La gran fama de Kafka solo salió a relucir póstumamente, no vinculado ello a un encuentro del lector con el genio del escritor y su mensaje, necesariamente, sino, muchas veces por un mero esnobismo que profesa culto a lo marginado, que busca con dicha aproximación el contagio con una esencia que solo es propia de vidas con una personalidad original y en ciertos casos perturbada. La crisis de la posmodernidad es también una crisis de personalidades.
El enigma «kafkiano», que ya de por si dicha etiqueta surge como producto de su particular forma de escribir y es aplicable a lo análogo, comienza precisamente con su personalidad descrita por uno de los primeros editores de su obra el señor Kurt Wolff (1955): «Silencioso, torpón, delicado, vulnerable, tímido como un bachiller ante los examinadores, convencido de la imposibilidad de cumplir con las expectativas despertadas por las alabanzas de su representante».
Es esta personalidad que ahora podemos llamar kafkiana, la que va a imprimir contenido a su obra, y es que no se puede entender el conjunto de los trabajos de Kafka sin un estudio de su biografía, porque «lo especial en Kafka es que su vida y su obra se funden en un abrazo inseparable» (Jahraus,2006:32).
¿Y cómo fue la vida de Kafka para darnos obras tales como La Condena, La Transformación o En la Colonia Penitenciaria? Pues, estamos ante un hombre que solo se hallaba en la escritura, y es que la realidad de Kafka era la de alguien ajeno a una modernidad que le exigía un progreso lineal en su vida personal, y que a los ojos de esta, de acuerdo a Camargo y Kretzschmar (2011), Kafka quedaba como un eterno solterón, incapaz de relación alguna, que se comprometió tres veces y que tres veces terminaría el compromiso. Un empleado sin éxito, que se lamentaba constantemente de un trabajo que no le gustaba hacer. Un hijo que sufría bajo la influencia de su familia y que sólo pasados los treinta años y obligado por causas externas, alquilaría una vivienda propia. Una persona rara, ajena al mundo e incapaz de vivir por su cuenta, y a lo que se aúna su periodo de enfermedad por una tuberculosis que contrajo en 1917 y que al final determinaría su deceso. Pero es el propio Kafka, a su vez, quien responde a la modernidad por no seguir lo que esta entiende por vida plena: «El inmenso mundo que tengo en la cabeza. Pero cómo liberarme y liberarlo sin hacerse pedazos. Y mil veces mejor hacerse pedazos a reprimirlo en mi interior o enterrarlo. Para eso estoy aquí, está bien claro» (Kafka, 1913).
Estas características, y refrendando a Camargo y Kretzschmar (2011), a la luz de su vida y de sus aspiraciones, obtienen sentido y nos muestran otra cara de Kafka, la de una individualidad completamente equilibrada, consecuente y auténtica. Un personaje hipercrítico consigo mismo, y orientado a ver plasmado un objetivo existencial: «plasmar el ensueño de mi vida interior» (1919).
Y es que la libertad no solo es libertad para algo, sino también libertad para abstenerse de algo, en aras de alcanzar un fin trascendental.
Kafka pues, así visto, se configura como una existencia auténtica que hace honor a la frase del escritor norteamericano Ray Bradbury: «uno tiene que mantenerse borracho de escritura para que la realidad no lo destruya» (1973). Sin embargo, en Kafka esta frase conoce sus límites más inimaginados y bizarros, en tanto lo que en Bradbury se figura como una cuestión de salud mental, en Kafka se torna en la suprema supervivencia existencial: «Jamás abandonare el diario. Tengo que agarrarme a él, porque sólo a él puedo hacerlo» (Kafka, 1910).
Referencias bibliográficas
KURT, Wolff. (1955). «El autor Franz Kafka». En: Hans-Gerd Koch (ed.), «Cuando Kafka se acercó a mí...» Recuerdo de Franz Kafka, Berlín.
JAHRAUS, Oliver. (2006). «Kafka». Stuttgart.
KAFKA, Franz. (2011). «La Transformación y otros relatos». Edición de Ángeles Camargo y Bernd Kretszchmar. Cátedra Letras Universales.
KAFKA, Franz. (1913). «Diario». 21 de Junio.
KAFKA, Franz. (1913). «Carta al Padre».
BRADBURY, Ray. (1973). «Zen en el Arte de Escribir». Editorial Minotauro.
KAFKA, Franz. (1910). «Diario». 16 de Diciembre.
Bibliografía
STACH, Reiner. (2002). «Kafka, los primeros años, los años de decisiones, los años del conocimiento». Traducción de Carlos Fortea. Editorial Acantilado.
Fuente: LIRA, Israel. «Columna de Opinión No. 97 del 05.08.2019». Diario La Verdad.
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