top of page
Buscar
Foto del escritorIsrael Lira

Aproximación a una Teoría General de los Golpes de Estado

Actualizado: 13 sept


1.Introducción

Los Golpes de Estado solo pueden juzgarse como positivos o negativos a posteriori, de acuerdo a sus actos, a priori solo cabe afirmar si fueron necesarios o no, en función a unas circunstancias excepcionales.

 

Nosotros no reparamos en afirmar que tanto el Golpe de Estado como la Dictadura, son figuras excepcionales propias de circunstancias igual de excepcionales, que no deben satanizarse sino entenderse como lo que son, situaciones de excepción. Aquí hay otro tema interesante, sobre la identidad o correspondencia entre juridicidad y moralidad cuando estamos ante este tipo de fenómenos políticos, y la cual es de naturaleza contingente.


2. Juridicidad y Moralidad en la fenomenología política

El Derecho como creación humana si bien puede tener su origen en una norma moral preexistente, ello no implica que sea siempre de dicha forma, en tanto que pueden existir normas jurídicas que sean indiferentes moralmente, haciendo alusión a la legalización de Drogas, la Eutanasia, el Aborto y la Condena de Muerte, en algunas legislaciones. Es decir, se pueden crear normas jurídicas sin la existencia (o en contravención inclusive) de un precepto moral que las respalde. Como normas jurídicas pueden surgir como positivización de una norma moral preexistente; el Derecho no duplica simplemente el contenido ya existente en la Moralidad, siendo que muchas veces surge para suplir los vacíos de esta última (Gardner, 2010), como de igual forma la Moralidad entra a suplir, como ultima ratio, los vacíos del Derecho. Siendo que no toda norma moral deviene en norma jurídica, y no toda norma jurídica tiene necesariamente un respaldo moral, pero la idea es que el ordenamiento como un todo, este justificado moralmente de la forma más aproximada posible. Siendo esta la razón por la que en la praxis vemos que hechos como los Golpes de Estado y las Dictaduras, son considerados antijurídicos a nivel legal pero a nivel popular gozan de justificación moral (en mayor o menor medida y conforme a cada caso y contexto concreto, ya que en otros casos pueden considerarse tanto anti jurídicos como anti morales, o como anti morales pero justificados jurídicamente por medio del uso de mecanismos legales preexistentes o construidos para dichos efectos), y ello se debe al vínculo presente entre el Derecho y la Moral que, sin perjuicio de su mutua relación, siguen siendo esferas independientes, y por ende no toda norma moral está regulada jurídicamente como no toda norma jurídica necesariamente tiene una identidad moral correlativa y los Golpes de Estado y las Dictaduras son aquellas constantes históricas que están más en el terreno de la moral política que de la juridicidad política.

 

3. Dinámica de la Democracia y la Dictadura en el Perú

En la contemporaneidad, la democracia es la regla general, y la dictadura la excepción, tan simple como ello, tanto el golpe de Sánchez Cerro, de Odría y de Velasco, como el autogolpe de Fujimori, fueron medidas de excepción a determinados y diferentes contextos (por lo que tienen que ser analizados de forma aislada, no se les puede dar un tratamiento equivalente), todos con gran apoyo popular. La diferencia total y abismal, p.ej., con Fujimori y Velasco (ambos golpes de Estado armados), es que estamos hablando de dos sistemas de políticas diferentes. Por un lado, Fujimori con una política neoliberal de privatización absoluta, y por el otro, Velasco con una política autogestionaria de estatalización exacerbada.

 

Ambas tuvieron consecuencias positivas y negativas, que significaron un antes y un después. Con Velasco se fortalece la industria nacional en detrimento de los intereses de la oligarquía peruana, se elimina el gamonalismo y el latifundismo con la reforma agraria, pero se crea un deterioro progresivo de la economía por el exceso de gasto público, lo que aunado a su precario estado de salud luego de la amputación de una pierna, determinaría su caída con el Limazo, por otro lado, con Fujimori se produce la recuperación económica después del desastre del primer gobierno de Alan García, de nuestra moneda y de las condiciones de vida en general, así también como la venta de la gran mayoría de las empresas del Estado, que nos deja sin industria nacional, y que decir que todas estas ventas fueron su gran caja chica y el origen de grandes malversaciones del erario público.

 

Queda claro que estamos antes dos personalidades totalmente diferentes. Velasco, de buenas intenciones, que quiso abogar por una política popular y superar muchas taras que tenía la sociedad peruana, pero que su entorno y la falta de conocimientos en materia de gestión pública, determinaron que desembocará en problemáticas en materia socio-económica ligadas al quiebre de las cooperativas agrarias; y Fujimori, una persona supuestamente preparada (profesional) para el gobierno de un país, que por su incapacidad moral, devino en un gobierno corrupto y podrido que, bajo la objetividad de una estabilización económica y un restablecimiento del orden y la seguridad ciudadana socavada por el terrorismo senderista, escondía el más oscuro afán de enriquecimiento a costas de todo el pueblo. El Velasquismo terminó con Velasco, pero el Fujimorismo, perdura hasta nuestros días.

 

Como colofón, refrendamos nuestra convicción en una nueva democracia del mérito, porque creemos y nos identificamos con el pueblo y su poder, alejada de la democracia liberal, porque sabemos que muchos detestan a la democracia, pero en realidad lo que aborrecen es a su forma liberal de manifestación, en realidad denostan al liberalismo y su partidocracia chicha, y no se dan cuenta de ello, porque rechazar a la democracia per se, al final de cuentas, lo quieran o no, te lleva a menospreciar a tu propio pueblo, porque lo consideras incapaz de tomar buenas decisiones respecto de si mismos, pero ese es otro tema. Muchas dictaduras fueron elegidas democráticamente, y muchas democracias devinieron en dictaduras con apoyo popular, finalmente, refrendamos que nosotros no satanizamos a la dictadura como muchos hipócritas que hay hoy en día que hablan de democracia, pero quieren mano dura, para nosotros la dictadura, diferente de la tiranía, consideramos que es un régimen de excepción como el Estado de Sitio o el Estado de Emergencia, que, encaminado correctamente, puede acelerar un proceso de reconstrucción nacional.

 

4. Conclusiones

Los Golpes de Estado y las Dictaduras, a priori, son hechos políticos concebidos como anti jurídicos y anti morales. La percepción variará (el grado de identidad entre juridicidad y moralidad) conforme a cada contexto y situación sociohistórica.

 

Por otro lado, y al referirnos a estos fenómenos se parte de su naturaleza excepcional, por lo que el criterio de juicio valorativo sería de funcionalidad, siendo el esquema de hechos entendido como necesarios o innecesarios, a priori, porque hablamos de fenómenos políticos como consecuencia de una situación dada cuya característica es la incertidumbre de resultados. Resultados que solo podrán determinarse como positivos (mayormente beneficiosos) o negativos (mayormente perjudiciales) a posteriori a manera de balance.

 

Consideramos que la identidad entre democracia como lo bueno lo deseable, y dictadura como lo indeseable lo negativo, no se aplica necesariamente a nuestro contexto iberoamericano, cuando en la praxis se han tenido democracias desastrosas como el primer gobierno de Alan García, y dictaduras progresistas como la de Odría. En esta parte la frase atribuida a John William Cooke (1951) diputado de la Argentina de Perón, e interpretado en la Película Eva (1996) por el actor Luis Herrera , encuentra su justo sitial:


«...si una dictadura es una revolución social, se justifica... si no es una revolución social... entonces es una dictadura y nada más... apenas eso... lamentablemente eso...» (min 24:32-24:45).

 

Fue Sánchez Cerro que determinó la abolición de la ley de conscripción vial para la población indígena y no una democracia; fue Odría que determinó el boom de la infraestructura pública en favor de las grandes masas populares y no una democracia; y fue Velasco el que determinó el fin de la servidumbre campesina, y no una democracia. Si en el Perú nuestra democracia no se institucionaliza, gobiernos militares seguirán mostrándose moralmente como mejores opciones en acelerar grandes transformaciones sociales. Es irónico, pero esa es la realidad objetiva del Perú y de muchos países de Iberoamérica.

 

Nuestra gran tarea pendiente como país: institucionalizar nuestra democracia, rechazando la democracia liberal entreguista de Estado débil, y estableciendo en su lugar una democracia meritocrático nacionalista con un Estado fuerte.


Fuente: LIRA, Israel. «Columna de Opinión No. 260 del 05.04.2024». Diario La Verdad. Lima, Perú. Originalmente publicada en el precitado Diario el 05.04.2022. Siendo la presente una versión ampliada del texto primigenio.

254 visualizaciones0 comentarios

Entradas recientes

Ver todo

Comments


bottom of page