La Ciencia como concepto, ha transmutado desde una noción o juicio positivista, estrictamente ligada al hallazgo de leyes universales, a una conceptualización omnímoda que trasciende al mero aspecto experimental, y se sustenta más en la racionalidad y la objetividad (Bunge, 2009). Este salto nocional se dio a través de varios debates, en tanto que la comunidad de filósofos de la ciencia, epistemólogos en ello, han sostenido diversas formas de abordar la cuestión respecto de lo que implica la ciencia y la actividad científica per se.
Dentro de los epistemólogos que, antes de la unificación bungiana, brindaron diversas teorías sobre las características del conocimiento y la investigación científica, resaltamos las posturas de K. R. Popper[1], T. Kuhn[2], I. Lakatos[3] y P.K. Feyerabend[4].
Para Popper la ciencia se constituía como un continúo descarte de teorías y planteamientos, y su reemplazo automático por las teorías que, contrastadas con la experiencia y los hechos, las sustituían, por lo que se verificaba su mayor alineamiento con la realidad empírica, coligiéndose que los enunciados que no pueden ser contrastados con la realidad –mediante experimento u observación–, es decir, que no pueden ser falseables, no gozaran de rango científico (Popper, 1999).
Sin embargo, el llamado falsacionismo popperiano, tenía varios defectos, advertidos por Lakatos (1998) y Feyerabend (1986, 2000), en tanto que no podía explicar varios sucesos que se daban constantemente en la historia de la ciencia, como por ejemplo, la existencia de teorías en donde hay una relación directa entre su grado de complejidad por la misma peligrosidad de su objeto de estudio y su menor probabilidad de contraste[5], o el descubrimiento de hechos sin la existencia de teorías previas, p.ej.
«En observaciones como el descubrimiento de los rayos x se certificó la realidad de un fenómeno antes de que hubiera una teoría que lo explicase…» (Iranzo & Blanco, 1999).
Por su parte, T. Khun, consciente que la actividad científica no es una simple labor de descarte –puesto que la ciencia progresa en función de la síntesis que se puede efectuar–, plantea que más allá del tema de las teorías se encuentra el de los paradigmas, entendiendo a estos últimos como «un conjunto de ilustraciones recurrentes y casi normalizadas de diversas teorías en sus aplicaciones conceptuales, instrumentales y de observación » (Khun, 2001). Por ende, Kuhn sostenía que el avance de la ciencia, se daba en función de revoluciones científicas, en donde el cambio de paradigma, no estaba determinado por su mayor o menor falseabilidad, sino por el mayor o menor grado de respuesta de este paradigma a la explicación de los fenómenos o hechos que pretende explicar. Si el grado de respuesta es mayor, constituirá un periodo de ciencia normal o consolidación de dicho paradigma en la comunidad científica, si el grado de respuesta es menor, se presentará una etapa de crisis que determinará la aparición de un nuevo paradigma, lo cual no implica su descarte, sino su desprestigio, el cual podrá recobrar en función a ese menor o mayor grado de respuesta en el tiempo.
Sin perjuicio de lo anterior, las revoluciones científicas kuhnianas, también tenían sus inconvenientes, en tanto que «el cambio de paradigma a otro tiene algo de irracional, incluso de relativista, ya que el autor no justificó porque un paradigma es mejor que otro…» (García, 2008). Lakatos (1998) trato de mejorar en cierto punto la propuesta khunniana, reemplazando el concepto de paradigma con el de programa de investigación[6], lo mismo haría Feyerabend (1986) con su propuesta ampliamente criticada de anarquismo metodológico, en tanto fundamentaría que más allá de teorías, paradigmas o programas de investigación, el avance de la ciencias se da en torno a la multiplicidad de métodos que se utilizan para llegar al conocimiento científico de un hecho, y que dicha metodología es una cuestión de gusto del científico en función a la teleología implícita o buscada por el mismo.
Vistas las diferentes posturas existentes en torno a la conceptualización de la ciencia (Popper, Kuhn, Lakatos y Feyerabend), ahora pasamos al proyecto de unificación nocional, a partir de las conclusiones del físico y epistemólogo argentino Mario Bunge, en torno a la definición, división y características consustanciales, tanto del conocimiento como de la investigación científica.
Bunge define a la Ciencia, como todo «conocimiento racional, sistemático, exacto, verificable y por consiguiente falible» (Bunge, 2009). Este concepto engloba a todas las ciencias, sean estas formales, naturales o sociales, lo que generará una nueva forma de clasificación, que se diferencia de la clásica división del epistemólogo Rudolf Carnap, aplicándose de forma mínima a todas ellas, ya que como veremos en adelante, dicha conceptualización mínima de ciencia, obtendrá diferenciación demarcatoria en función al campo de cada ciencia particular, sea esta formal, natural o social.
Asimismo, el concepto genérico de ciencia podría ser expuesto mediante la siguiente decatupla, lo que implica que la conceptualización del término ciencia, está determinada por la conflagración de diversos factores específicos (Bunge, 1985):
C´=˂C, S, D, G, F, E, P, A, O, M˃
Donde, C´= Ciencia; C= científicos que cultivan C´; S= Sociedad, apoya actividades de C´; D= Universo de estudio; G= Filosofía inherente a C´; F= Fondo formal; E= conjunto de supuestos que C´ toma de otros campos; P= problemas en C´; A= conocimiento acumulado por C´; O= Meta de C´; M= Metódica de C´.
La actual división de las ciencias está expuesta en ciencias formales y ciencias fácticas, la anterior división hacia una distinción tajante entre ciencias naturales y ciencia sociales, mientras que la actual, agrupa a las ciencias sociales y naturales como fácticas, en tanto manifiesta que ambas tienen como objeto el estudio de la realidad, de hechos, es por ello que son objetivas, ya que «no toda investigación científica procura el conocimiento objetivo. Así, la lógica y la matemática son racionales, sistemáticos y verificables, pero no son objetivos, no nos dan informaciones acerca de la realidad: simplemente no se ocupan de los hechos. La lógica y la matemática tratan de entes ideales; estos entes, tanto los abstractos como los interpretados, solo existen en la mente humana. A los lógicos y matemáticos no se les da objetos de estudio: ellos construyen sus propios objetos» (B. 9). Por lo que ahora, la única distinción entre ciencias factico-naturales y ciencias factico-sociales seria el hecho relativo a su grado de verificabilidad, en tanto que, «no todas las ciencias pueden experimentar; y en ciertos capítulos de la astronomía y de la economía se alcanza una gran exactitud sin ayuda del experimento. La ciencia fáctica es por esto empírica en el sentido de que la comprobación de sus hipótesis involucra la experiencia; pero no es necesariamente experimental y, en particular, no es agotada por las ciencias de laboratorio, tales como la física» (B. 9).
En ese sentido, el conocimiento científico se caracteriza por ser fáctico[7], analítico[8], claro y preciso[9], comunicable[10], verificable[11], sistemático[12], legal[13], predictivo[14], abierto y útil[15] (B. 9).
Sin embargo, a lo anterior se aúnan y se resaltan dos características esenciológicas y consustanciales al conocimiento y a la investigación científica, como lo son la racionalidad y la objetividad. Siendo que el conocimiento científico es racional porque se entiende que está constituido por ideas, conceptos y juicios –y no por sensaciones, imágenes o pautas de conducta–, pudiendo estos combinarse en función a unas reglas lógicas, conformando un todo ordenado, asimismo, se entiende que el conocimiento científico es objetivo, en tanto que versa sobre la realidad, y en tanto que adapta las ideas racionales a los hechos estudiados para comprobar si efectivamente hay una correlación o correspondencia entre las ideas y los hechos (B. 9).
Notas
[1] Filósofo austriaco por la Universidad de Viena, miembro del Círculo de Viena, y teórico de la ciencia. Popper propuso la tesis respecto del criterio de demarcación del discurso científico, diferenciándolo respecto de otro tipo de discursos (ideológicos, religiosos, etc.), en tanto que el discurso científico –según Popper– se sustentaría en la falsación y no en la simple inducción, es decir, no solo por el mero hecho de observar casos particulares para derivar leyes generales, sino por su mayor o menor grado de contrastación con la realidad fenoménica. Su obra principal fue «Logik der Forschung» (La Lógica de la Investigación Científica) publicada en 1934.
[2] Doctor en Física por la Universidad de Harvard, historiador y epistemólogo. Kuhn, a diferencia de Popper, brindó varias tesis desde un punto de vista historicista, que ampliaron ciertamente la conceptualización de lo que en los años 60´s se tenía sobre la ciencia, su naturaleza esenciológica y su evolución, partiendo del hecho que el progreso científico no se da de manera uniforme o lineal, sino a través de revoluciones científicas. Su obra principal fue «The Structure of Scientific Revolutions» (La Estructura de las Revoluciones Científicas) publicada en 1962.
[3] Matemático, Físico y Filosofo Húngaro por la Universidad de Debrecen. Crítico del falsacionismo popperiano, pero solo en la medida de poder salvar sus errores, congeniarlos con sus críticas a las teorías kuhnnianas sobre las revoluciones científicas, sustentando así una nueva forma de falsacionismo al que llamo sofisticado en paralelo al falsacionismo popperiano al que denomino ingenuo. Este falsacionismo sofisticado se caracterizaba y diferenciaba del ingenuo en tanto que no es una simple metodología de reemplazo de una teoría por otra, sino el contraste de dos teorías con la experiencia. Su principal obra fue «La Metodología de los Programas de Investigación Científica» publicada en 1978.
[4] Filósofo por la Universidad de Viena y epistemólogo. Feyerabend contrario a sus predecesores –Popper, Kuhn y Lakatos–, propuso un total anarquismo metodológico –ampliamente criticado–, que se sustentaba en el avance de la ciencia ligado al principio del «todo vale», lo que significaba que el progreso científico, no se daba necesariamente en función a criterios de falsación, paradigmas o revoluciones y/o programas de investigación determinados, sino que por el contrario, cada científico determinaba los principios y reglas que usaría para sus investigaciones, no existiendo un criterio o método universal en la ciencia. Su obra principal fue el «Tratado contra el método» publicado en 1975.
[5] p.ej. Las teorías del Físico Teórico, Astrofísico y Cosmólogo Stephen Hawking (1942-2018) sobre Agujeros Negros. Su principal aporte a la ciencia física, se constituye en teoremas sobre singularidades espacio temporales en el marco de la relatividad general, y en ello a lo que se conoce como la Radiación de Hawking. Famosas son las tesis de Hawkings sobre las consecuencias de caer en un agujero negro.
[6] Entendido como los procedimientos o conjunto de reglas o métodos para llegar al conocimiento científico. Para Lakatos, un programa de investigación estaba conformado por varias teorías interconectadas que conformaban un Núcleo Fuerte, que está protegido a su vez por un conjunto de teorías o Hipótesis Auxiliares en caso de vacíos, para hacer más difícil la falseabilidad de las teorías expuestas en el núcleo fuerte.
[7] Bunge considera que el conocimiento científico es «fáctico», porque parte de los hechos, de la experiencia sensible. Asimismo, trascienden los hechos en la medida que produce nuevos hechos, y los explica.
[8] El conocimiento científico es «analítico», porque descompone los objetos de estudio, no estudiando la totalidad en si misma sin antes pasar por el estudio de las partes que componen y explican dicha totalidad o fenómeno.
[9] El lenguaje científico es «claro y preciso» en la medida que define los conceptos que utiliza para la explicación científica.
[10] Bunge sustenta que el lenguaje científico es «comunicable» en tanto es informativo, brinda, transmite información a cualquiera que este adiestrado para entenderlo.
[11] Es «verificable» en tanto es contrastado con la experiencia.
[12] «Sistemático», en la medida que la ciencia no es un conjunto de ideas desconectadas y separadas, sino que dotadas de coherencia, forman un todo lógico.
[13] No se entienda la palabra legal en un sentido jurídico-normativo regulatorio, sino en un sentido finalista, en tanto la ley científica es una conclusión general –no una orden, prohibición o mandato– que explica un fenómeno o fenómenos, y que se deriva de una investigación científica para dichos efectos. Si el conocimiento científico es «legal» –nos dice Bunge–, es porque busca leyes para explicar la naturaleza o la sociedad.
[14] Es «predictivo» porque intenta prever hechos futuros en base a informaciones y leyes científicas construidas para dicho propósito.
[15] El conocimiento científico es «abierto» –de acuerdo a Bunge–, en tanto no está limitado por ningún obstáculo a priori, y es «útil», en tanto sirve a un propósito, que es la búsqueda de la verdad, o al menos de la certeza.
Referencias bibliográficas
BUNGE, Mario. (2009). «La Ciencia. Su Método y su Filosofía». 2a ed. Buenos Aires. Editorial De Bolsillo.
BUNGE, Mario. (1985). «Seudociencia e ideología».Madrid. Alianza Editorial.
POPPER, K.R. (1999). «La Lógica de la investigación científica». Madrid. Editorial Tecnos.
LAKATOS, J. (1998). «La metodología de los programas de investigación científica». Madrid. Editorial Alianza.
FEYERABEND, P.K. (1986). «Tratado contra el Método». Madrid. Editorial Tecnos.
FEYERABEND, P.K. (2000). «Dialogo sobre el Método». Madrid. Editorial Cátedra.
IRANZO, J.M & J.R. BLANCO. (1999). «Sociología del conocimiento científico». Madrid. Universidad Pública de Navarra y Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS).
KUHN, T. (2001). «La estructura de las revoluciones científicas». México. Fondo de Cultura Económica.
GARCIA JIMENEZ, Leonarda. (2008). «Aproximación epistemológica al concepto de ciencia: una propuesta básica a partir de Kuhn, Popper, Lakatos y Feyerabend». En: Revista Andamios, Volumen 4, número 8, junio, pp. 185-212.
Fuente: LIRA, Israel. «Columna de Opinión No. 50 del 06.07.2018 y No. 51 del 09.07.2018». Diario La Verdad.
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