Algunos filósofos naturalistas como Anaximandro y Anaxágoras, habían introducido conceptos similares a un principio originario suprasensible o causa primera de todas las cosas, el primero con el «a-peirón», y el segundo con las «homeomerías», sin embargo, estos conceptos –como muchos otros de la filosofía de la physis– aún nos remiten a causas materiales de tipo físico-mecánico (agua, aire, tierra, fuego, calor, frío, condensación, enrarecimiento, etc).
Platón propone la tesis que los llamados principios originarios o causas primeras de los filósofos de la physis, no resultan sino ser «con-causas», es decir, causas al servicio de otras más elevadas; ya que no podríamos explicar todo, en ello, actuaciones humanas, únicamente bajo estándares de carácter físico-mecanicista, sino que precisamente, también son necesarias que haya causas de carácter espiritual y moral, es decir, metafenoménicas.
En este momento de la filosofía y gracias a Platón, es que recién se podrá efectuar la distinción teorética entre lo material y lo inmaterial, entre lo sensible y lo suprasensible, entre lo empírico y lo metaempírico, entre lo físico y lo suprafísico, de gran trascendencia gnoseológica.
Estas causas metaempíricas o suprasensibles, Platón las denomino eidos o ideas, que no hacen alusión alguna al significado moderno psicologista, sino al concepto de forma, es decir, substancias, aquello que piensa el pensamiento.
Por ende, las ideas son en sí y para sí, y no como pretendía Protágoras al sostener la infinitud del sentido de las ideas que cambia de sujeto en sujeto. El sujeto no modifica las ideas, sino que estas se imponen al sujeto de una forma absoluta.
Platón de una forma metafórica llamaba al lugar en donde se encuentra el conjunto de todas las ideas que dan forma al mundo como el hiperuranio. En este hiperuranio se encuentran ideas de todo tipo, sobre valores estéticos, morales, de diversas realidades corpóreas, de distintos entes geométricos y matemáticos. Este hiperuranio como tal no es un lugar físico, y solo puede ser captado por la mente.
Sin embargo, este hiperuranio como sistema estructurado de ideas tiene una jerarquía, por ende, Platón concibe la existencia de una Idea Suprema o Universal de la cual derivan las demás ideas. Una idea que no está sujeta a este movimiento entre las ideas, puesto que es principio generador, y que es condición para las mismas. A esta Idea Suprema, Principio Supremo u Universal, Platón lo llama «Uno».
Al «Uno», se le anteponía un Segundo Principio, llamado «Díada» o «Dualidad infinita o indeterminada». Platón sostiene que la totalidad de las ideas surge mediante la interacción de estos dos principios. El Uno actúa sobre lo Dual infinito e ilimitado, delimitándolo, determinándolo, precisamente, mientras que lo Dual actúa sobre lo Uno, sirviendo de base al proceso de delimitación. Todas las ideas son la delimitación de lo ilimitado.
Siendo que, mientras en el mundo de las ideas o hiperuranio es gobernado por la interacción entre el Uno y la Diada, Platón se preguntaba de qué forma podía este hiperuranio plasmarse en la realidad, de qué forma podrían entrar en contacto con la materia para verse manifiestas las ideas. Platón sustenta que existe un Demiurgo, es decir, un Dios que tomando como base el hiperuranio ha construido el mundo sensible. Este Demiurgo al igual que el hiperuranio, son Eternos e Inmóviles.
Fuente: LIRA, Israel. «Columna de Opinión No. 25 del 15.03.2018». Diario La Verdad.
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