Siguiendo la obra «Comienzos del Catolicismo Social» de Aubert Roger (1977), tenemos que Adolf Daens (18 de diciembre de 1839 – 14 de junio de 1907), nació en una familia numerosa y modesta de Aalst (Bélgica). Daens se caracterizó por su oposición activa al conservadurismo clásico que existía entonces, no en todo pero si en una parte importante del seno del clero (ya que no menos cierto fue el hecho que fueron tiempos en que la Iglesia también reafirmó y actualizó la doctrina social con la praxis, dando nacimiento a Pontífices con amplia visión social, a grandes educadores y reformadores sociales, del cual el propio Daens fuera uno de ellos, ante el advenimiento de los retos y las problemáticas inherentes a la llamada cuestión social. Sin perjuicio de ello, también estaba presente esa otra parte del clero que ocupaba cargos de importancia en la jerarquía eclesiástica, de aquél que –tal vez por el trauma de las experiencias revolucionarias, no solo desconfiaba en demasía de los cambios sociales y las reformas sino que por dicha suspicacia– quizás, sinceramente, buscó conservarlo todo de la tradición, pero no necesariamente separando la paja del trigo en el proceso, mala hierba que estaba ocasionando precisamente el deterioro de las relaciones sociales en la economia, por la injusticia de situaciones de abierta explotación laboral por el desfase de viejas formas a la nueva realidad del capitalismo industrial, que hacia insuficiente la beneficencia, y exigia por ello, apremiantemente, una nueva ética del trabajo). Por otro lado, su acción política se centró en la defensa de los trabajadores, la recuperación de su dignidad humana, y en la lucha contra las injusticias sociales.
A mediados de 1892 y conforme recrudecían las condiciones sociales de los trabajadores belgas en plena segunda revolución industrial, varios representantes de los trabajadores, entre ellos lideres de diversas organizaciones obreras, hicieron un frente unificado en derredor de Daens, para de cierta forma equilibrar la enorme desigualdad de poder respecto del Partido “Católico” y dentro de este la figura de uno de sus líderes históricos, el aristócrata Charles Woeste, cuyo enfoque era plenamente inmovilista, en el sentido de una defensa irrestricta de los propietarios de empresas industriales y de la conservación del orden socioeconómico establecido.
Producto de esta situación, Daens fundó el "Christene Volkspartij" (CVP) (Partido Popular Cristiano) en 1893 y más tarde fue elegido en 1894 como diputado en el Parlamento belga, con el fin de reivindicar los derechos de los obreros y denunciar las paupérrimas condiciones de trabajo y de vida de estos. Todo esto aplicando la Rerum Novarum (encíclica del Papa León XIII) como doctrina social y como arma intelectual para combatir las injusticias socioeconómicas:
«Sea de ello, sin embargo, lo que quiera, vemos claramente, cosa en que todos convienen, que es urgente proveer de la manera oportuna al bien de las gente de condición humilde, pues es mayoría la que se debate indecorosamente en una situación miserable y calamitosa, ya que, disueltos en el pasado siglo los antiguos gremios de artesanos, sin ningún apoyo que viniera a llenar su vacío, desentendiéndose las instituciones públicas y las leyes de la religión de nuestros antepasados, el tiempo fue insensiblemente entregando a los obreros, aislados e indefensos, a la inhumanidad de los empresarios y a la desenfrenada codicia de los competidos» (numeral 1, párrafo 2, Rerum Novarum).
El legado del «daensismo» o cristianismo obrerista, se puede resumir en la leyenda de una estatua erigida en su ciudad natal con ocasión del 50º aniversario de su muerte:
«El trabajador no debe ser ni esclavo ni mendigo, debe ser un hombre libre y próspero».
Por todo lo expuesto estimados lectores, que nunca les vuelvan a decir que estar a favor de los trabajadores y de los pobres, entender su sufrimiento y abogar por su mejoría social, es cosa exclusiva de socialistas o comunistas (para deslegitimar justos móviles), porque antes siquiera que existiese la palabra socialismo, la doctrina social cristiana, fue la primera en reafirmar la igualdad de los hombres en su sufrimiento y la primera en acuñar el término de justicia social, y la que por ello sigue siendo al día de hoy, la mejor respuesta para el entendimiento de la dialéctica de clases, porqué no sólo enfrenta un mal plasmado en forma de abusos y en el que los trabajadores siempre están en una situación de desventaja (lucha de clases) exigiendo la justicia social, sino que también genera el espacio para la concordia (conciliación de intereclases) procurando evitar con la violencia desmedida que corroe las sociedades, todo en aras de un contexto de evolución social en donde la dinámica entre lucha y concordia es la constante histórica del crecimiento y el desarrollo económico de un pueblo.
A todo esto, recomendamos ampliamente una joya de la cinematografía belga intitulada precisamente «DAENS» (1992), que es una adaptación en el formato de drama histórico, basado en los testimonios de la época (recogidos en la novela biográfica de Louis Paul Boon que fuera publicada en 1971, titulada Pieter Daens) sobre el calvario del sacerdote católico Daens en su defensa de los trabajadores en las etapas más vergonzantes del capitalismo industrial.
No dudamos en que algunos se re-conocerán en la película (sobre todo en estos tiempos de polarizaciones), porque actitudes y pensamientos que pensamos que están ampliamente superados al día de hoy, al contrario, continúan replicándose, ya sea de forma sofisticada (como en el caso de los libertarios) o de forma vulgar (en el día a día, en el axioma falaz de, los ricos son ricos porque se esfuerzan más, y quien piense lo contrario es un resentido), y que perviven al día de hoy bajo la forma de sentido común (en referencia a la defensa de las injusticias sociales bajo el ropaje de sacrificios necesarios del "crecimiento económico" como única vía posible), cuando no es otra cosa que la más vomitiva deformación de la doctrina cristiana que tanto dicen defender algunos que se hacen llamar muy cristianos y muy anti-comunistas, pero que al mismo tiempo no escatiman en defender un orden totalmente anti-cristiano.
Fuente: LIRA, Israel. «Columna de Opinión No. 222 del 04.06.2021». Diario La Verdad. Lima, Perú.
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