Para Benedetto Croce (1902), la estética es la ciencia de la expresión, entendiendo a la expresión en su identidad plena con la apercepción, la intuición o síntesis imaginativa, y que muy poco tiene que ver con la belleza o preferencia de percepción particulares, esta visión, para Santayana (1904) p.ej. contribuye mucho al diletantismo erudito y en nada al conocimiento. Por su parte, este último considera que por estética se puede entender muchas cosas, es decir que, nos enfrentamos a una categoría filosófica de naturaleza multívoca, pero que por lo general se le conceptualiza en su relación con objetos de arte o con el sentido de la belleza, así como con cualquier especulación acerca de la relación dialéctica de lo bello con lo racional o con el bien absoluto. Antes que ellos, el alemán Alexander Gottlieb Baumgarten (1735), la definiría como ciencia del conocimiento sensitivo, y a este es precisamente al que se le atribuye por primera vez el uso del termino Aesthetica para denominar a tal rama del pensamiento filosófico. De todas estas definiciones, se puede colegir que la experiencia estética es amplia, y no se reduce a lo bello, sino a toda experiencia sensitiva capaz de producir diversidad de reacciones en un sujeto cognoscente o algo que llamaremos sujeto aestético, es decir, aquel capaz de tener experiencias estéticas por diversidad de razones que se lo permiten. En ese sentido:
«… mucho de lo que es estético es factual—por ejemplo, los fenómenos del arte y el gusto; y todo esto es objeto de la historia y la filosofía naturales: pero mucho también es ideal, como el esfuerzo y el propósito de la composición poética, o la interpretación de la música, todo lo cual atañe solamente a satisfacer la intención y establecer valores. Que la psicología puede ocasionalmente tratar con cuestiones estéticas es incuestionable» (Santayana, 1904: 73).
Sin perjuicio de lo mencionado, uno de los objetos de la estética, es en efecto, la belleza, y en ello, lo bello. Pero ¿Qué es lo bello? Para filósofos como Kant, «bello es lo que place en el mero juicio» (1790: VIII). Es decir, es bello aquello que, siendo juzgado sin tener ningún marco de referencia conceptual para tal juicio, causa placer, siendo por esto que el juicio estético no produce conocimiento, sino placer. En otros términos, un objeto bello (producto de la naturaleza o el arte) en el kantismo, es lo que causa placer al momento de ejercitar el juicio (de gusto), siendo esto último la facultad de hacer concordar la imaginación y el entendimiento.
Estas consideraciones kantianas fueron materia de crítica por Hegel en sus Lecciones de Estética (1835), ya que, en Kant, como se ha visto, hay una disociación entre belleza y conocimiento, haciendo de la conciencia estética algo en sumo grado subjetivo, que varía conforme a cada sujeto aestético. Por su parte Hegel dirá que la belleza es «la manifestación sensible de la idea» (1835: 151), afirmando que la experiencia sensitiva por ello puede objetivarse progresivamente a través de conceptos que se construyen precisamente a partir de dicha actividad cognoscitiva. Es decir, para Hegel si hay una relación entre belleza y conocimiento. Mientras que para Kant el conocimiento se configura como una restricción del placer estético. Para Hegel y también para Schelling, «la belleza va a consistir en el concepto hecho objeto, p.ej. obra de arte» (Labrada, 2007:78).
Hoy en día, tanto la postura kantiana como la hegeliana, configuran el objeto de la estética, es decir, en la teoría como juicio de gusto y en la praxis como los aspectos cognoscitivos de la experiencia estética (Labrada, 2007).
Como colofón a la presente, conviene señalar que no solo lo bello tiene relevancia estética, sino también su opuesto que es lo feo. Así belleza y fealdad son la dicotomía neurálgica de todo fenómeno estético, son las categorías estéticas mínimas. Como diría Estrada (1998: 701), lo bello genera una atracción, mientras que lo feo una repulsión, la belleza apertura la vista, mientras que la fealdad los cierra. Lo bello induce a la contemplación que lleva al cuerpo a la quietud, mientras que lo feo sentimientos negativos que se ven manifiestos en expresiones y gestos algunas veces violentos de rechazo, que, en sus versiones extremadas, pueden llevar al alejamiento físico.
Fuente: LIRA, Israel. «Columna de Opinión No. 247 del 23.10.2021». Diario La Verdad. Lima, Perú.
Comments