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Foto del escritorIsrael Lira

El Fin de Fukuyama por el paso de la Historia

Actualizado: 10 dic 2021



Después de la caída del muro de Berlín (1989) y la desintegración de la Unión Soviética (1991), el matrimonio entre democracia liberal y capitalismo fue pleno, tornándose en hecho consumado y en realidad existencial de las sociedades políticas a partir de entonces. Ello reafirmó en primera instancia el vaticinio de Francis Fukuyama en su obra «El fin de la historia y el último hombre», llevando a una euforia generalizada del liberalismo y sus epígonos, y al reconocimiento de una tricotomía globalizante que estaba destinada a ser la frontera final de la evolución del sistema social humano, en ello, el individualismo como propuesta ético-moral, el capitalismo liberal como sistema económico y la democracia liberal como sistema político:


«Lo que podemos estar presenciando no es solo el final de la Guerra Fría, o el paso de un período particular de la historia de la posguerra, sino el final de la historia como tal ... Es decir, el punto final de la evolución ideológica de la humanidad y la universalización de la democracia liberal occidental como la forma final del gobierno humano» (Fukuyama, 1992).

Todo pareció ir en ese sentido, aunado a la institucionalización del poder estadounidense como principal potencia representante de este horizonte final. El Siglo XXI comenzó en definitiva a refrendar los postulados fukuyamianos, sin embargo, a medida que nos adentrábamos más en este nuevo paraíso de plena hegemonía liberal, muchos se dieron cuenta que, tanto a nivel subjetivo como objetivo, ya se presentía una decadencia hegemónica de Estados Unidos. El paraíso había nacido muerto. En tanto que lejos de comenzar a establecerse las bases de una unipolaridad totalizante como fin de la historia en donde la democracia liberal occidental fuera el único criterio de verdad política, naciones como Rusia, India y China, seguían caminos diferentes, mostrándose como futuros nuevos polos de poder, bajo otras premisas que no congeniaban necesariamente con las tres categorías base de la globalización.


El resultado es el ascenso de naciones y con ello, de potencias emergentes con sistemas alternativos a la visión unipolar y que sustentan la paulatina expansión de la multipolaridad. Aunado al fracaso de las democracias liberales en materia política y económica, la desregulación financiera que siguió la Crisis Global de 2008, la crisis del Euro, y las protestas nacionalistas en Europa (p.ej. en Francia con el fenómeno de los Chalecos Amarillos) contra una oligarquía financiera que se mostraron de espaldas al pueblo. La pregunta que se le hace a Fukuyama después de todo esto es: ¿Qué paso con la inevitabilidad de la democracia y el capitalismo liberales como últimos paradigmas políticos y socioeconómicos de la humanidad?


Fukuyama en 1992 nos dijo claramente que el fin de la historia era la victoria de la democracia liberal por sobre todo el orbe como última fase del desarrollo ideológico humano. Sin embargo, esa misma historia le ha jugado una mala pasada al politólogo estadounidense por lo ya mencionado, en tanto que a la fecha hay un rechazo absoluto de esa forma de sistema político (algo que ha recrudecido en tiempos de pandemia).


El mismo Fukuyama ha tenido que aceptar el nuevo escenario en una reciente entrevista que diera a la revista londinense New Statesman, en donde refrenda el hecho que las democracias liberales ni siquiera tratan de definir lo que es una buena vida, sino que la dejan en manos de individuos que se sienten alienados, sin propósito, y que por eso cada vez es mayor el fenómeno en donde el pueblo se identifica con proyectos y grupos identitarios que les dan un sentido de comunidad.


Aquí de nuevo: ¿Qué paso con la inevitabilidad de la democracia y el capitalismo liberales como últimos paradigmas políticos y socioeconómicos de la humanidad? El mismo Fukuyama ha tenido que aceptar su derrota por el paso de la historia, pero eso no es todo, ya que, en una total contradicción con lo dicho en 1992, este concluye que el socialismo debería volver. Desconocemos que entiende Fukuyama por socialismo, sin embargo, ahí están sus declaraciones en la ya mencionada entrevista que diera a la revista New Statesman en octubre de 2018 y que el lector puede consultar libremente en Internet.


Sin embargo, y cuando pensábamos que ya nada podía hacer que Fukuyama diera por caduca su narrativa primaria, no solo aceptando el retorno de políticas socialistas en determinadas áreas, en otra parte de la entrevista, y para sorpresa del entrevistador y de nosotros también, terminó por aceptar que Marx tenía razón en algunas cosas. Ese fue el fin de Fukuyuma:


«En este momento, me parece que ciertas cosas que dijo Karl Marx están resultando ser ciertas. Habló de la crisis de sobreproducción.... que los trabajadores se empobrecerían y la demanda sería insuficiente» (Fukuyama, 2018).

Con ello se refrenda que estamos ante un nuevo escenario en la política internacional, bajo una visión que no es lineal, sino cíclica, que no es unipolar, sino multipolar, que no es individualista sino comunitaria, que no es liberal sino iliberal, y que no es capitalista sino anticapitalista o por lo menos orientada a formas alternativas transitorias dentro de un capitalismo no ortodoxo, y que el matrimonio entre democracia liberal y capitalismo ha llegado a su fin, el matrimonio que Fukuyama vio como la última frontera, se tornó en sitio de descanso final, ante el inminente divorcio bajo la experiencia de las potencias emergentes, el rechazo a la globalización, la reafirmación del nacionalismo como fenómeno popular y el fortalecimiento de las identidades étnicas y culturales de los pueblos.


Este divorcio ahora es un hecho consumado y solo sigue el camino de la desintegración, augurando el surgimiento de nuevos sistemas políticos y socio-económicos, no por la subjetividad de nuestras palabras, sino por la objetividad de los datos, y nos vamos directamente a las premisas fácticas. Al respecto:


«En el transcurso de un cuarto de siglo, las democracias liberales han pasado de una posición de fortaleza económica sin precedentes a una posición de debilidad económica sin precedentes…(…). De los 15 países del mundo con los ingresos per cápita más altos, casi dos tercios son democracias no liberales» (Mounk, Foa, 2018).

Esto nos reafirma que las democracias liberales pierden terreno frente a las llamadas democracias iliberales que están teniendo una mayor fortaleza política y económica en la arena internacional y eso comprueba que: «El vínculo entre democracia y capitalismo está roto. Por lo tanto, es muy posible que nuestro futuro se base en un socialismo capitalista chino, definitivamente no en el socialismo con el que estábamos soñando» (Zizek, 2018).


En virtud de lo expuesto, queda claro que el nuevo horizonte no es de ninguna forma como Francis Fukuyama lo previó, sino que se acerca cada día más a la visión del filósofo ruso Alexandr Dugin, de un mundo multipolar, de una geopolítica de los grandes espacios, de una reversibilidad del tiempo, del advenimiento de una auténtica laocracia y del retorno a una visión comunitaria de la existencia humana como revalorización del ethos particular de los pueblos. Es decir, todo esto significa que el nuevo horizonte, es un horizonte iliberal que augurará el surgimiento de nuevos paradigmas políticos y socio-económicos.

Referencias bibliográficas

FUKUYAMA, Francis. (1992). «El fin de la historia y el último hombre». Editorial Planeta.

FUKUYAMA, Francis. (2018). «Socialism ought to come back». New Statesman-Interview by George Eaton. En: https://www.newstatesman.com/culture/observations/2018/10/francis-fukuyama-interview-socialism-ought-come-back

MOUNK, Yascha; FOA STEFAN, Roberto. (2018). «The End of the Democratic Century: Autocracy´s Global Ascendance».

ZIZEK, Slavoj. (2018). «Will our future be Chinese ´capitalist socialism´?» RT.

Bibliografía

NYE, Joseph. (2011). «El futuro del poder estadounidense: el dominio y la decadencia en perspectiva». En: Foreign Affairs Latinoamerica. Volumen 11, Numero 1.


Fuente: LIRA, Israel. «Columnas de Opinión No.s 91 y 92 del 10.06.2019 y del 18.06.2019». Diario La Verdad.

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