionalización de nuestra democracia, conflictos entre los poderes del Estado –Ejecutivo, Legislativo y Judicial, y que deviene en múltiples escenarios como la no dación de votos de confianza–, corrupción, nepotismo, falta de gobernabilidad, etc) si no vamos primero al origen de ellas. Y es que si tuviésemos políticos más virtuosos, nuestra política nacional seria virtuosa.
Fuente: LIRA, Israel. «Columna de Opinión No. 178 del 10.08.2020». Diario La Verdad. Lima, Perú.
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