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Foto del escritorIsrael Lira

Trascendencia Filosófica del Pensamiento Cristiano

Actualizado: 29 mar



¿Cuál es la relevancia de las ideas cristianas en el desarrollo del pensamiento humano? ¿Es el surgimiento del cristianismo un evento ajeno a toda trascendencia filosófica? Y lo más importante ¿Es el cristianismo un escollo del pensamiento racional que no ha contribuido en nada al desarrollo de este último sino por el contrario a su estancamiento? Como trataremos en la presente, esta serie de cuestionamientos tienen sus matices, y corresponde en efecto, darles un tratamiento diferenciado. Para dichos efectos, pongámonos en contexto primero.


La expansión del cristianismo por todo el orbe, y con ello, de las ideas principales de la revelación cristiana plasmadas en la Biblia, se inicia en el 529 d.c, con la prohibición del Emperador Justiniano, de que todo pagano fuese apartado de cargo público, así como de dirigir escuelas y enseñar, definiendo así la suerte de la filosofía greco-pagana representada en varias escuelas (cinismo, epicureísmo, estoicismo, etc).


Muchas fueron las ideas que lejos de toda disquisición filosófica, al contrario, representaron una expansión de conceptos antes tratados en la filosofía griega, como veremos a continuación, y que ciertamente influenciaron en las posteriores revoluciones del pensamiento, para ello resaltaremos tres en particular: el antropocentrismo, la axiología, y la idea de progreso, tricotomía base de la revolución espiritual del mensaje bíblico.


En la filosofía griega podemos hallar rasgos de antropocentrismo pero muy débiles (Jenofonte, Zenón, Crisipo), el pensamiento griego más que antropocéntrico fue cosmocéntrico. En donde el hombre se encuentra en un mismo plano con el universo. Al respecto, Aristóteles nos decía lo siguiente: «Existen muchas otras cosas que, por naturaleza, son más divinas (y perfectas) que el hombre, como –refiriéndonos a las más visibles– los astros que componen el universo». En cambio, en el pensamiento cristiano, el hombre pasa a ser una creación privilegiada de Dios, que tiene a su disposición las demás cosas que se le presentan en la realidad fenoménica, en tanto solo él fue hecho a la imagen y semejanza del creador. Esta idea desacralizada, daría pie a uno de los pilares de la posterior revolución del pensamiento: la Ilustración, el hombre como centro del cosmos. Será claro en adelante que el antropocentrismo cristiano bien entendido es abismal del antropocentrismo ilustrado [1].


Otro de los aspectos más revolucionarios del pensamiento cristiano (para la época y entendiendo la categoría de revolución de acuerdo a Aristóteles como un cambio completo), se manifestó en la nueva axiología que este vendría a imponer, y que según Nietzsche configuró una total subversión de los valores antiguos, ya que vemos que el ideal del hombre helenístico se fundamentaba, de acuerdo a autores como Reale y Antisieri, en una total autocertidumbre, la verdad reside en las cosas y en la interpretación que uno mismo hace de ellas, contrario a esto el pensamiento cristiano nos dice que la verdad no puede venir de las cosas, ni de uno mismo, es decir, sentó la base de la humildad como el primer requisito para el conocimiento certero. Al respecto, en Marcos 9:35 se nos dice: «Si alguno quiere ser el primero será el último de todos y el servidor de todos». La humildad se convierte así en la virtud fundamental para el cristiano (Reale, Antisieri, 1995:345), lo que expande la virtud mayéutica socrática, en donde el primer paso es en reconocerse ignorante, lo que en el pensamiento cristiano es ignorancia de toda la obra del creador, de que el conocimiento humano es falible.


Finalmente, el cristianismo brindó un sentido de la historia humana que antes no se conocía. En los griegos y por citar un ejemplo concreto, en los estoicos, estaba presenta la teoría de la destrucción cíclica, es decir, de un tiempo reiterativo. Muy por el contrario, el cristianismo representó la idea de tiempo lineal, con un inicio (génesis), y con un final (apocalipsis). Hay un comienzo y un destino final. Esta idea, desacralizada, daría pie al concepto de progreso moderno, que Kant (1798) conceptualizaría como la perfectibilidad indefinida del género humano (nicht mehr gänzlich rückgängig) que no admite regresión alguna, otro de los pilares vértice de lo que sería la Ilustración. También en adelante será clara la distinción entre la idea de progreso moderna kantiana, y la idea de progreso cristiana en la Doctrina Social de la Iglesia [2].


Visto lo expuesto, queda plenamente demostrado que las ideas cristianas marcaron el pensamiento humano hasta nuestros días, teniendo plena relevancia filosófica [3], y sobretodo, sentando las bases de ideas que luego, desacralizadas, sustentarían otras revoluciones en el pensamiento humano, por lo que reducir el cristianismo a un mero escollo del pensamiento racional, es a todas luces, equívoco.


Referencias bibliográficas


REALE, Giovanni, ANTISIERI, Dario. (1995). «Historia del Pensamiento Filosófico y Científico» . Tomo I. Editorial Herder.


Bibliografía


CANGUILHEM, Georges. (1999).«La decadencia de la idea de progreso». En: Rev. Asoc. Esp. Neuropsiq., vol. XIX, n.º 72, pp. 669-683. Disponible en: http://documentacion.aen.es/pdf/revista-aen/1999/revista-72/decadencia-de-idea-de-progreso.pdf


Notas

[1] «El antropocentrismo cristiano verdadero ―implícitamente enseñado por el Papa― valora a Cristo, verdadero Dios, más que al hombre común; y precisamente por eso valora al máximo el fin querido por Cristo al encarnarse para redimirnos, que es la salvación del hombre, el bien del hombre, la santificación del hombre. Indudablemente Cristo debe ser adorado y exaltado, pero Él no se encarnó para eso, sino para salvar al hombre: "El Hijo del Hombre no ha venido a ser servido, sino a servir y dar su vida en redención de muchos" (Mateo 20, 28)». En: https://www.es.catholic.net/op/vercapitulo/1308/antropocentrismo-cristiano-bien-entendido.html


[2] «Así san Pablo nos indica una verdad muy importante: la historia tiene una meta, una dirección. La historia va hacia la humanidad unida en Cristo, va hacia el hombre perfecto, hacia el humanismo perfecto. Con otras palabras, san Pablo nos dice: sí, hay progreso en la historia. Si queremos, hay una evolución de la historia. Progreso es todo lo que nos acerca a Cristo y así nos acerca a la humanidad unida, al verdadero humanismo. Estas indicaciones implican también un imperativo para nosotros: trabajar por el progreso, que queremos todos. Podemos hacerlo trabajando por el acercamiento de los hombres a Cristo; podemos hacerlo configurándonos personalmente con Cristo, yendo así en la línea del verdadero progreso» En: https://es.catholic.net/op/articulos/46313/benedicto-xvi-visin-cristiana-del-progreso.html


[3] No es materia de la presente, presentar las críticas a las consecuencias harto conocidas de la desacralización característica de la modernidad, las cuales solo se han dejado constar en la diferencia nominal entre la concepción cristiana de las ideas y sus contrapartes ilustrados. Pero para ver más sobre este tema, se puede consultar la obra de Sr. D. Fr. Zeferino González, particularmente en su ensayo La Causa Principal Originaria. En: https://www.filosofia.org/zgo/zgcausa.htm


Fuente: LIRA, Israel. «Columna de Opinión No. 118 del 04.10.2019». Diario La Verdad.

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