Llegó a nuestros oídos una riña entre estudiantes de física y de filosofía de la Universidad Nacional Pedro Ruiz Gallo, sumamente jocosa, los primeros, poseídos por una soberbia cientificista (en el sentido espurio de su acepción), reclamaban a los segundos una carencia de utilidad de sus conocimientos, así como punto aparte pero de forma conexa, aunaban al debate la vieja riña sobre la incorreción en la denominación de ciencias a las ciencias sociales: ¿Si las ciencias sociales no experimentan? ¿Qué clase de ciencias pueden ser esas? Asimismo: ¿Para qué sirve la filosofía en un tiempo en donde la ciencia se nos presenta como la mejor vía para el conocimiento objetivo de nuestra realidad? Inferimos, fueron las principales ideas de quiebre entre sus colegas; a la manera del filósofo argentino Alberto Buela, diremos que este quiebre no es un problema, sino un pseudoproblema, que ya ha sido harto resuelto por infinidad de autores.
Lo anterior es un hecho sintomático común en la posmodernidad. Posmodernidad que no solo está plagada de pseudociencias sino también de dogmas cientificistas, que es diferente de la categoría de cientifismo, dicho sea de paso y que Mario Bunge precisaría en una conferencia el 30.04.2014 en la UNED [1]. Al respecto, quien mejor, consideramos, que este físico y a la vez epistemólogo argentino, con más de 50 libros publicados en torno al tema, 19 doctorados honoris causa y Premio Príncipe de Asturias en 1982, para ilustrarnos en torno a la relación entre filosofía y ciencia, así como respecto de la importancia de los estudios epistemológicos en la formación del científico.
Rogamos al lector, revisar nuestras publicaciones pasadas en torno a estos temas, para evitar ser repetitivos en categorías ya harto explicitadas, particularmente la siguiente: «Una aproximación al concepto de Ciencia», donde se responde a la interrogante en torno a que las ciencias sociales no necesitan experimentar necesariamente para ser científicas, dado que el concepto de ciencia no se circunscribe a la experimentación, sino que fluye principalmente de dos categorías principales, a saber, el de racionalidad y el de objetividad. En ese sentido:
«No todas las ciencias pueden experimentar; y en ciertos capítulos de la astronomía y de la economía se alcanza una gran exactitud sin ayuda del experimento. La ciencia fáctica es por esto empírica en el sentido de que la comprobación de sus hipótesis involucra la experiencia; pero no es necesariamente experimental y, en particular, no es agotada por las ciencias de laboratorio, tales como la física» (Bunge, 2009: 15).
O lo que es lo mismo, lo empírico es tal no porque se limite al experimento, sino porque versa sobre la experiencia, en donde el experimento solo es una de sus múltiples manifestaciones, siendo otras el análisis estadístico y las metodologías cualitativas, siendo estas últimas las más comunes en la investigación científico-social.
Bajo el marco teórico señalado, Bunge denuncia en su obra máxima, «La Ciencia, su Método y su Filosofía» el hecho que los científicos deben alejarse del cientificismo (espurio) en sus dos formas, como enciclopedismo científico y como reduccionismo naturalista. El primero como la visión que entiende a la ciencia como mero cumulo de descubrimientos, en detrimento de un enfoque integral del conocimiento, y el segundo como la:
«…tentativa de resolver toda suerte de problemas con ayuda de las técnicas creadas por las ciencias naturales, desdeñando las cualidades específicas, irreductibles, de cada nivel de la realidad» (Bunge, 2009:43).
En torno a la relación entre filosofía y ciencia, Bunge es más tajante en refrendar el hecho que, no es más culto el científico más especializado en su rama, sino aquel que sabe integrar conocimientos varios para enriquecer su enfoque de investigación, de lo contrario:
«…del especialista que niega resueltamente que su ciencia tenga relación con la filosofía; de quien se desinteresa totalmente de la estructura lógica, de la evolución histórica o de la función social de su propia especialidad, de este no puede decirse que sea un hombre culto aun cuando lea novelas o visite exposiciones de pintura. Será tan inculto por desechar todo el saber acerca de lo que a él le interesa saber, que ignorará qué es su propia ciencia» (Bunge, 2009:69).
¿Qué es la Materia? Es un cuestionamiento que comenzó por vez primera en la filosofía, de la mano de pensadores como Demócrito, Eratóstenes, Aristarco, Epicuro y Aristóteles y que luego continuaría en la ciencia particular, de la mano de Isaac Newton, Michael Faraday, Clerk Maxwell, Niels Bohr, Max Planck y Stephen Hawking. Todo cuestionamiento científico contemporáneo, comenzó en la filosofía y en la actualidad cada ciencia particular, tiene su rama filosófica. La ciencia moderna, señala Bunge, fue construida por científicos con mentalidad filosófica, ni más ni menos.
La ciencia verifica hipótesis de causa mediata sobre la realidad fenoménica p.ej. ¿Todos los metales se dilatan con el calor? ¿La distancia media entre la Tierra y el Sol es de unos 1.500 millones de kilómetros? No responde a preguntas de naturaleza finalista tales como: ¿La mecánica cuántica, robustece el indeterminismo? ¿Lo químico, constituye un nivel de realidad distinto de lo físico? ¿Los biosistemas no son sino químicos heterogéneos, o tienen propiedades emergentes que la química no estudia? ¿Qué es una sociedad: un conjunto de individuos, una totalidad opaca al análisis, o un sistema de personas interactuantes? Estas últimas todas ellas de carácter filosófico y sobre las que reposa la actividad científica, señala Bunge, son abordadas por las epistemologías de cada ciencia en aras de dar un orden y claridad a la labor científica, en ello, la filosofía de la física, la filosofía de la química, la filosofía de la biología y la filosofía de las ciencias sociales, respectivamente. Por lo que el argumento de que el conocimiento filosófico es inútil denota ciertamente un gran nivel de incultura que debe corregirse.
Todo lo anterior remarca la importancia de la formación filosófica en los científicos, y en lo que respecta a la física:
«todo físico que arañe la superficie de su propio trabajo está destinado a vérselas cara a cara con la filosofía aun si no la tiene por cosa cierta. (…) En resumen, la filosofía siempre está con nosotros. De donde lo menos que deberíamos hacer es conocerla» (Bunge, 1982:27-28).
Notas
[1] Conferencia «Cientificismo».Disponible en: https://canal.uned.es/mmobj/index/id/19670; recomendamos también la ponencia sobre «¿Para que sirve la Epistemología?», disponible en: https://www.youtube.com/watch?v=lJ4Pi8H01gM&ab_channel=MiguelAntonioCaicedoBaltodano; así como la ponencia «Ciencias Sociales con Números», disponible en: https://www.youtube.com/watch?v=JLq7YSmOqNE&ab_channel=C%C3%ADrculoEsc%C3%A9pticoArgentino
Referencias bibliográficas
BUNGE, Mario. (2009). «La Ciencia. Su Método y su Filosofía». 2a ed. Buenos Aires. Editorial De Bolsillo.
BUNGE, Mario. (1982). «Filosofía de la Física». Editorial Ariel.
Bibliografía
BUNGE, Mario. (1977). «Epistemología: curso de actualización». Siglo XXI Editores.
Fuente: LIRA, Israel. «Columna de Opinión No. 79 del 26.11.2018». Diario La Verdad.
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