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  • Foto del escritorIsrael Lira

Teoría Crisolista frente a Ideología Libertaria

Actualizado: 24 ago 2023



Nos preguntaron qué opinamos sobre el naciente movimiento libertario en el Perú. Aplaudimos el hecho que más jóvenes se interesen por la vida política del país y por la política en sí. Pero eso no nos impide ser francos, porque ya hemos tenido la oportunidad de dialogar con varios seguidores de ese colectivo y que sinceramente, nos dejaron muy decepcionados por su miopía a nivel teórico. Nada los diferencia de los socialistas dogmáticos para los cuales el socialismo nunca ha sido aplicado de forma correcta. Reemplacen «socialismo real» por «liberalismo real», y tienen al discurso libertario contemporáneo.


Para ellos los problemas de nuestro difuso, desgastado y fraccionado liberalismo peruano, se resuelven con más liberalismo y es que el libertarismo es eso, un nuevo liberalismo clásico (Instituto Mises, 09.12.2019), en su forma extremada, lo que el economista Joseph Stiglitz (31.12.2017) llama fundamentalismo de mercado para referirse a todas aquellas ideologías ultra liberales (como el neoliberalismo también) que son funcionales únicamente a los intereses de una clase empresarial. (Ver: Neoliberalismo: naturaleza y conceptualizaciones, 01.11.2019).


Con mucho dolor para los libertarios, y en plena refutación de todo su ideario, lo empíricamente contrastado –y siendo este el punto de partida de la Teoría Crisolista en materia de economía política (Lira, 2020)– está en afirmar que conjugar una economía de mercado con una sana planificación gubernamental y una responsable intervención del Estado, es la receta de muchas potencias emergentes (Rusia, China, Singapur, Corea del Sur, Vietnam, Japón, etc.), que lideran la economía mundial. (Ver: Economía de Mercado, Libre Mercado y Capitalismo, 24.05.2021). En ese sentido, por citar uno de los ejemplos concretos. El crecimiento y desarrollo económico del Japón, rebate toda la demagogia anti-estatista del libertarismo:


«El MITI definió la estructura económica japonesa como un sistema de economía de mercado orientado por un Plan” (…) La acción del MITI que como agencia piloto utilizó muchas formas indirectas de intervención en el sector industrial en el periodo de oro de 1952 a 1961» (Zalduendo, 1995).

Pero a pesar de esta prueba empírica contundente: ¿Qué nos dice el libertarismo? Se hace la distinción entre dos formas de intervención estatal, la regulación mediante órdenes y la regulación mediante reglas. Respecto a la primera la rechaza por completo:


«el método de órdenes y prohibiciones específicas está excluido, por principio, del concepto liberal de orden de mercado» (Hayek, 1960: 221) (que para Mises es mercado sin interferencias –unhampered market–).

Asimismo, y respecto de la regulación mediante reglas señala lo siguiente:


«...se apresura a añadir que reconocer la necesidad de distinguir entre estos dos tipos de medidas gubernamentales no supone que no haya razones para preocuparse por la regulación mediante reglas. Por el contrario, sospecha que "muchas de esas medidas seguirán siendo, desde luego, indeseables o, incluso, dañinas» (Vanberg, 2002 comentando a Hayek, 1960).

Es ese sentido, para el libertarismo, y la teoría austriaca de la eficiencia, «la intervención del Estado en un mercado nunca puede justificarse sobre la base de la mejora de la eficiencia. Esto es coherente con la visión austriaca de la eficiencia y generalmente aceptado por los economistas austriacos contemporáneos. … puede haber una justificación para la intervención gubernamental por otros motivos que no sean la eficiencia…Sin embargo, cabe señalar que muchos austríacos consideran que la sociedad en su conjunto nunca puede emitir juicios sobre estos conceptos y que sólo los pueden emitir los individuos. Esto lleva a la conclusión de que no hay justificación para ninguna forma de interferencia gubernamental» (Instituto Mises, 11.09.2019).


Por lo expuesto es que ninguna nación en política económica (hoy en día) aplica el ideario libertario, que es marginal en el sentido de relegado a un pensamiento económico político de quinto orden, porque el ultra-individualismo, el anti-estatismo y el ultra-egoísmo (egoísmo como única conducta racional posible y negando el altruismo) – Ver: Libertarismo y Escuela Austriaca: relación y análisis crítico, 15.03.2021– que fundamenta la narrativa libertaria, es muy radical y no se condice con las prácticas culturales de la gran mayoría de pueblos del mundo (teniendo más sentido en el espacio cultural anglosajón y eso es decir mucho, respecto del mayor individualismo de la tradición ética protestante), eso prueba de forma contundente que, esa ideología no es el camino y menos aún para el Perú que tiene un fuerte pensamiento comunitario y altruista, que es más visible a medida que nos alejamos de la urbe y nos adentramos a las zonas de la costa alejadas del mar, la sierra y la selva, dado que las tradiciones andino-amazónicas tienen presente la forma de trabajo y organización colectiva de tiempos pre-hispánicos, que es parte de nuestra identidad cultural como nación, de nuestro Ser Nacional, y que demanda un Estado fuerte para el cumplimiento de grandes objetivos nacionales.


Para mayor abundamiento, en las pocas y puntuales oportunidades en que se ha pretendido su aplicación, los resultados fueron fatales, como precisa el Premio Nobel de Economía Joseph Stiglitz en su obra La Gran Brecha (2017):


«En 1987, el Gobierno de Reagan decidió quitar a Paul Volcker de la presidencia de la Reserva Federal y nombrar a Alan Greenspan en su lugar. Volcker había hecho lo que se espera de los banqueros centrales. Bajo su mandato, la inflación había disminuido de más del 11 por ciento a menos del 4 por ciento. En el mundo de los bancos supervisores, ese logro debería haberle proporcionado una nota de A+++ y garantizado la permanencia. Pero Volcker sabía también que es necesario regular los mercados financieros, mientras que Reagan quería a alguien que no opinara así, y lo encontró en un devoto de la filosofía objetivista y fanática del libre mercado, Ayn Rand. Greenspan tuvo un papel doble. La Reserva Federal controla el grifo del dinero y, durante los primeros años de este siglo, lo abrió por completo. Pero la Fed es también un órgano regulador. Si se nombra a alguien que está en contra de las regulaciones para dirigirlo, ya sabe cuánto hará respetar las normas. La avalancha de liquidez se unió al fallo de los diques de la regulación y la consecuencia fue desastrosa. Greenspan presidió no una sino dos burbujas económicas…La mayoría de los errores concretos puede resumirse en uno solo: la convicción de que los mercados se autorregulan y el papel del Gobierno debe ser mínimo. Al recordar esa teoría durante las sesiones ante el comité del Congreso el otoño pasado, Alan Greenspan dijo en voz alta: “He encontrado un defecto”. El Congresista Henry Waxman le presionó: “En otras palabras, ha descubierto usted que su visión del mundo, su ideología, no era la acertada; no funcionaba”. “Exacto, precisamente”, respondió Greenspan. Cuando Estados Unidos –junto con gran parte del resto del mundo– adoptó esta filosofía económica equivocada, era inevitable que acabaríamos por llegar a la situación en la que nos encontramos hoy» (pp. 61-69)

A lo expuesto se aúna el hecho que la escuela institucional de economía sigue siendo en términos muy generales, la praxis de muchos gobiernos en nuestros días. Al respecto:


«...la planificación económica nacional para objetivos limitados, como conservación, pleno empleo y competitividad internacional…la protección legal del sindicalismo, el seguro social y la legislación del salario mínimo, etc… promovidos por los institucionalistas siguen hoy con vida... la economía moderna es una combinación de la microeconomía neoclásica y de la macroeconomía keynesiana...» (Brue & Grant, 2016 :399-459).

Por ello, duela a quien le duela, y le duela a los libertarios, la escuela austriaca fuera de las universidades no tiene impacto en las decisiones de las políticas económicas de los gobiernos más exitosos al día de hoy.

Las economías modernas más exitosas son la combinación de la microeconomía neoclásica y de la macroeconomía keynesiana, es verdad que el keynesianismo tenía sus fallas, por ello es que con el tiempo se fueron revisando sus planteamientos lo que dio lugar a ajustes, combinaciones y modelos mixtos (como el socialismo de mercado, la economía social de mercado, etc.) tal como señala Brue & Grant, en su obra Historia del Pensamiento Económico.


Fuente: LIRA, Israel. «Columna de Opinión No. 198 del 28.11.2020». Diario La Verdad. Lima, Perú.

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