En lo que va de estos 103 días de cuarentena, el gobierno ha estado emitiendo normativas diversas y tomando decisiones a medida que surgían los problemas. Esto es claramente criticable por donde se lo mire, se supone que el gobierno debió prever lo que se venía y prepararse logística y administrativamente para los embates de esta pandemia. Eso es más que obvio. A estas alturas nos queda claro que un proceso de modernización del Estado es imperativo, y el sector Salud el que por antonomasia sale a relucir como uno de los que más atención necesita. Sin perjuicio de ello, y de todas las críticas que podamos tener para con el gobierno de turno y que el lector pueda compartir y con razón justificada, lo cierto es que como todo loco, a veces tiene periodos de lucidez.
El Bono Familiar Universal, la movilización de las Fuerzas Armadas como personal de apoyo, la transformación de la Villa Panamericana en Hospital (un mero paliativo temporal al déficit estructural del Sector Salud), la propuesta de Impuesto Solidario, el mismo programa Reactiva Perú (muy aparte de nuestras críticas, sino en referencia a la idea en sí) y el actual acuerdo con las clínicas privadas (que es de aquellas victorias que saben a derrota –monto plano de 55, 000 soles para todo el periodo que dure el tratamiento–, pero que comparado con la vergonzante situación previa ciertamente es un avance), fueron algunas medidas de excepción del gobierno para paliar los efectos logísticos, sociales y económicos ocasionados por la pandemia. Aparte de los matices correspondientes, en general, estas han sido medidas idóneas para el contexto. Lo que si nos causa rechazo, es que a tales decisiones de excepción, los libertarios de siempre, que más parecen defender al gran empresariado y sus intereses y no al ciudadano de a pie, vean en ello claras manifestaciones de asistencialismo barato y populismo ramplón. Reaccionarismo vomitivo del más rancio, de aquel que nada puede ver con mirada objetiva, sino solo mediante el prisma del Centro Mises y sus epígonos. Aquellos que para todo lo que tiene la palabra social añadida, ya huele a socialismo. No puede haber un caso de miopía política y económica más grande que el de los liberales libertarios, ciegos por propia voluntad, su mirada no va más allá de sus propias narices, y está ya de por si choca siempre con el Estado aun encontrándose este a metros de su campo de visión. Todo es culpa del Estado y su intervención, cantan al unísono.
No es novedad alguna que el libertarismo no es más que un nuevo liberalismo clásico.
Y ello por boca propia de los libertarios: «Libertario es sólo otra palabra para liberal (clásico)» (Centro Mises, 09.12.2019). De ese liberalismo de la sobreproducción como algo que al final no puede ser malo (Von Mises, 30.10.1950), de la especulación como algo necesario y hasta heroico (Centro Mises, 11.03.2015) y del egoísmo como única conducta racional posible (Hayek, 1944). Cuando fueron precisamente estas ideas las que llevaron al debacle de la Gran Depresión y que devinieron en la gran crisis del liberalismo como sistema teórico (Martínez Rodero, 2017: 361), y con ello el fortalecimiento de alternativas como el socialismo y el surgimiento del fascismo. Parece que algunos no escarmientan.
Pero esto no es todo, sino que nos sorprende en demasía, que hasta unos muy perdidos liberales peruanos, no sepan que existen ramas mixtas del liberalismo en donde la intervención del Estado no es tabú y en donde la justicia es social. La ignorancia siempre es atrevida sin duda alguna, y esto precisamente como respuesta a los grandes errores, falencias y falacias del liberalismo clásico.
La primera es la rama conocida como socio-liberalismo que parte de los planteamientos de John Stuart Mill y la segunda la del ordo-liberalismo que tiene como representantes a Alexander Rüstow, Alfred Müller-Armack y Ludwig Erhard, siendo esta última la que consolidó el modelo de Economía Social de Mercado (en adelante ESM) en la Alemania de Konrad Adenauer (1949-1963).
Nuestro país perfiló este modelo económico en la Constitución de 1979, en su artículo 115º, reproduciéndose en la Constitución de 1993 en su artículo 58º. Al día de hoy vivimos en una Economía Social de Mercado, sin embargo, y como ya ha sido materia de opinión por nuestro lado, nuestra ESM desde que se implemento tuvo dos enfoques opuestos que en la teoría original ya habían sido largamente solucionados. El enfoque del 79´que puso un peso excesivo al ideal de justicia social en detrimento del de libertad económica, y el enfoque del 93´que puso un peso excesivo a la libertad económica y dejo de lado la justicia social. Pues bien, la idea de la ESM original precisamente es llegar a un equilibrio entre estos dos conceptos.
Este modelo económico «fue desarrollado como una alternativa liberal frente a la economía planificada y como una alternativa social a la economía de mercado al estilo clásico» (Resico, 2010: 109). Partiendo de la premisa que «la libertad y la justicia social como valores sociales fundamentales constituyen los dos aspectos de una relación que guarda un delicado equilibrio. No es posible inclinar la balanza en forma permanente en beneficio de ninguno de los dos términos. Por otra parte, la Economía Social de Mercado tampoco puede ser entendida como un simple compromiso entre la libertad y la justicia social, en el que la libertad se subordina a la justicia y viceversa. Por el contrario, ambos valores se complementan» (Resico, 2010: 111).
A todo esto: ¿Qué entiende la ESM por libertad y por justicia social? Por libertad hace alusión a su doble esencia, libertad como: «la ausencia de coerciones que van en contra de la esfera de derechos de la persona, y desde el punto de vista económico implica la liberación de la iniciativa individual, el espíritu de empresa y las innovaciones que, según la teoría moderna, son las fuentes más importantes de la productividad y el crecimiento económico» (Resico, 2010: 111).
Por otro lado y en torno a la justicia social precisa que esta: «implica la búsqueda en el plano económico de la igualdad de oportunidades para el despliegue de los propios talentos y se basa en la solidaridad con el resto de los ciudadanos. La justicia social es un ideal o valor social que caracteriza la convivencia humana y guía la creación de lazos sociales. De acuerdo con ella, todos los miembros de la sociedad deben participar en el bienestar así como en la creación, multiplicación y conservación de la riqueza» (Resico, 2010: 111).
Esta síntesis de libertad económica con justicia social tiene como objetivo llegar a «un consenso social que se basa naturalmente en la participación de los beneficios obtenidos en el proceso de crecimiento. Un sistema económico adecuado y productivo no puede basarse en una sociedad conflictiva, y un sistema económico productivo y eficiente genera conflictos de intereses concretos si los beneficios no se difunden de una manera amplia en la sociedad en la que se producen» (Resico, 2010: 112).
Este resumen esquemático nos muestra que la economía social de mercado busca equilibrar dos principios que se constituyen a su vez como ideales históricos de varias sociedades y que han inspirado a la construcción de diversos proyectos políticos y socio-económicos, en donde primaron uno u otro concepto en detrimento de su opuesto. Ideales que hasta al día de hoy enfrentan a varios sectores de la sociedad, sin embargo, como se ha visto, una síntesis equilibrada es no solo teórica, sino también, factible en la práctica, y al menos las iniciativas (de carácter económico) que el gobierno ha estado impulsado desde el inicio de la cuarentena, nos parece que han ido en ese sentido (no porque fuera algo producto de una planificación, sino por mero contexto y hay que decirlo, en la marcha, es decir, mucho de improvisación). Uno de los varios efectos de la pandemia ha sido la calibración aunque sea tímida (y temporal) de nuestro modelo económico, en ello, la recuperación del real alcance original de la economía social de mercado.
Referencias bibliográficas
CENTRO MISES. (23.03.2018). «Lord Keynes y la Ley de Say». Artículo se publicó originalmente en The Freeman, 30 de octubre de 1950, y se reimprimió en Planning for Freedom de Ludwig Von Mises. En: https://www.mises.org.es/2018/03/lord-keynes-y-la-ley-de-say/
CENTRO MISES. (11.03.2015). «El especulador es un héroe». En: https://www.mises.org.es/2015/03/el-especulador-es-un-heroe/
CENTRO MISES. (09.12.2019). «Libertario es sólo otra palabra para liberal (clásico)». En: https://mises.org/es/wire/%C2%ABlibertario%C2%BB-es-s%C3%B3lo-otra-palabra-para-liberal-cl%C3%A1sico
MARTÍNEZ RODERO, Ana. (2017). «La gran depresión, el new deal y el trabajo social». Universidad de Jaen, España. Revista Antropología Experimental nº 17, 2017. Texto 25: 357-374. En: https://revistaselectronicas.ujaen.es/index.php/rae/article/download/3800/3128/
RESICO F, Marcelo. (2010). «Introducción a la Economía Social de Mercado». Edición Latinoamericana. Konrad Adenauer Stiftung. En: https://www.kas.de/c/document_library/get_file?uuid=22412104-f255-886e-178f-8b32bf5bce06&groupId=252038
BORJA BARRAGUÉ, Calvo. (2012). «Liberalismo económico y darwinismo social: sobre la figura de Herbert Spencer». Revista Internacional de Filosofía Astrolabio. pp.47-54. En: https://www.raco.cat/index.php/Astrolabio/article/viewFile/256202/343192
Fuente: LIRA, Israel. «Columna de Opinión No. 165 del 26.06.2020». Diario La Verdad. Lima, Perú.
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