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Foto del escritorIsrael Lira

Díada Izquierda-Derecha frente a la Metafísica del Populismo

Actualizado: 24 mar



Derecha e Izquierda son categorías construidas artificialmente por convención social para designar a comunidades políticas de rasgos convergentes u análogos sobre una idea neurálgica referencial mínima que permita identificar a personas, sistemas de pensamiento y movimientos dentro de un espacio político. Definiendo al espacio político como «el área del conflicto político que está en la base de la relación entre electores y partidos de un determinado sistema político en un cierto momento histórico. Todo sistema político está caracterizado por un cierto número de conflictos: conflictos sobre la distribución del ingreso, sobre la intervención del Estado en la economía, sobre las relaciones Estado-Iglesia, o bien conflictos de naturaleza lingüística, étnica, etc» (Bobbio, 1998:530).


Por lo general, se ha considerado que la dinámica de la díada izquierda-derecha, como simplificación uninominal, se ha caracterizado por una ambivalencia inherente, es decir que, varía en función al mutuo acuerdo (expreso o tácito) del momento socio-político, como principal razón para sustentar –a nivel coloquial– su naturaleza caduca en lo que concierne a tratar de reflejar, de forma fidedigna, los fenómenos políticos contemporáneos. En ese sentido:


«Doctrinas entre sí muy diferentes se cobijan bajo las respectivas banderas de la izquierda y la derecha. Al menos si se diera entre dichas doctrinas un elemento, fijo y permanente, pero común entre ellas, que permitiese su oposición bajo designaciones diversas, todavía podríamos hablar con propiedad y decir que representan conceptos diferentes. Nada de fijo y permanente caracteriza, sin embargo, a las derechas y a las izquierdas. Al cristianismo primitivo podría llamársele hoy día izquierdista con respecto al orden reinante en la antigüedad pagana; ese mismo cristianismo sería derechista frente a la rebelión de la Reforma y del humanismo que alboreó en los comienzos de la historia moderna. El liberalismo revolucionario e izquierdista del 89, es hoy una actitud burguesa y derechista si se la enfrenta con los movimientos epilépticos del comunismo bolchevique» (Pico, 1928:103).

Cierto es que dicha ambigüedad denotada es evidente, sin embargo, esa no es la razón de la aludida caducidad o no lo es en todo su sentido, como veremos en adelante, ya que independientemente de esta aparente entropía incoherente con que la díada se nos muestra en diferentes escenarios, es posible identificar esa idea neurálgica referencial mínima, que nos permite aun hasta el día de hoy, seguir hablando de izquierdas y derechas.


Esta idea fluye de la praxis histórica de los actores cuya acción política ha ido brindado sentido a los respectivos sectores en el espacio político, y lo cual se ha proyectado (con los matices del caso) en tiempo y forma en los últimos dos siglos. De la derecha como aquella comunidad política caracterizada en abogar por el mantenimiento de un status quo u orden de cosas (un sistema sociopolítico u económico u moral) con cambios mínimos; y de la izquierda como el cambio profundo de las estructuras que subyacen a ese orden de cosas. En esa misma línea:


«La izquierda representa una reacción contra todo intento de estabilidad o de fijeza; una renovación de las formas que pretenden mantenerse contra la corriente destructora del tiempo. Por contraposición, entenderemos qué sentido tiene la palabra derecha… (…) del hombre de la derecha y la del hombre de la izquierda. El primero se afirma al presente o al pasado próximo, en tanto es presente o pasado próximo; el segundo juzga bueno el porvenir por el simple motivo de ser nuevo. Actitud instintiva o sentimental, mera expresión de un temperamento primario, se decora posteriormente con la apariencia de doctrinas razonadas que sellan la diferenciación doctrinaria del instinto» (Pico, 1928:104).

Estas aproximaciones son las que para algunos sustentan que la díada, si bien no ajena a su problemática inherente por su carácter dúctil, aún sigue siendo útil para graficar, en términos generales, la dinámica política actual. Tal es la postura de Norberto Bobbio (1998) y Giovanni Sartori (2005).


Pero, que sucede cuando la población a nivel mundial (y el Perú no es para nada ajeno a esto) se siente cada día más alejada de los políticos y de los partidos, y más cerca de sus familias, sus amigos, sus compañeros de trabajo y sus clientes como medios para la construcción de opiniones políticas, alejados por ello de la política partidista de izquierdas y derechas. Esta es la real razón de que actualmente tengamos posiciones encontradas respecto de si esta díada continúa siendo fiable para la categorización de programas y propuestas políticas, como es la postura de pensadores como Alberto Buela, Diego Fusaro y Alexander Dugin. Ello ante un hecho sintomático, en donde la población demanda de los políticos de izquierda, justicia social y defensa de los derechos de los trabajadores, pero obtiene defensa de los derechos LGBT, feminismo radical, aborto y eutanasia irrestricta; o demanda de los políticos de derecha, orden y estabilidad, pero al contrario obtiene corrupción, negociados y políticas económicas en único beneficio del gran empresariado. Es decir, hay una disrupción entre lo que el electorado espera de los políticos en función a su ubicación en el espacio político, y la realidad política en donde parece que (sin perjuicio de las fracciones disidentes, la gran mayoría de) izquierdas y derechas se han liberalizado. Al respecto, el pensador ruso Alexander Dugin (14.12.2019) identifica la situación como la descomposición estructural de izquierdas y derechas, en el sentido que se ha producido una disociación en la derecha y en la izquierda respecto de sus narrativas económicas y políticas, primando en la derecha el aspecto económico (en detrimento de la defensa de valores y tradiciones populares como principios políticos), y en la izquierda el político (en detrimento del aspecto económico clasista en pro de los trabajadores), y es precisamente esta disrupción la que crea la sensación de identidad o mismidad entre izquierdas y derechas. Es esta situación la que ha sentado las bases para el surgimiento del llamado fenómeno del populismo contemporáneo como el progresivo alejamiento de las masas populares de la díada izquierda-derecha y su acercamiento hacia alternativas consideradas en la periferia de dicha díada (lo que explica la vigencia de opciones mesiánicas (a) y conservadoras (b) en la política peruana como p.ej. el etnocacerismo (a.1), el FREPAP (a.2), Unión por el Perú (b.1), RUNA (b.2) y Renovación Popular (b.3), como algunos ejemplos concretos). Al respecto:


«El populismo está en el espacio ideológico donde se encuentran la lucha obrera contra los capitalistas, olvidada por la izquierda liberal y la defensa y la lucha por los valores tradicionales, olvidada por la derecha liberal. (...)
…George Bernarnos que ha dicho que mientras la burguesía es de izquierda y de derecha, el pueblo no lo es. El pueblo es integralmente pueblo, es inseparable. El pueblo quiere la justicia social y los valores tradicionales. Al pueblo no le importa si esto es coherente o se corresponde con las ideologías dominantes de la izquierda o la derecha. El pueblo quiere la sociedad basada sobre los principios de la justicia y quiere conservar su identidad y sus tradiciones, sus instituciones…» (Dugin, 14.12.2019).

Hay que precisar que el populismo aquí graficado es entendido en su acepción positiva como movimiento social o político de raigambre y aceptación popular cuya praxis genera espacios de debate entre el pueblo y actores políticos identificados como personalidades carismáticas, no en su acepción negativa como tendencia degenerativa en la política de masas que conlleva al surgimiento de posturas acríticas en los idearios de partidos políticos y a la proliferación de personalidades causticas en los actores políticos.


Finalmente, Dugin mismo afirma la existencia de populismos de derecha y de izquierda (lo que nos lleva a afirmar que estamos en una etapa de transición y que aún la díada es útil, aunque sea de forma contingente), pero que, por su misma naturaleza popular, son capaces de llegar, en algunos casos (como lo fue p.ej. la alianza temporal entre populistas de izquierda y derecha en Italia, entre el Movimiento 5 Estrellas y Salvini en 2018; y sin ir muy lejos, aquí en Perú, la éfimera alianza entre el Frente Patriótico [grupo disidente de Unión por el Perú conformado por reservistas etnocaceristas] y Renovación Popular de Rafael López Aliaga, durante las elecciones de 2021), a puntos de convergencia común por las mismas razones que ahora nos parece que izquierdas y derechas son la mismidad política (por la ya mencionada liberalización), precisamente por los valores e ideas que ahora invisibilizan y que los populismos ahora reafirman. Esto refrenda el hecho que la metafísica inherente al populismo, es decir, la causa primera de este fenómeno reside en «…que detrás de la lucha de la reacción populista se esconde una ideología del populismo integral que une la justicia social y la defensa de los valores tradicionales» (Dugin, 14.12.2019).


Fuente: LIRA, Israel. «Columna de Opinión No. 213 del 23.03.2021». Diario La Verdad. Lima, Perú.

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