«La Magia ha existido entre muchos pueblos y en todas las épocas», sentenciaba G.W.F.Hegel en sus Vorlesungen über die Philosophie der Religion. Teil 1. Einleitung; Der Begriff der Religion (1832) y es que la transición del pensamiento mágico de máxime carácter intuitivo al pensamiento científico de carácter racional, se ve expresado en dicha frase (aunque desde otra arista – la de Hans Blumenberg (1991)– tal transición solo es pareidolia y no estaríamos sino frente a dos tipos de racionalidades, la racionalidad mágica frente a la racionalidad conceptual). Pero ¿Qué es la Magia? ¿Por qué continúa existiendo hasta nuestros días bajo su forma de Alta Magia en el gran número de sociedades iniciáticas que se popularizan cada día? ¿Es lo mismo un Mago, un Hechicero y una Bruja? Son preguntas de relevancia antropológica que refrendan el hecho de que muy lejos de haber superado al pensamiento mágico, este continúa hasta nuestros días, desde las tribus ancestrales, las ordenes herméticas y en todo lo que implique o se presente como un cortocircuito a la realidad, en ello, pasar de la causa al efecto sin pasos intermedios (Eco, 2002).
Bajo el marco expuesto se tiene que, no puede haber una cabal comprensión del desarrollo de las ciencias y el avance científico sin haber entendido el papel de la fenomenología ocultista en dicho proceso, todo ello abordado desde una óptica de la historia de la magia y la ciencia experimental en el sentido brindado por el PhD. Lynn Thorndike, historiador norteamericano de la ciencia y la alquimia en la época medieval.
Con el ligero prolegómeno, iniciamos por definir algunas de las categorías relativas al fenómeno ocultista a través de la historia, en ello, las de Mago, Hechicera y Bruja que fluyen de la categoría neurálgica de Magia. Esta última cuenta con diversas teorías etimológicas sobre su origen, se tiene que la categoría de «Magia» podría venir de la palaba «magi» que hacía alusión a los hombres sabios de Persia y Babilonia, cuyas prácticas fueron denominadas bajo ese apelativo por Griegos y Romanos, también se nos presenta la posibilidad de rastrear esta palabra hasta los tiempos de Sumeria o Turania donde se utilizaba el término «imga» o «unga» que hacía alusión a algo trascendental o profundo.
Por su parte el antropólogo español Julio Carol Baroja (2003), distingue las categorías de mago, hechicera y bruja. La diferencia se encontraría principalmente en el sexo y el espacio geográfico de desenvolvimiento, en tanto que mientras las hechiceras eran propias de zonas urbanas, las brujas lo eran de zonas rurales, mientras que el mago solo hacía alusión a un hechicero o brujo masculino. Estas categorías están insertas de igual forma en una historia de la medicina primitiva (Arévalo, 2001), es de recordar la figura de los médicos-hechiceros en las tribus alrededor del mundo y en diversas épocas.
De lo expuesto, podemos colegir que por Magia –en lato sensu– se entiende a todo conocimiento de tipo esotérico conformado tanto por artes como por proto-ciencias y folclore, y a los Magos (hechicero o brujo masculino), Hechiceras y Brujas como sus principales ejecutores (terminologías que al día de hoy se ven eclipsadas cada vez más por el término ocultista, este último como relativo a una mayor sistematización integral de este tipo de conocimientos). Al respecto Thorndike precisaba que:
«…la magia y la ciencia experimental han estado conectadas en su desarrollo; los magos son tal vez aquellos que experimentaron por primera vez; y que la historia de ambas, de la magia y la ciencia experimental, puede ser mejor entendida si se estudian en conjunto» (1923:50).
La Magia y los Magos –en lo que atañe a la proto ciencia– son lo que ahora es la Ciencia y los Científicos (en ese sentido la Ciencia se entendería en términos de magia desacralizada o magia secular), con la gran diferencia, que los primeros usaban una combinación entre una metodología intuitiva y racional, mientras que la ciencia es exclusivamente racional. Sobre la Magia reside tal vez, el mismo origen de la civilización, de la cual surgieron dos ramas: la Religión y la Ciencia. Al respecto, es de mencionar los comentarios del controvertido ocultista francés Alphonse Louis Constant (1911:30), quien no duda en hacer alusión, no sabemos si para escarnio o ilustración dado su característico estilo de enseñanza (conforme se lo vea), al referirse a la religión católica como magia jerárquicamente constituida, es decir, como magia institucionalizada:
«EL PROTESTANTE – Pero, entre todas las religiones, ¿por qué elegís y proclamáis como la mejor, a aquella que más enérgicamente condena la magia? (en alusión a la religión católica)
ELIPHAS LEVI – Porque es la única que es incontestablemente dogmática y realmente taumatúrgica; porque la religión romana es la magia jerárquicamente constituida que reprueba y debe reprobar a los hechiceros como competidores sin diploma; porque los sacerdotes católicos son verdaderos encantadores, evocando a Dios mismo y forzándolo a descender sobre sus alturas, devolviendo la inocencia a los culpables, borrando con una palabra las sentencias de muerte eterna, abriendo y cerrando a su gusto el cielo, disponiendo de la eternidad. Encontradme mágicos más poderos que ellos y yo iré a someterles mis búsquedas y mi ciencia».
En torno a la Religión, Lenormant (1878) en su obra Magia y Hechicería Caldea, afirmaba que «toda magia descansa en un sistema de creencias religiosas» a lo que Thorndike (1923) agregaba que sociólogos y antropólogos contemporáneos, reafirmaban el hecho que la Magia es mucho más antigua que las religiones y tan antigua como la misma creencia en dioses, y de que los aspectos más primitivos de las religiones históricas se originaron en la magia. En ello, cultos religiosos, ritos y sacerdocios le deben en cierta cuenta sus orígenes a la magia. Combarieu (1909) en su obra Magia y Música, continúa Thorndike, confirma que muchas de las encantaciones universalmente conocidas y empleadas por las religiones históricas, tienen sus orígenes en la magia. La encantación mágica es el hecho más antiguo de la historia de las civilizaciones.
En lo que atañe a la Ciencia, de igual forma, Paul Huvelin (1909) y Reinarch (1903) afirmaban con igual solidez que de la poesía, las artes plásticas, la medicina, las matemáticas, la astronomía y la química se pueden inferir fácilmente sus orígenes en un pensamiento mágico.
Por todo lo expuesto, no sorprende el hecho que la Magia, al día de hoy, en pleno siglo XXI, siga existiendo, no solo como memoria genética de los primeros albores de la civilización humana, sino como muestra fenoménica de nuestra capacidad de asombro, en su forma aristotélica. Nuestra acción mágica ahora se plasma también en la tecnología: «Pero no sólo eso: estamos tan acostumbrados a la velocidad que nos enfadamos si el mensaje de correo electrónico no se descarga enseguida o si el avión se retrasa. Pero este estar acostumbrados a la tecnología no tiene nada que ver con el estar acostumbrados a la ciencia; más bien tiene que ver con el eterno recurso a la magia. (…) La confianza, la esperanza en la magia, no se ha desvanecido en absoluto con la llegada de la ciencia experimental. El deseo de la simultaneidad entre causa y efecto se ha transferido a la tecnología, que parece la hija natural de la ciencia. (…) La tecnología hace de todo para que se pierda de vista la cadena de las causas y los efectos. Los primeros usuarios del ordenador programaban en Basic, que no era el lenguaje máquina, pero que dejaba entrever el misterio (nosotros, los primeros usuarios del ordenador personal, no lo conocíamos, pero sabíamos que para obligar a los chips a hacer un determinado recorrido había que darles unas dificilísimas instrucciones en un lenguaje binario). Windows ha ocultado también la programación Basic, el usuario aprieta un botón y cambia la perspectiva, se pone en contacto con un corresponsal lejano, obtiene los resultados de un cálculo astronómico, pero ya no sabe lo que hay detrás (y, sin embargo, ahí está). El usuario vive la tecnología del ordenador como magia» (Eco, 2002).
Referencias bibliográficas
HEGEL, G.W.F. (1832). «Vorlesungen über die Philosophie der Religión». Teil 1. Einleitung; Der Begriff der Religion.
CAROL BAROJA, Julio. (2003). «Las Brujas y su Mundo». Alianza Editorial.
ARÉVALO CÁRDENAS, Jorge. (2001). «La medicina primitiva». En: La Maravillosa Historia de la Medicina. Universidad Nacional de Trujillo.
THORNDIKE, Lynn. (1923). «History of Magic and Experimental Science».Northeastern University Library.
LENORMANT, François. (1878). «Chaldean Magic: Its Origin and Development».
LEVI, Eliphas. (1911). «El Libro de los Sabios». En: https://eruizf.com/martinismo/autores/eliphas_levi/eliphas_levi_el_libro_de_los_sabios.pdf
BLUMENBERG, Hans, Arbeit am Mythos, Frankfurt 1979, p. 14. Cf. también: Christoph Jamme, Einführung in die Philosophie des Mythos, Darmstadt 1991, p. 5. Parafraseado en: https://sisbib.unmsm.edu.pe/bibvirtual/publicaciones/logos/1994_n1/racionalidad.htm
«Si se buscan los orígenes del mito se descubre siempre sólo etapas de diferentes formas de afirmación racional del ser y de la vida. No hay mito pre-racional arcaico y, en consecuencia, ningún camino que conduzca del mito al Logos: ‘sólo hay -como dice Hans Blumenberg- una racionalidad y simbolización cambiante en el curso del tiempo. Lo que cambia es únicamente la percepción de la realidad a través del hombre’» (Peña Cabrera, 1994).
COMBARIEU, Jules. (1909). «La Musique et la Magie». Paris.
HUVELIN, P. (1907). «Magie et Droit Individuel». En: Année Sociologique, X, I-471.
REINARCH, S. (1903). «L´Art et la Magie». En: Anthropologie, XIV.
ECO, Umberto. (2002). «El Mago y el Científico» En: https://elpais.com/diario/2002/12/15/opinion/1039906807_850215.html
Fuente: LIRA, Israel. «Columna de Opinión del 31.10.2018». Diario La Verdad.
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