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Foto del escritorIsrael Lira

Política económica: desempleo

Actualizado: 19 may 2021



Ciertamente han sido diversos los impactos económicos de la pandemia, y que hemos venido analizando desde sus inicios, así como diversas han sido las decisiones que en materia de gobierno se han tomado al respecto para de alguna forma buscar paliar los efectos de la misma. En ese sentido, se nos presenta otra situación particular, en ello, el aumento del desempleo.

Antes de entrar a tallar al tema que nos convoca, es preciso hacer un recordatorio muy breve sobre ¿Qué es? ¿Cuáles son los Objetivos? Y ¿Cuáles son las ramas de estudio de la Política Económica y su relación con el estudio del desempleo.

La política económica, como bien recordarán nuestros lectores de otras columnas vinculadas a estos temas, es la rama de la economía normativa que se centra en el estudio sobre el impacto que tienen las decisiones de gobierno en la economía de un país. Siendo sus principales disciplinas y/o ramas de estudio la Política Fiscal (Gestión de los recursos del Estado) y la Política Monetaria (Control de la masa monetaria y los tipos de interés).

Así definida y delimitada, la política económica de un país tendría pues varios objetivos, algunos a corto y otros a largo plazo. Entre los objetivos a corto plazo se encuentran: el pleno empleo, la estabilidad de precios y la mejora en la balanza de pagos. Mientras que los objetivos a largo plazo podrían ser algunos como: la mejora en la distribución de la renta y la riqueza, la expansión de la producción y la satisfacción de las necesidades colectivas.

Visto lo expuesto, es claro que, un objetivo de política económica es propender a alcanzar un pleno empleo, es decir, cuando la demanda de trabajo se equilibra con la oferta, o lo que es lo mismo, cuando la población apta para el trabajo, se encuentra en efecto trabajando. Lo cual no implica que el desempleo desaparezca, es algo que existirá hasta en su forma friccional, ya que no se puede obligar a nadie a trabajar, y el desempleo friccional es precisamente eso, el desempleo voluntario. Las personas que dejan de trabajan por razones personales, en ello, buscar otro trabajo, estudiar o tomar vacaciones. Siendo que lo ideal es que la tasa de desempleo sea baja.

Dentro de este marco se entiende porque es importante para la política económica de un país, tomar decisiones que coadyuven a bajar las tasas de desempleo y que posibiliten alcanzar el pleno empleo. Y esto se considera que tendrá especial significación al día de hoy, ya que el principal impacto de la pandemia a nivel mundial, debido al confinamiento, ha sido el aumento, precisamente, de las tasas de desempleo en un 20% (Telam, 28.05.2020) cuando la media de los años anteriores era de 5% (Statista, 2007-2019).

Lo expuesto a tenido impactos tanto exógenos como endógenos en nuestro país. Dentro de los impactos exógenos p.e, está la repatriación de unos 6,000 peruanos que quedaron desempleados en el extranjero, recordando que ya lo mismo se hizo con 39,000 peruanos en la primera fase de repatriación (Gestión, 29.08.2020). Mientras que respecto de los impactos endógenos, están los generados como consecuencia inmediata del confinamiento p.e. en el Informe Técnico sobre Mercado Laboral del periodo Abril-Mayo-Junio del INEI (2020) se grafica que solo en Lima Metropolitana 560 mil jóvenes se quedaron sin trabajo durante la pandemia (28.07.2020). A ello se aúna el aumento de la población de Ninis, jóvenes que ni estudian ni trabajan, en 2 millones, en comparación con el año pasado cuando la cifra se encontraba en 1 millón 300 mil.

En la región Lambayeque, hasta el año pasado se registraba un alta tasa de desempleo (La Industria, 23.08.2019), lo cual se ha visto agravado, al día de hoy, por el confinamiento, en tanto que el reporte de la Gerencia Regional de Comercio Exterior y Turismo precisa que la región Lambayeque registró una perdida mayor a 112 millones de soles en el periodo de cuarentena, la que implicó a 891 empresas y a 71 licenciados en turismo que quedaron desempleados (La Republica, 07.07.2020).


¿Posibles medidas que puede adoptar el Gobierno para revertir esta situación? Este contexto no hace más que reafirmar la importancia de la política económica, ya que el gobierno tiene el desafío no solo de reactivar la económica sino además con ello disminuir las tasas de desempleo. Ya en esa línea el ex ministro de economía Alfredo Thorne ha propuesto la creación de un seguro de desempleo y beneficio tributario a empresas que vuelvan a contratar a sus trabajadores (RPP, 28.07.2020).

Un seguro de desempleo para aquellos trabajadores que no tengan ahorro y bajos ingresos, y un beneficio tributario a las empresas que recontraten a trabajadores anteriormente despedidos por el contexto. A lo mencionado se podría aunar incentivos a las empresas para que contraten jóvenes sin experiencia laboral; la principal conclusión de esta breve columna es que, la política económica hace viable la política social. Al respecto:

«Las políticas sociales…aluden a acciones que desde el Estado –o con su apoyo– son ejecutadas para el logro del desarrollo humano personal y, en tal sentido, no son equivalentes a los servicios sociales, que son una expresión instrumental de las políticas sociales. Se refieren más bien a acciones estratégicas aplicadas en momentos específicos y sobre aspectos cruciales de la vida del ser humano, a los cuales se puede dar atención dentro del marco de actividades de las instituciones de la sociedad. En general, las políticas sociales tienen como objetivo la superación de la pobreza y para ello se subdividen en políticas de salud, educación, vivienda, etc. Al igual que en el caso de la política económica, por un lado están las medidas (por ejemplo, el diseño de una política alimentaria) y por otro los impactos (siguiendo el ejemplo, la reducción de la tasa de desnutrición infantil). Observar los resultados económicos y los impactos sociales y no solo las medidas o la prestación del servicio social es una de las claves.
Tanto las políticas económicas como las sociales están interrelacionadas entre sí. Por un lado, la política económica financia la política social. El crecimiento económico, medido por el aumento en el PBI, aumenta la recaudación tributaria y así viabiliza el gasto necesario para ejecutar la política social. Por eso no sólo se necesita que la economía se encuentre estabilizada, sino que además crezca de forma sostenida, de modo que la capacidad de gasto del gobierno siga la misma tendencia. Por otro lado, la política social, al promover mejores niveles de educación y salud, contribuye decididamente con el crecimiento económico futuro. Encontrar el círculo virtuoso entre ambas políticas es un reto para cualquier estrategia de desarrollo y no solo crecimiento. Los resultados económicos son un medio y no un fin» (Gestión, 19.01.2012).

Fuente: LIRA, Israel. «Columna de Opinión No. 182 del 31.08.2020». Diario La Verdad. Lima, Perú.

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