top of page
Buscar
Foto del escritorIsrael Lira

Ética de Spinoza: demostrada según el orden geométrico

Actualizado: 11 oct 2021



A diferencia de la ética basada en la prudencia del sistema aristotélico, y de la ética basada en el deber del sistema kantiano (Blanco-Inclan, 2019), Spinoza nos presenta un proyecto filosófico intermedio de una ética que tiene como punto central a la fortaleza como principal virtud para la mejora moral del ser humano dentro de un marco racional de perfeccionamiento a través del conocimiento.


Ética demostrada según el orden geométrico (que hace alusión a como está planteada la argumentación del texto, en base a Definiciones, Axiomas y Proposiciones, los tres elementos básicos de la geometría euclidiana), es la obra cumbre del filósofo holandés del Siglo XVII, Baruch Spinoza, que se encuentra en la línea de la tradición racionalista de pensadores como René Descartes y Gottfried Leibniz, dividida como tal en cinco partes, a saber: (i) De Dios; (ii) De la naturaleza y el origen del alma; (iii) Del origen de la naturaleza de las afecciones; (iv) De la servidumbre del hombre o de la fuerza de las afecciones; y (v) De la potencia del entendimiento o de la libertad del hombre.


La filosofía de Spinoza es monista, en el sentido que rechaza el dualismo cartesiano de res cogitans (sustancia mental o espiritual) y res extensa (sustancia material o corporal), por lo que para él no hay una separación entre mente y cuerpo, esto es congruente con el sistema spinozista en el sentido que la substancia y la naturaleza son una y la misma cosa (Camps, 2013: 160). Al respecto, conviene precisar qué entendemos por substancia.


La substancia, siguiendo al Diccionario Filosófico (1946, 1959, 1965, 1984), es una categoría muy propia de la filosofía antigua y medieval, y posteriormente del idealismo moderno. En estas etapas de la historia de la filosofía, la substancia se entendía como fundamento inmutable de todo lo que existe (material e inmaterial), de algo imperecedero, por necesaria oposición a las propiedades mutables, dinámicas y cambiantes de las cosas corpóreas. Es decir, nos encontramos en el marco de una metafísica espiritualista, en donde esa base de todo lo existente, la substancia, se manifestó como Idea o eidos (p.ej. el hiperuranio platónico), como Dios (p.ej. en la patrística y la escolástica como sustancia infinita) o como Espíritu Absoluto (p.ej. en Hegel).


Estas concepciones en torno a la substancia fueron puestas en tela de juicio con el arribo de la metafísica materialista, en donde se niega la posibilidad de substancias inmutables, y en donde precisamente, hay una identidad plena entre substancia y materia, o lo que es lo mismo, que el fundamento último de la realidad es la materia y que esta es precisamente la substancia de todo lo existente. Por estas razones, es que Spinoza junto con Galileo, Bacon, Hobbes, Gassendi y Locke, son parte de esa corriente mecanicista, dentro del marco de la ya mencionada metafísica materialista.


Por la brevedad de la presente, nos bastara con esbozar el punto de partida de la Ética de Spinoza en su primer capítulo sobre Dios, dado que, para éste, sistemas de moralidad erróneos, en su tiempo, partieron del hecho que Dios había fijado un orden de la naturaleza que los humanos deben obedecer. Al respecto Camps (2013) precisa lo siguiente:


«Si lo ha hecho, no podemos conocerlo pues, como se ha dicho, los atributos de Dios son infinitos y, por lo tanto, incognoscibles en su totalidad. Puede que la realidad tenga un fin y vaya hacia alguna parte, pero desconocemos ese sentido. De ese primer error, consistente en considerar que la naturaleza tiene una causa final, surgen los prejuicios sobre “el bien y el mal, el mérito y el pecado, la alabanza y el vituperio, el orden y la confusión, la belleza y la fealdad”, pues se da por supuesto que todos esos atributos pertenecen a las cosas mismas, cuando nada fundamenta que sea así» (p.161).

En esta parte conviene citar de puño y letra los comentarios del propio Spinoza:


«Vemos, pues, que todas las nociones por las cuales suele el vulgo explicar la naturaleza son sólo modos de imaginar, y no indican la naturaleza de cosa alguna, sino sólo la contextura de nuestra imaginación; y, pues tienen nombres como los que tendrían entidades existentes fuera de la imaginación, no las llamo entes de razón, sino de imaginación, y así, todos los argumentos que contra nosotros se han obtenido de tales nociones pueden rechazarse fácilmente… Pues la perfección de las cosas debe estimarse por su sola naturaleza y potencia, y no son más o menos perfectas porque deleiten y ofendan los sentidos de los hombres, ni porque convengan o repugnen a la naturaleza humana» (I, Apéndice).

Lo que nos quiere decir Spinoza no es otra cosa que, los filósofos de su época (nunca nos dice quienes, pero inferimos que hace referencia a la patrística y la escolástica dominante, al pensamiento judío y al propio cartesianismo) idearon nociones morales que apuntaban a un cierto ideal de perfección o de perfectibilidad, sin embargo, para Spinoza, estos no son otra cosa que meros «modos de imaginar», en tanto que no parten de la esencia de Dios como único principio, precisando que para Spinoza, Dios, la substancia y la naturaleza, son lo mismo, de que Dios es la única substancia que coincide con la naturaleza. La naturaleza (el cosmos, la realidad existente en su integridad) es Dios, y lo que apreciamos de esta son los infinitos atributos de Dios expresándose de diversas formas (una postura claramente panteísta contraria al teísmo cristiano y judío y en cierta forma a lo que será el posterior deísmo que surgirá a partir del racionalismo cartesiano).


Se podría decir que, bajo enfoque spinoziano, estos modos de imaginar (particulares), son distintos por ello de la pretensión de universalidad que caracterizará al conocimiento racional, base de la experiencia científica, en adelante, y la cual nos brinda nociones comunes útiles para el mejor entendimiento de nuestra realidad existencial. (Como nota al pie cabe precisar que, hoy en día, en efecto se sabe que, la ética cartesiana si bien sentó las bases de una ética científica, aun estaba lejos de la universalidad que tal ética demandaba, Malo, 2011; sin embargo, esto no quiere decir que la ética spinoziana, que partió de la crítica al dualismo cartesiano, no haya estado exenta de críticas, como de hecho lo fue por sus propios contemporáneos como la del matemático alemán Tschirnhaus, y más modernas como la del propio Hegel).


Cabe recordar la distinción que hace Spinoza en la Ética, respecto de sus tres géneros de conocimiento: (i) el imaginativo (producto de la percepción primaria a través de los sentidos, que puede ser mutilado y confuso); (ii) el racional (que nos aporta nociones comunes e ideas adecuadas de las cosas) y (iii) el intuitivo (que para Spinoza es el más valorado, en tanto que no hace referencia a una facultad mística, sino a una facultad racional perfeccionada, como un estadio superior del conocimiento racional purificado de las pasiones, algo así como una súbita inspiración intelectual pero apoyada fuertemente en arduo trabajo de conocimientos adecuados y preexistentes respecto de los atributos de Dios –o lo que lo mismo, de la naturaleza– que la hacen posible).


Spinoza elimina la idea de perfección como finalidad para la mejora moral (en el sentido que, la idea de perfección es atribuida a una causa final que no puede conocerse) y la reemplaza por una perfección o perfectibilidad en el conocimiento –aquí entra la fortaleza como virtud, ya que es esta la que nos permite acceder a un mejor conocimiento de las cosas, depurado de lo espurio como el miedo y el egoísmo que llevan a los pensamientos erróneos, ante estos, p.ej. la fortaleza se nos presenta como firmeza y generosidad, respectivamente–; nos perfeccionamos, somos mejores si tenemos un conocimiento más adecuado de las cosas, no porque haya una finalidad que debamos cumplir para perfeccionarnos. Esto dado que Spinoza concibe ya a la realidad como perfecta. Ahora, si la realidad como esencia divina, es perfecta, entonces: ¿Porque es necesaria una ética? Así como Camps, diremos pues que, es necesaria la ética por el simple hecho de que el conocimiento de esa realidad dada a los seres humanos no es perfecto. La realidad (naturaleza) será perfecta, pero el conocimiento humano sobre esta (y lo que el ser humano a construido, en ello, la civilización), no lo es y está lejos de serlo. «El objetivo de la ética spinoziana es conocer la realidad y conocerla adecuadamente. Conocer adecuadamente es conocer las causas de las cosas, porque, si bien ya ha dicho y repetido que no existe causa final de la naturaleza, sí existen las causas eficientes» (Camps, 2013: 163).


Fuente: LIRA, Israel. «Columna de Opinión No. 245 del 11.10.2021». Diario La Verdad. Lima, Perú.

335 visualizaciones0 comentarios

Entradas recientes

Ver todo

Comments


bottom of page