Un tema harto espinoso, harto en boga, harto tocado desde muchísimas aristas menos la científica, que será el enfoque que daremos a la presente, partiendo de la crítica del filósofo, físico y epistemólogo argentino recientemente fallecido Mario Bunge (1998), y que menciona lo siguiente: «El feminismo político es el admirable movimiento que persigue la emancipación de la mujer. El feminismo académico es la industria que rechaza todo el conocimiento científico obtenido hasta ahora, por considerarlo una herramienta de dominación masculina: la verdad tendría sexo. Algunas empresarias de esta industria sostienen que la ciencia masculina deberá ser sustituida por una ciencia femenina (pero aún no se han puesto a la tarea, seguramente porque la guerra contra la "ciencia androcéntrica" les absorbe toda la energía). Otras, más radicales, o acaso más perezosas, afirman que toda ciencia, empezando por la lógica, es "falocéntrica" y por lo tanto enemiga de la mitad de la especie humana. ¡Desdichadas las militantes que se dejan engañar por esta industria que desacredita la noble causa feminista!». Al respecto, diremos que mientras el feminismo de primera ola es la auténtica forma de una lucha legítima de las mujeres por mayor equidad social (que tuvo apoyo de diversidad de actores masculinos dicho sea de paso p. e. el sacerdote católico François Poullain de La Barre, considerado el padre fundador del feminismo, en el sentido de precursor a nivel de ideas sistematizadas), lo que viene después de ello, y con excepciones muy puntuales, el feminismo de segunda y tercera ola, son la paulatina desfiguración del feminismo en un hembrismo violento que nada tiene que ver con las grandes mujeres de nuestra historia que han contribuido con sus aportes políticos, científicos y culturales, al desarrollo de sus naciones. Para entender el movimiento feminista no podemos hablar de feminismo en general, ya que ello sería una postura sesgada que no analiza las diferencias entre las etapas del feminismo, es mejor especificar y hablar de feminismos, ya que en sus distintas fases históricas, se diferencian entre sí, puesto que abogan por cuestiones distintas. En ese sentido, nosotros nos encontramos a favor del feminismo sufragista de primera ola y en algunos puntos con el de segunda ola, pero el de tercera ola, tanto en la teoría como en la praxis, y en la mayoría de casos, se sustenta en una misandria (basta con leer las obras de Judith Butler para reafirmar ello o ver las actitudes violentistas de los colectivos feministas contemporáneos) y en teorías que no reúnen requisitos epistemológicos para dar veracidad a sus hipótesis, p.e. categorías como patriarcado, techo de cristal, etc. que se sustentan más en un sesgo cognitivo que en un hecho empírico contrastado. No se nos escapa a nuestro análisis, esa tesis que sustenta que el feminismo de tercera ola es equivalente a marxismo cultural, propuesta por los controversiales autores argentinos Agustín Laje y Nicolás Márquez. Si bien no concordamos para nada con su visión liberal libertaria, la cual consideramos bajo un enfoque bungiano como pseudociencia, ya que el enfoque austriaco de economía es más ideología que ciencia (Bunge, 1998), sí reconocemos que al abordar el tema del feminismo de tercera ola, tienen cierta validez empírica en sus argumentos, y solo respecto a lo que atañe a las que se hacen llamar teorías de género, que no son más que ideología en el sentido peyorativo, entendida como dogmatismo, es decir, como conciencia falsa. Si quieren profundizar en ello puede revisar el ensayo «La teoría de género y su principio de demarcación científica» (2007) de Guzmán, M. y Pérez, A en la Revista Cinta de Moebio de Epistemología de Ciencias Sociales, y desde un enfoque netamente epistemológico y meta-teorético, y que dicho sea de paso es de mucha anterior publicación que el enfoque netamente politológico y provocativista, manifestado en el «Libro Negro de la Nueva Izquierda» (2016) de los ya citados Laje y Márquez.
Un ejemplo de la izquierda fucsia (que nada tiene que ver con la izquierda nacionalista) que denuncia el marxólogo italiano Diego Fusaro. Una izquierda funcional a la agenda cosmopolita del globalismo. Sin embargo, no sucede así lo mismo cuando se aborda el tema del llamado marxismo cultural, y allí nuestra precisión: Conservadores liberales, Nacionalistas liberales (conservadores en lo social, liberales en lo económico) y Liberales libertarios cantan al unísono:
«El marxismo cultural quiere destruir la familia y la cultura tradicional de nuestros pueblos».
Mientras tanto, el Decreto 349/2018 de la República de Cuba dispone lo siguiente: «(...) ARTÍCULO 3.1. Se considera contravención cuando una persona natural o jurídica en la utilización de los medios audiovisuales muestre en ellos contenidos con: a) uso de los símbolos patrios que contravengan la legislación vigente; b) pornografía; c) violencia; d) lenguaje sexista, vulgar y obsceno; e) discriminación por el color de la piel, género, orientación sexual, discapacidad y cualquier otra lesiva a la dignidad humana; f) que atente contra el desarrollo de la niñez y la adolescencia; y g) cualquier otro que infrinja las disposiciones legales que regulan el normal desarrollo de nuestra sociedad en materia cultural», prohibiendo con ello el reggaetón por considerarlo como lesivo a la cultura, en tanto configura una narrativa anticultural, es decir, que resalta las pasiones y los instintos más bajos por sobre las expresiones culturales trascendentales. A lo mencionado se aúna la decisión de la República Popular China de reiterar su veto al matrimonio gay en 2019por no ajustarse a sus tradiciones culturales, así como lo mencionado por el actual Presidente de China y Secretario General del Comité Central del Partido Comunista de China, lo que podría identificarse como una política cultural del socialismo chino que nada tiene que ver y que es todo lo contrario a lo que se conoce como izquierda fucsia o marxismo posmoderno: «En primer lugar, espero que concedan especial atención a la familia. La familia es la célula de la sociedad. La armonía familiar conduce a la estabilidad social, la felicidad familiar conduce a la tranquilidad social y la civilización familiar conduce a la civilización social. (…)Todos debemos fusionar el amor por la familia con el amor por la patria y fusionar el sueño familiar con el nacional.» (Xi Jinping, 2019). Si retrocedemos aún más nos encontraremos con mayores sorpresas que horrorizarían a muchos que se llaman de izquierda al día de hoy: «El origen del homosexualismo está relacionado con las condiciones sociales diarias; para la abrumadora mayoría de personas que se permiten el homosexualismo, estas perversiones desaparecen en cuanto la persona se encuentra en un ambiente social favorable (...) En la sociedad soviética, con sus sanas costumbres, el homosexualismo es una perversión sexual considerada vergonzosa y criminal. La legislación criminal considera el homosexualismo punible con excepción de aquellos casos en los que el homosexualismo es una manifestación de un desorden psíquico marcado» (GRAN ENCICLOPEDIA SOVIÉTICA, 1395:35). Entonces, y derivado de este cotejo empírico: ¿Dónde está el llamado marxismo cultural? Lo que nos lleva a reafirmar que, lo que en realidad pasa en el mundo, eso que critican fuertemente Laje y Márquez, esa fenomenología de feminismo de tercera ola, la «Nueva Izquierda», no es más que liberalismo de izquierda, es decir, una desviación gramscista funcional a la agenda cosmopolita del globalismo. Las ideas de esa burguesía académica que denunciaba Bunge aplicadas a lo social, ergo el pretendido marxismo cultural es una categoría imprecisa, que más que clarificar, oscurece (distractora del auténtico y único enemigo hegemónico). Que sectores de la izquierda marxista se hayan dejado contagiar por ello, cosa distinta y por dicha razón encajan en la categoría de tontos útiles en frase de Lenin. Al respecto: «–Afirma que hay que recuperar a Gramsci y apartarlo de las izquierdas liberal-libertarias que hoy dominan y que son quienes más lo han utilizado últimamente y que encarnan bien lo que Gramsci combatió... Sí, en lo esencial, Gramsci es todo lo opuesto de lo que está haciendo la izquierda en Italia y en gran parte de Europa, las izquierdas ya no son rojas sino fucsias, ya no son la hoz y el martillo, sino el arcoíris. Luchan por el capital y no por el trabajo, luchan por el cosmopolitismo liberaly no por el internacionalismo de las clases trabajadoras...» (Entrevista a Diego Fusaro, 2019). A lo que se aúnan las conclusiones arribadas en el debate entre el filósofo, psicoanalista y crítico cultural esloveno Slavoj Žižek y el psicólogo clínico y también crítico cultural canadiense Jordan Peterson:
«¿Dónde están los marxistas aquí? No conozco ninguno... ¿Quiénes son los marxistas aquí? ¿dónde está realmente el elemento marxista en el llamado marxismo posmoderno?...¿ellos están por la igualdad? Lo siento, pero ¿Donde? Ellos están por la igualdad en estas luchas de clases culturales, etc, etc... ¿Ves en esto, en lo políticamente correcto, una genuina voluntad de cambiar la sociedad?... Yo no lo veo...Yo creo que es una hiper-moralización, la cual es una silente aceptación de una derrota» (Zizek, 2019)
En este debate también se evidencio el hecho mencionado de que en la posmodernidad, lo que se tiene por marxismo cultural, en realidad es liberal-capitalismo cultural en un estado exacerbado, entendido como el culto al consumismo y a una idea de libertad e igualdad desenfrenadas, o mejor dicho, libertinaje e igualitarismo, respectivamente, que sirve de base a lo que todos conocemos coloquialmente como progresismo, lo políticamente correcto, en si, una izquierda liberal que tanto Žižek como Peterson, rechazan. Este liberalismo de izquierda (que sustenta a una izquierda fucsia en la línea brindada por el marxólogo italiano Diego Fusaro), se caracteriza por: 1. Hiperindividualismo, donde los criterios de corrección e incorrección se encuentran en base a los gustos y preferencias del individuo extrapolados de forma excesiva e independientemente de un criterio objetivo que se opone a estos. 2. Hipersexualización, como una de las consecuencias o epifenómeno del hiperindividualismo, una obsesión por resaltar atributos sexuales (biológicos o construidos –LGBTIQ–) por encima de cualquier otra cualidad como plataforma para la obtención de lucro o de prerrogativas y derechos fictos, respectivamente. 3. Hiperconsumismo, la economía se traslada al campo ético-moral, y define la felicidad o realización individual y colectiva en base a estrictos criterios de consumo de bienes y servicios. El mercado de cirugías estéticas y de cambio de sexo está dentro de este marco. Finalmente, no menos importante es de mencionar el hecho que «el feminismo (de tercera ola) y las teorías de género, promovidas desde el centro del poder académico anglosajón, son elementos fundamentales de la producción de un orden cuya apoteosis es el transhumanismo. En este complejo mecanismo, el progresismo de izquierda juega un papel fundamental. Las y los intelectuales progresistas están empeñados en convencer al resto de la sociedad, neófita o simplemente indiferente, que sus postulados tienen un componente revolucionario y disruptivo. Hoy más que nunca, las clases medias intelectuales de izquierda están implicadas en un rol de pivotes entre estas dos teorías y el transhumanismo, incipiente en esta región, pero con gran aquiescencia y desarrollo en el norte global. (…) Es importantísimo, a nuestro criterio, vincular los escritos de, por ejemplo el Club de Roma, Los límites del crecimiento de Meadows y Randers, con las teorías de género, La política sexual de Kate Millet, dos años antes, o el pensamiento lesbianista de Monique Wittig, o Shulamith Firestone; se podría incluso pensar en Donna Haraway como una autora pivote explícita entre el feminismo y el transhumanismo a partir de su concepción del cyborg. La función de las teorías de género (desde el ataque a la maternidad de Simone de Beauvoir hasta el lesbianismo político y el feminismo cyborg antedichos) en el comienzo del paradigma transhumanista es enorme» (Quiroga, 2019). Referencias bibliográficas BUNGE, Mario. (1998). «Contra el charlatanismo académico». Diario ABC España. En: https://www.lainsignia.org/2007/febrero/cyt_001.htm GUZMÁN, M. y PÉREZ, A.(2007). «La Teoría de Género y su Principio de Demarcación Científica». En: http://www.facso.uchile.cl/publicaciones/moebio/30/guzman.pdf BUNGE, Mario. (1998). «Hayek: ¿Economista o ideólogo?». En: Elogio de la Curiosidad, https://socio-ideas.blogspot.com/2016/06/hayek-economista-ideologo-mario-bunge.html LAJE, Agustín, MARQUÉZ, Nicolas. (2016). «El Libro Negro de la Nueva Izquierda: Ideología de género o subversión cultural». Grupo Unión. DECRETO No. 349/2018 de la República de Cuba. En: http://www.ministeriodecultura.gob.cu/decreto-349/ EL CONFIDENCIAL.«China reitera su veto al matrimonio gay: no se "ajusta" a sus tradiciones culturales».(2019).En: https://www.elconfidencial.com/mundo/2019-08-21/china-matrimonio-gay-homosexual-lgtb_2187171/?fbclid=IwAR1ug_LendF9o5fecsf1rTXGRnDnEKpFcXq2xrgsiN-8aO7xh_sd45Ao1UQ GRAN ENCICLOPEDIA SOVIÉTICA. (1952). «Gomoseksualism». XI JINPING.(2019). «Conceder atención a los valores, la educación y los hábitos familiares». FUSARO, Diego. (2019). «El soberanismo populista del siervo contra el cosmopolitismo liberal del señor». Entrevista a Diego Fusaro por Carlos Blanco Martín. En: https://www.geopolitica.ru/es/article/el-soberanismo-populista-del-siervo-contra-el-cosmopolitismo-liberal-del-senor-entrevista?fbclid=IwAR1cahiRBIIa2SPEYPkkiQTVUahWhsy7H86ZSOFGgCj5Lxcwk280936v8Kk DIEGO, Fusaro. (2019). «La izquierda ya no es roja sino fucsia, ya no es la hoz y el martillo, sino el arcoíris». En: https://kontrainfo.com/entrevista-a-diego-fusaro-la-izquierda-ya-no-es-roja-sino-fucsia-ya-no-es-la-hoz-y-el-martillo-sino-el-arcoiris/ DEBATE ZIZEK-PETERSON: Sobre el marxismo posmoderno. (2019). En: https://www.youtube.com/watch?v=5ttg-IfF8XY QUIROGA MARTÍN, Facundo. (2019). «Transhumanismo, políticas de genero, y feminismo occidental». En: https://kontrainfo.com/transhumanismo-politicas-de-genero-y-feminismo-occidental-por-facundo-martin-quiroga/ Fuente: LIRA, Israel. «Columna de Opinión No. 144 del 16.03.2020». Diario La Verdad. Lima, Perú.
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