Mucho se ha comentado en medios occidentales sobre la muerte de Li Wenliang, el doctor que trató de hacer público el nuevo brote de coronavirus y que solo habría recibido de las autoridades chinas amenazas, hasta que fue demasiado tarde, y el virus comenzó a propagarse en toda la región de Wuhan, a lo que se aunó una ola de indignación en la misma China a través de Weibo –el equivalente chino de Twitter– y luego a nivel global, seguido de una ola de críticas al gobierno chino al que se le atribuye cierta responsabilidad respecto de la pandemia en curso por la falta de respuesta temprana a la información correspondiente. Esta indignación se ha replicado parcialmente a nivel de Sudamérica y es parte de un reducido argot popular en el Perú, que ha causado sorpresa y que los reaccionarios de derecha de siempre han aprovechado para llevar agua al molino del anti-comunismo autoritario: «Si se hubiese respetado la libertad de expresión del Dr. Li Wenliang, y si las autoridades chinas hubieran sido más transparentes en lo que respecta a la información sobre sanidad pública, tal vez se hubiesen podido salvar más vidas, ergo todo es culpa del comunismo autoritario chino y su restricción de libertades políticas». Es el mantra de liberales libertarios, conservadores liberales y nacionalistas liberales hoy en día.
Jocoso es ver que los ya citados liberales tienen memoria selectiva, cuando de manejo de información a nivel estatal se trata, o por otro lado se escudan en la misma lógica negacionista de algunos socialistas dogmáticos:«eso no es verdadero liberalismo» dicen patéticamente. No recuerdan a Julian Assange y a Edward Snowden, quienes nos han hecho ver que diversas democracias liberales que tanto se ufanaban de transparencia pública y respeto a la libertad de expresión y a la libertad de prensa, operaban bajo el más descarado ocultamiento, vigilancia y persecución, todo en nombre de la Seguridad Nacional.
Para nosotros el tema es claro, y no es motivo de ninguna sorpresa, porque ya sea un Estado Liberal o un Estado Socialista, la lógica de los Estados no ha variado mucho y sigue siendo la misma al día de hoy, es transversal e independiente de las ideologías que sustentan la estructura gubernamental, parte de una teoría general del Estado y que se reduce a tres palabras: Razón de Estado. Como marco teórico conviene definir a la razón de estado, así como establecer su relación intrínseca respecto de las categorías de interés nacional y de seguridad nacional. De igual forma es preciso diferenciar la disyuntiva existente derivada de una tipología, ya que muchos se preguntaran a estas alturas que no es posible comparar la razón de Estado norteamericana con la razón de Estado china, y en efecto es así, configurando una presunción iuris tantum, es decir que se considera verdadera hasta que se demuestre lo contrario. Sobre esto último volveremos en unos instantes. En torno a la razón de Estado conviene recordar que si bien se tiene a Maquiavelo por artífice de la misma en su obra el Príncipe (1532), no es él quien acuña el término tal cual (introduciendo por su lado el término arte dello Stato, en Lettere, 10.12.1513), sino sus detractores, los anti-maquiavélistas, haciendo particular énfasis en la obra de Giovanni Botero intitulada precisamente Della ragion di Stato (1589), a lo que se aúna el trabajo de Baltasar Gracián. Al respecto este último diría en torno al florentino: «Este es un falso político llamado el Maquiavelo que quiere dar a beber sus falsos aforismos a los ignorantes. ¿No ves cómo ellos se lo tragan pareciéndoles muy plausibles y verdaderos? Y, bien examinados, no son otro que una confitada inmundicia de vicios y pecados: razones no de Estado, sino de establo». (Gracián, 1657). Cabe mencionar que sin importar que Maquiavelo no haya acuñado el término, esto no inválida el hecho que él fue el primero en exponer de forma sistematizada las características principales de lo que se nombró como razón de Estado, tal cual afirman autores como Meinecke (1997) y Curzio (2004). Por otro lado, el antimaquiavelismo denunciaba la separación que hacia el florentino de lo político respecto de la moral (exclusivamente cristiana en ese momento entre el Medioevo y el Renacimiento), lo que dio paso a tres posturas críticas, una eticista, una idealista y la otra realista. La primera era aquella que argumentaba que la política estaba subordinada a la religión; la segunda –idealista– que tomando como base la primera propuso como epítome del arte del gobierno cristiano a la monarquía hispánica; y la realista que intentó conjugar el realismo político con la moral cristiana. Teniendo como eje común que todas estas posturas surgen como reacción a la obra del florentino y como propuestas alternativas a su visión. Pero lo cierto es que Maquiavelo lo único que hizo solo fue plasmar la hipocresía de la época, de la Italia del siglo XVI, unos príncipes que se decían muy cristianos, pero que no actuaban cristianamente. Al respecto: «El Príncipe es un libro realista cuya amoralidad se veía totalmente respaldada por los hechos políticos que describe. Hechos que acontecen en buena parte en la época en que fue escrito y de cuyos protagonistas se proclamaba oficialmente su condición de príncipes cristianos. No obstante, la religión, ética y moral cristianas no fueron suficiente freno a toda clase de abusos, arbitrariedades, crímenes, artimañas o traiciones en aras de la conservación o incremento de su poder» (Fernández, 2012:312). Dicho esto es de mencionar que es en la postura eticista en donde se identificaba a la razón de Estado de Maquiavelo como falsa o mala y se la diferenciaba de la buena razón de Estado, aquella que estaba basada en la ética cristiana. Mientras que en la postura realista es en donde se acepta que en ciertas ocasiones se debe de actuar acorde a las circunstancias del momento pero siempre teniendo como referente la ética cristiana. Independientemente de estas consideraciones, y con este debate, la distinción ya había tomado forma, y ya en tiempos más seculares se identifica una Dicho esto es de mencionar que es en la postura eticista en donde se identificaba a la razón de Estado de Maquiavelo como falsa o mala y se la diferenciaba de la buena razón de Estado, aquella que estaba basada en la ética cristiana. Mientras que en la postura realista es en donde se acepta que en ciertas ocasiones se debe de actuar acorde a las circunstancias del momento pero siempre teniendo como referente la ética cristiana. Independientemente de estas consideraciones, y con este debate, la distinción ya había tomado forma, y ya en tiempos más seculares se identifica una Dicho esto es de mencionar que es en la postura eticista en donde se identificaba a la razón de Estado de Maquiavelo como falsa o mala y se la diferenciaba de la buena razón de Estado, aquella que estaba basada en la ética cristiana. Mientras que en la postura realista es en donde se acepta que en ciertas ocasiones se debe de actuar acorde a las circunstancias del momento pero siempre teniendo como referente la ética cristiana. Independientemente de estas consideraciones, y con este debate, la distinción ya había tomado forma, y ya en tiempos más seculares se identifica una mala razón de Estado (como mera arbitrariedad que oculta beneficios exclusivos a agentes del poder del gobierno de turno y al gobernante) y una buena razón de Estado (como política justificada en razones coherentes y que tiene un alcance de bien común), sin perjuicio de ello, autores como Marta Canto Castro (2008) sostienen que la razón de Estado que es mala, ya no es razón de Estado, porque no es razón, en tanto no es ni razonada ni razonable, y no es de Estado, porque no tiene como fin servir al hombre. En ese sentido podríamos decir como presunción ampliamente validada que, la historia de los Estados Unidos está llena de una ambivalencia entre buena y mala razón de Estado con mayor peso en la mala (por las intervenciones militares que nos detalla el informe RL30172 del Servicio de Investigación del Congreso de Estados Unidos con el objetivo de promover golpes de estado y cambios de régimen), y que (como política justificada en razones coherentes y que tiene un alcance de bien común), sin perjuicio de ello, autores como Marta Canto Castro (2008) sostienen que la razón de Estado que es mala, ya no es razón de Estado, porque no es razón, en tanto no es ni razonada ni razonable, y no es de Estado, porque no tiene como fin servir al hombre. En ese sentido podríamos decir como presunción ampliamente validada que, la historia de los Estados Unidos está llena de una ambivalencia entre buena y mala razón de Estado con mayor peso en la mala (por las intervenciones militares que nos detalla el informe RL30172 del Servicio de Investigación del Congreso de Estados Unidos con el objetivo de promover golpes de estado y cambios de régimen), y que en lo que respecta a China, se reproduce una ambivalencia símil pero no por ello análoga, que da mayor peso a una buena razón de Estado, al menos desde la muerte de Mao y las reformas de Den Xiaoping, como presunción iuris tantum. En torno a la razón de Estado, el Cardenal Frances Richelieu la conceptualizó como raison détat, en donde la acción política se subordina no a los intereses particulares del gobernante, sino a los fines de la nación: «Yo soy católico, pero antes que católico francés», «no tengo más enemigos que los del Estado» (Richelieu, 1688). Por su parte Hobbes, en su obra Leviatán va mucho más allá de Maquiavelo, ya que en toda su obra la razón de Estado no es mencionada como concepto literal pero se identifica de forma implícita con la misma creación del Estado hobbesiano (Fernández, 2012), ya que su fin no es otro que la seguridad de quienes lo instituyen (Hobbes, 1651: 137), así «todo lo que el soberano haga por mantener e incrementar su poder debe considerarse correcto por ser el depositario del poder al que renunciaron todos los firmantes del contrato social» (Fernández, 2012:313). Bajo el tratamiento histórico visto, definimos a la razón de Estado como como el conjunto de objetivos principales que legitiman la acción política del Estado y la incrementan. Estos objetivos a saber son dos:
1. La garantía de la propia supervivencia y conservación del Estado, y 2. La generación de las condiciones para su expansión y crecimiento en términos de riqueza y esplendor.
La Razón de Estado es el fundamento del Interés Nacional y este a su vez el de la Seguridad Nacional. La razón de Estado así graficada se enarbola como el fundamento de los fundamentos de la acción política.
Por su parte el interés nacional en tanto subproducto de la razón de estado es definido como todo aquello que coadyuve a la realización de los dos objetivos de la razón de Estado, en los ámbitos político, económico, social y cultural, o lo que es lo mismo, el interés nacional es la defensa y promoción de los objetivos de la razón de Estado (Ministerio de Defensa de España, 2010:19). Asimismo, el interés o intereses nacionales serían así varios, siendo la salvaguarda de la integridad territorial de enemigos externos como la protección de la paz cívica a nivel interno lo que se conoce como lo que se conoce como Seguridad Nacional, uno de ellos. Pudiendo ser otros intereses nacionales la estabilidad económica, el desarrollo científico y tecnológico, así como el mejoramiento del sistemaeducativo, la reducción de la pobrezay las desigualdades, y la lucha contra amenazas a la salud pública. De acuerdo a todo lo visto, y regresando al tema de la muerte del Dr. Li Wenliang víctima del propio Covid-19, y bajo la lógica de una buena razón de Estado, una alerta temprana, si se da dentro del propio Estado es prevención, pero si se pretende hacerla pública fuera de esta esfera se podría interpretar como amenaza a la seguridad nacional, alarmismo que dependiendo del caso es contraproducente para cualquier toma de decisión que dependa del grado de desconocimiento de la población, y pueda frustrar cualquier política estatal que dependa a su vez de la tranquilidad cívica para ejecutarse y no del pánico generalizado, al menos bajo esos términos se podría entender la racionalidad de la Oficina de Seguridad Pública de China que acusaba en un inicio al Sr. Li de perturbar severamente el orden social con sus declaraciones, es a posteriori que las autoridades locales tuvieron que ofrecer una disculpa pública que para muchos llego de forma tardía, lo que derivó en el despido de varios altos funcionarios ante la presión pública. Finalmente, y como colofón, diríamos que la nación más hermética, Corea del Norte, que se ufana de no tener infectados, sí los tiene, tendrá uno o dos, pero por Razón de Estado y Seguridad Nacional, maneja esa información a nivel interno para evitar con ello el contagio del miedo social y la frustración de políticas destinadas a contención y control.
«La razón de Estado no se ha de oponer al estado de la razón» (Carlos V).
Referencias bibliográficas BBC. (2020). «Coronavirus en China: quién era Li Wenliang, el doctor que trató de alertar sobre el brote (y cuya muerte causa indignación)». En: https://www.bbc.com/mundo/noticias-internacional-51371640 MAQUIAVELO, Nicoló. (1532).«El Príncipe». Biblioteca de Oro. Edición del año 2000. BOTERO, Giovanni. (1589). «De la razón de Estado». Edición de la Universidad de Cambridge de 2017. GRACÍAN, Baltasar. (1657). «El Criticón». Edición de Catedra Letras Hispánicas de 2004. MEINECKE, Friedich. (1997). «La idea de la razón de Estado en la edad moderna». Madrid. CEPC. CURZIO, Leonardo. (2004).«La Forja de un Concepto: la razón de Estado». En: http://revistas.unam.mx/index.php/rep/article/download/37617/34181 FERNÁNDEZ RAMOS, José Carlos. (2012). «Hobbes, Gracían y la Razón de Estado». En: http://www.intersticios.es/article/download/10614/7350 CANTO CASTRO, Marta. (2008).«La famosa razón de Estado». En: https://www.alainet.org/es/active/21633 CONGRESSIONAL RESEARCH SERVICE. «Instances of Use of United States Armed Forces Abroad, 1798-2020». RL30172. En: https://fas.org/sgp/crs/natsec/R42738.pdf HORNBERGER, Jacob.G. (2019). «State Secrets and the National-Secutiry State». En: https://www.lewrockwell.com/2019/01/jacob-hornberger/state-secrets-and-the-national-security-state/ LLORCA MORELL, Blanca. (2014). «Experiencia e Imitación en la obra de Maquiavelo: las figuras políticas en la génesis del ottimo principe», Universitat de Barcelona. En: http://diposit.ub.edu/dspace/bitstream/2445/65168/1/BLLM_TESIS.pdf RICHELIEU, Armand Jean du Plessis. (1688). «Testamento Político». En: https://quod.lib.umich.edu/e/eebo/A57249.0001.001?view=toc HOBBES, Thomas. (1651). «Leviatán: O la materia, forma y poder de una república eclesiástica y civil». Decimosexta edición del Fondo de Cultura Económica de 2010. MINISTERIO DE DEFENSA DE ESPAÑA. (2010). «Evolución del Concepto de Interés Nacional». En: http://bibliotecavirtualdefensa.es/BVMDefensa/i18n/catalogo_imagenes/grupo.cmd?path=17028 Fuente: LIRA, Israel. «Columna de Opinión No. 150 del 15.04.2020». Diario La Verdad. Lima, Perú.
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